Matthew me suelta bruscamente y yo gimo, pongo mis manos en mis rodillas y recupero mi aliento. Me había sujetado tan fuerte que ya no podía respirar, el dolor brupto que apareció en mi espalda fue tan fuerte qué siento como me arde toda esta.
Él no me dedica ni una mirada, se agacha y comienza a revisar las pupilas de su hermano; notoriamente preocupado mientras fruncía los labios y un poco el ceño.
Entonces los supe; así eran ellos. Malos con el mundo, cariñosos con ellos mismos. Su vínculo de hermandad era poderoso, sus miradas de preocupación mutua sorprendían. Como Matthew lo analizaba con temor a que algo le hubiera sucedido, como Dylan miraba su cabello, sus orejas, su rostro, luego su cuerpo, buscando una herida.
Y entonces miré a mi alrededor. Fruncí el ceño y me abracé.
<¡No tengas piedad! ¡Atacalos! Están siendo vulnerables ES TU MOMENTO>
Dylan se pone de pie con ayuda, ellos dos se comparten una sonrisa ligera y vuelven a mirarme. Confundidos, preocupados e impacientes.
—Te esperamos quince años, los quince años donde cada día me la pasaba diciendo que tú estarías preparada para controlar tu poder. Y solo me encuentro con la abrumada desilusión del saber que mi hermana; es una adolescente inmadura, incapaz y que no se merece el amor de un Mclaren Williams.
Las palabras venenosas de Dylan atacaron sin piedad. Bajo mi mirada a sus zapatos apretando mis labios fuertemente, dejando mostrar el afecto que tenían esas palabras.
—Dejala.—Matthew frunce el ceño, mirandome con atención pero cautela.—Está abrumada y no controla sus poderes, no sabe a quien debe tener de su lado.
—¡Esto no es una guerra, Matthew! No es de quien tengo de mi lado o de quién no.—Mi tono se eleva—¡Observame! Soy una semi humana, mortal e indefensa. Ustedes son Demonios, inmortales y con unas sombras que deben estar conteniendose para no atacarme.
Dylan instantáneamente miró a un punto vacío de la sala, supe que miraba a su sombra.
—Pertenecemos a mundos distintos—Les susurré, tranquilamente, intentando canalizar mi paz. —Ustedes al aventurero e intenso, yo al tranquilo y aburrido.
—¿Es que no lo entiendes?—Dylan soltó una lágrimas, afectado por la situación. —Te vi crecer, te vi decir tus primeras palabras, te vi nacer, te vi jugar por primera vez, te enseñé a armar castillos de arena, te enseñé a prender los controles de la televisión, te enseñé a cantar canciones y también te enseñé a bailar. Estuviste cuando de niños hacíamos maldades; estuviste cuando le pintabamos el cabello a mamá o cuando mientras dormía papá le poníamos cera en su barba y te reías cuando gritaba. Crecí a tu lado y llámanos monstruos, asesinos, sociosicopatas, sádicos, e incluso enfermos de la cabeza. Pero si se trata de ti, esperaría quince años más. ¡Eres mi hermanita! TE-AMO. Y no puedo dejarte ir de mi vida.
Lágrimas llegan a mis ojos tan rápido como sus palabras avanzan, siento mi mirada caer al mis manos. Asustada.
—No somos lo que las personas dicen que somos, tenemos una reputación horripilante pero no es real.—Matthew susurró—Somos buenos chicos, que se protegen y viven de su vida casualmente como todo adolescente. Tienes la oportunidad de crecer con una familia de vuelta, la real; que te aman. Cuando era chico, temía a todo. ¿Sabes por qué? Por que sabía que si algo le pasaba a mis padres solo me quedaría con Dylan y no podría hacer todo por ustedes dos. No podría combatir mi miedo, y tampoco podría ser fuerte. Amelie, crecí creyendo que cada día podía ser el último junto a mis padres. Ahora, tú tienes la oportunidad de empezar la vida que ninguno nosotros tuvo; sin guerras, sin mentiras. Solo amor y familia. No nos rechaces.
Matthew estaba tan firme como siempre, su tono de voz era angustiado pero sus facciones eran neutras. Mientras que Dylan lloraba, dejando ver lo tan melancólico, triste y asustado que estaba.
—Solo estoy asustada. —Murmuré, sintiéndome intimidada y juzgada.—No entiendo nada, y es como si de repente tuviera otra vida. Quienes eran mis padres se fueron tan rápido como pudieron, era una carga para ellos y yo los... adoraba tanto. Estoy muy asustada y ustedes, no me ayudan a calmarme.
—Lo sabemos.—Dylan sonríe incrédulo—¡Sabemos que no te ayudamos! Lo sabemos perfectamente porque tú, querida hermanita, no nos permites ayudarte. Eres tan necia y testaruda que...—Ladea la cabeza—Solo, dejamos acercarnos. Vincularnos.
Estoy actuando como una inmadura, tan torpe e inestable. ¡Aigh! Que estúpida. Sé que ellos no me harían daño, que solo quieren acercarse a mí con intenciones buenas, pero... Mi voz interior no para de gritarme que los ataque, que no confíe, que los derribe.
<¡Deja de actuar como niñata! ¡Demuestra ser lo que eres; un monstruo!>
—¡Yo no soy un monstruo!—Grité impaciente. Pero al mismo instante me doy cuenta que los gemelos seguían allí—Yo... No, no era... No quise decirles eso a ustedes.—Pongo una mano en mi sien —Es confuso pero no pregunten.