Encadenados [#e2]

Capitulo 59

2 MESES DESPUÉS

Durmiendo tranquilamente, abrazada a Alexander, con mi cabeza en su pecho y sintiendo sus dos manos tocar mi barriga, siento algo raro en mi vejiga, supongo que son ganas de ir al baño. Me intento aguantar para evitar perder el encantó de la posición, pero lo único que logro sentir un líquido en mis piernas. Me muevo incómoda y levanto las sábanas para ver mis piernas. ¡HOSTIA!

—¡ALEXANDER ROMPÍ BOLSA! ¡IMBÉCIL ROMPÍ BOLSA! ¡AY NO! ¡AY NO, SEÑOR JESÚS NO CREO EN QUE EXISTAS PERO SÁLVAME! AY NO... ALEXANDER ¡DESPIERTA MAL PARIDO!

Alex da un brinco y sus pies se enriedan en la sábana. Cae de espaldas pero inmediatamente se pone de pie con cara de pánico, me mira asustado.

—¿QUÉ HAGO? ¿QUÉ HAGO?—Grita

—¡VISTETE!—Grité—TRAE ROPA Y...¡AAAH, CONTRACCIÓN! CONTRACCIOOOON—Grité aún más fuerte al sentir el dolor, tiró de mi cabeza hacía atrás clavo mis uñas en el colchón.

—¡ESPERA!—Grita corre hacia su armario, pero antes de llegar tropieza y se da la cara contra el susodicho mueble.—¡ESTÚPIDO ARMARIO!

—EL BOLSO DEL BEBÉ, EL BOLSO ¡MIERDA YA, YA!

—¡ME DIJISTE QUE ME VISTA!

—¡TRAE EL BOLSO!

Alexander sale corriendo para cualquier lado, agarra el bolso ya preparado del bebé y me mira sin saber que hacer ahora

—¡VISTETE, IDIOTA!

—¡ESPERA,JODER, TRANQUILA ESPERA!

—¡NO ME GRITES!

(...)

El camino lo hicimos conmigo gritando insultos, Alexander colapsando, Y los gemelos apostando que serían. Al llegar, inmediatamente me llevan a la sala de parto, juro que cuando el bebé nazca le contaré cada día el dolor que me causó tenerlo

—¡Tranquila, tranquila, respira, inhalar exhalar!—Una enfermera me tranquiliza.

—¡INHALA EXHALA TÚ, PERRA!—

Alexander apretó sus labios uno con el otro intentando no soltar una carcajada ante mi notoria desesperación.

—¡Bien, cuando te diga que empujes, tienes que hacerlo, pero tranquila, siempre respirando tranq...¡AUN NO EMPUJES, ESPERA!—Me gritó asustado. Seguí empujando y el médico se concentro en su trabajo.

Clavaba mis uñas en la mano de Alexander y le gritaba lo cuanto lo odio cada 5 segundos, los minutos se hacían eternos y el dolor era inigualable. Había olvidado lo doloroso que es tener hijos.

Pero, cuando mi dolor cesa, y veo a Alexander desviar su mirada hacia el doctor, los miró, el doctor tenía a mi bebé en sus brazos, lo tenía boca abajo mientras le daba palmadas en su espalda.

—¿Por qué no llora?—Pregunté asustada, sentí como Alexander apretó mi mano contra la suya fuertemente.—Doctor, dame a mi bebé... Quiero mi bebé, lo debo alimentar...¿Por qué no llora?

—Él bebé... No está respirando.—La voz abogada del médico hace eco en mi mente. Alexander al instante suelta un gemido ahogado.

Derrepente escucho un ruido llanto que hace que la sangre vuelva a recorrer mi cuerpo, el bebé en los brazos del médico comienza a moverse mientras qué su boca se abría un poco. El médico sonríe con alegría.

Lo envuelve en una manta y se acerca a mí, me lo coloca sobre el pecho y mis manos temblorosas lo rodean.

—Es una niña.

Alexander susurra mientras con su mano acaricia la cabeza del bebé, pude ver sus lágrimas por el rabillo de mi ojo.

—Diablos, ahora tendré dos reinas en el castillo.

(...)

—Cuidado Matt, me estás haciendo doler.—Gruño al sentir su peso en mi panza, él se aparta rápidamente con una sonrisa nerviosa. Alexander mientras tanto, leía un folleto sobre los bebés entretenido

—¿Le gustará jugar a las luchas?—Dylan inclino la cabeza hacia un costado con duda.—¿Y si no me gusta?¿Que haremos? ¡Tendremos que jugar a las muñecas con ella!

— A mi no me desagrada la idea de jugar con ella. —Matthew se encoge de hombros.

—Seguro... Le va a gustar... Jugar con... Ustedes. —Susurró cansada mientras siento mis ojos cerrarse.

—Niños, mamá está muy cansada no deben molestarla.—Alexander se puso de pie—Amor, iré a llevar a los gemelos a que coman algo, enviaré a alguien para que venga a ayudarte.

—Vé.

Me quedo sola con mi pequeña, la acuno en mis brazos y me pierdo mirándola, es jodidamente parecida a mí, mis ojos, mi cabello, mi tono de piel, es hermosa. Ojalá también tenga mí sutil personalidad.

La puerta se abre y no le doy importancia a quién entre, seguro es uno de los guardias que Alexander envío para que me cuide. Observo por el rabillo de mis ojos como aquella persona se sienta donde anteriormente estaba Alexander, justo alado de mi camilla. Obligada, levanto la cabeza y ahogo un gemido al ver de quién se trataba.

—Hola, enana.

¿QUE MIERDA HACE AQUÍ?




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