—¡YA!—Gritó la Reina, impaciente y agobiada por las cámaras—¡Se retiran! Ahora.
—Pero reina...—Una señora que sostenía un microno la mira impaciente
La reina pone sus ojos en negro, la míra en advertencia mientras ladea la cabeza. Fue suficiente para que todos se levanten y salgan lo más rápido posible.
—¡Ustedes adentro!—Ordenó apuntando la puerta. Sus ojos se volvieron esmeraldas de nuevo.
Qué fácil parece que domina su lado demoníaco, a mi me costó horrores el simplemente volver a cambiar el color de mis ojos. Claramente debe ser cuestión de práctica, pero aún así me asombra.
Alguien me coje del brazo y me lleva al interior de la casa. Estaba abrumada por todo el caos a mi alrededor pero justo ví como Matthew y Dylan entraban a la casa ayudando al Rey.
¿Quién me...?
Alzó la cabeza y observo atenta. un hombre que parecía tener unos veinticinco años como máximo, cabello castaño y ojos verdes opacos me ayudaba. Tenía una pequeña barba que lo hacía ver muy bien, él notó que lo miraba hipnotizada por lo cual me miró y me regaló una sonrisa de lado.
¡Oh Dios!
—Tranquila, yo salvó de tu shock temporario y tú me violas con la mirada todo lo que quieras.—Se ríe.
Y entonces reaccióno.
—¡SUÉLTAME!—Grité, ya estabamos dentro de la casa. Dylan había cerrado la puerta.—¡DIJE QUE ME SOLTARÁS!
—¡YA, YA, UGH, GRUÑONA!—Frunció el ceño—Relajate, demente.
—Déjala imbécil—El rey se recuesta en su sillón y tira de su cabeza hacia atrás tocando su costilla—Maldito mundo, cuanto lo odio.
Le doy una mirada negativa al desconocido mientras giro y miro a Alexander.
—¿Porqué no te has curado?
—No bebí de la sangre curativa de Katherine y no pienso hacerlo. Ruthless necklace pierde poder a lo largo de las décadas y se tarda un poco en ayudarme. Sea como sea, no importa. Soporté peores dolores.
No parecía ser un simple dolor, se estaba retorciéndo en el sofá mientras apretaba sus párpados con fuerza. ¿Tanto se podría tardar?
Alexander había sido el único que logró tranquilizarme cuando recibí la noticia sobre mí verdadera identidad, me dió las cartas que ayudaron demasiado para pensar con claridad y me brindó un apoyo emocional muy bueno. Sin decir que había hablado racional y que me dió el tiempo necesario para que tome mis propias decisiones.
Verlo en esas condiciones se me revolvía las entrañeas. No soportaba ver a alguien sufrir, por lo cual tan rápido como pude me acerqué a él. Me saco mi suéter rápidamente, y cuando la piel de mi brazo estuvo desnuda se lo extendí.
—¿Qué haces?—Preguntó Matthew, quien comenzó a caminar en nuestra dirección como si fuera a apuñalarlo—¡Hey, Li! No.
—Necesita sangre curativa. ¿De que me sirve ser Ángel si no aprovecho las ventajas?—Miro al Rey y agrando solo un poco mis ojos—Por favor, bebe.
—Oye, tú, Amelie.—El desconocido me apuntó con el dedo—Alejate de él, no le darás de tu sangre si en verdad no se sabe que eres, según tus hermanos has hecho cosas que un ángel no puede hacer. Déjalo así, Ruthless necklace lo curará.
Me giré bruscamente hacia él.
—¿Y tú quien eres? —Exigí poniéndome las manos en mi cintura. Ya conocia a mis verdaderos padres y hermanos. ¿Pero él? ¿Qué era? ¿El primo sexy? ¿El tío divertido?
—Lucas Cunningham, y si no alejas tu sangre desconocida de mi hermano te juro que iré a tu dormitorio, entraré a tu baño y me robaré todos tus acondicionadores. Así que alejate unos pasos, o sufre la catástrofe.
¿Según él la "catástrofe" es quedarse sin acondicionador?
¡Por fin conocía a Lucas! El tan susodicho hombre que supuestamente es mi tío, bueno. No legítimamente pero sentimental si.
Mis fracciones se congelan, lo miró unos segundos perpleja. Él me miraba en advertencia mientras agrandaba exageradamente sus ojos. Me giré nuevamente a el Rey.
—Bebe.
Sí que fuera a asustarme por la amenaza inútil que brindó.
—Eh... Alexander yo no haría eso. —La voz de la reina llega, recién había entrado a la casa. Su tono de voz era demasiado cauteloso y suave, como si dudará de sus propias palabras—No sabemos que es su sangre...
—Bebe.—Volví a insistir. Suplicante.
—Pa, no.—Dylan lo mira un poco asustado.
Él se inclina hacia adelante, coje de mi muñeca y me mira a los ojos. Acepte suavemente con la cabeza y entonces, haciendo caso omiso a todos; clava sus colmillos sobre mí muñeca y comienza a ingerir cantidad de mi sangre.
Sentía como subcionaba y era la peor sensación de todas, mi muñeca se comenzó a acalambrar y luchaba para no gritar o gemir adolorida. Él quita sus colmillos y rápidamente junto mi brazo a mi pecho.