Encantada [#e4]

Capitulo 9

Abro los ojos lentamente, gimiendo adolorida. Pongo una mano en mi cabeza y la floto con el ceño fruncido. ¿Estaba en mi casa? Una figura entra a la habitación, era Matthew.

—Despertaste

—¿Qué pasó?

—Te encontramos inconsciente en el suelo, Katherine dijo que seguramente era por el estrés y sufriste un pequeño colapsó. Por eso te traje a tu casa, así puedes tranquilizarte y calmarte. Alexander ya despertó, se encuentra muy bien.

¿Un desmayo? ¡No! Alguien me golpeó la cabeza

Miré el reloj colgado en la pared y me sorprendí cuando eran las dos y media AM. ¡Mierda! Me pongo de pie rápidamente, cuya acción me trae mareos por un segundo. Sigo caminando hacia mi armario, cojo lo que necesito y me meto en el baño.

Matthew se pone detrás de la puerta cerrada y la golpea.

—¿Te encuentras bien?—Preguntó, no lo podía ver pero su tono era de preocupación.—No tienes la culpa de nada. ¿Lo sabes verdad?

No contesté. Seguí vistiendome como si no hubiera un mañana. Tomé una remera blanca normal, unos jeans negros ajustados con una campera gris, me hice una coleta alta para luego ponerme la capucha.

—Eres nuestra hermanita, nunca serás un problema, ni un enemigo. No quisiste hacerle daño a papá, y lo sabemos. Solo que, estamos un poco confundidos. Estos quince años nos preparamos para algo que ahora es muy diferente. No sabemos cómo... Tratarte. Es frustrante, siento que eres tanta luz y nosotros tanta oscuridad.

Abro la puerta, él mira sorprendido mi cambio de vestuario.

—Sé que les cuesta adaptarse, más que a mí me cuesta entenderlos.—Lo miró a los ojos mientras niego con la cabeza—Y aveces me comporto como una idiota de primera con ustedes, pero entiendan que es la molestia de no saber que hacer o reaccionar.

—¿Te vas...?—Susurra

—Debo irme.—camino hacia la mesa de luz, tomó mi móvil que estaba colocado allí y luego dinero de uno de los cajones. —Tengo que irme.

Si Allen le hace daño...

—No.—su tono es firme, pero sé que lo usa por qué está apunto de derribarse—No te vayas.

<¡Se fría! No le dolerá tanto su ida>

—Lo siento, no te obedeceré—Le guiñó el ojo y camino hacia la puerta.

—No me abandones.—Susurra detrás mío, en voz tan baja que es inaudible. Su voz se volvió temblorosa, al terminar de hablar liberó un abrumador suspiro

Le estaba dando la espalda, puse la mano en el picaporte y cierro los ojos. Aún que estuviera detrás mío, me imagino su rostro; desesperado, abrumado, asustado...

Su aura se comienza a proyectar, la aura que proyecta sus sentimientos. Debato internamente si esto también es un poder, ¿Acaso era un poder el sentir las emociones de los demás?

—Por favor, no me dejes solo... Estoy asustado.

Si le digo lo que planea Allen iban a matar a Fauna, tenía que irme en silencio aún que eso le rompa el corazón.

<¡Vete! ¡Déjalo solo!> Mi conciencia grita

Comienzo a negar con la cabeza lentamente intentando controlar el sentimiento que proyecta. Me giro a mirarlo

—Debo irme.

—¿Qué?—Suspira, se comienza a desesperar—¡Eres mi hermana! Los hermanos se ayudan. ¡DYLAN ME AYUDA! —Reprocha. Pone las manos en su cabello y comienza a jalar del bello con brusquedad.—¡AYÚDAME!

—¡NO SÉ QUÉ HACER!—Grité de vuelta, movimiento las manos desesperada

—¡SOLO... VEN Y ABRÁZAME!

Miro el reloj, dos y cincuenta y cinco. Siento mi móvil vibrar.

¡No tengo tiempo, mierda!

—Lo siento, te juro que cuando las cosas estén bien volveré y nos abrazaremos como si no hubiera un mañana.—me giro y salgo rápidamente. Comienzo a correr escaleras abajo, me cruzo a bastantes guardias pero ninguno es capaz de detenerme.

Mí brazalete comienza a brillar con intensidad, parpadeando. Siento mi corazón encogerse, según me contó Katherine brillaba cuando uno de los tres se sentía mal. Tengo la firme sospecha, que era por qué le había roto el corazón a Matthew. Sin embargo, no tengo tiempo para debatirlo.

Salgo de la casa, el frío invernal choca contra mi rostro y gimo. Me acomodo mejor la capucha y comienzo a correr, sintiendo la mirada pesada de Matthew quien estaba mirandome desde el balcón.

(...)

Miro a mi alrededor nerviosa, abrazo mis brazos y suelto un suspiro sintiendo mis dientes temblar y chocar entre sí.

—¡Allen!—Grité. Miré el reloj de mi muñeca; tres y cuarto. ¿Llegué demasiado tarde? —¡ALLEN!

—Llegas tarde.—Su figura aparece, venía caminando con tranquilidad mientras se ponía las manos dentro sus jeans. La oscuridad del callejón apenas me permitía verlo, con mucha sutileza.—Me agrada mucho la puntualidad ¿Sabes?

—¿Dónde está Fauna?

—Nunca la secuestre.—Se encoge de hombros—Se transformó en la luna llena y dejó su teléfono en el bosque. Simplemente lo cogí.




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