Encantus. Alas de fuego (libro 3)

Capitulo 9: Discusión familiar

Capitulo 9:

Discusión familiar

 

El señor George no regresa a casa. Tuvo guardia esta noche. Por lo que evitó mencionar mi altercado con Tony. Fue muy imprudente de mi parte ir a su encuentro y aunque las cosas no salieron tan mal, no estuvo bien. La abuela igual se va a enterar, pero en estos momentos no tengo cabeza para otro sermón. Tenemos meses dentro una burbuja de sobre protección por su parte, y los nuevos eventos que azotan al pueblo están por reventarla. Rocío no estará feliz.

La condición de Tony da vueltas en mi cabeza, él quería que les entregara a mis hermanos. La hermandad sigue estando tras nosotros, y ya no me siento tan segura. No sé si mi madre sea capaz de acercarse a esta casa. Hacer entrar en razón a la abuela sobre ese tema no será sencillo.

—¿Qué te tiene tan inquieta? —pregunta la abuela moviéndose por la cocina terminando de preparar la cena. Mira sobre su hombro. Su mirada parece taladrar mi rostro en busca de lo que le oculto.

—Pues mi… Cristina apareció hace unos días —comento para ver su reacción.

Vuelve la vista a su quehacer.

—No se atreverá a venir aquí —asevera.

La ayudo a llevar los platos a la mesa mientras ella revisa uno de los cajones en busca de los cubiertos.

—¿Cómo puedes estar tan segura? —insisto.

—No sé —dice exasperada. Deja caer los cubiertos. Doy un paso para ayudarla, pero no me lo permite—. Deja que yo los recojo.

Se agacha y levanta uno por uno. Ruedo la silla de no hacer tanto ruido y tomo asiento.

—Tengo la esperanza de que se olvide por completo de nosotros —refunfuña alterada. Es muy difícil hablar con ella de la hermandad sin que terminemos discutiendo. —Solo tenemos que mantenernos al margen. ¿Entiendes María Fernanda? Nada de involucrarte con cualquier caos que generen esas hadas, o tu madre.

Me cubro el rostro con las manos. No es que quiera involucrarme, es que no puedo no hacer nada. Porque mis hermanos y yo estamos en peligro, y ella parece no entenderlo por completo.

—¿Sabes lo que está pasando?

—Un poco. He preferido no escuchar a George y prefiero que tampoco lo hagas.

Es un poco tarde para eso. Cruzo mis dedos y descanso mi mentón sobre ellos.

—Él no sabe cómo detener las muertes, abuela.

—Nosotras mucho menos —replica tajante. —Sé que es… muy duro lo que ocurre, pero aun así no es nuestro problema —organiza los cubiertos en su lugar en la mesa.

—De verdad que a veces eres imposible —digo entre dientes.

Aspiro un poco de aire y me mentalizo para darle continuidad a esta discusión hasta que ella no tenga otra opción más que decirme lo que sabe, pero Shema entra seguido de mis hermanos. ¡Qué inoportunos!

—¿Podemos cenar? —pregunta Cris ubicándose en una de las sillas.

Shema va directo a la nevera a servirse un vaso de agua. Kevin se detiene entre ella y yo, con las manos sobre el espaldar de la silla que nos separa.

—Podrían dejar de discutir —pide desviando la mirada entre ella y yo.

Rocío nunca volvió a cruzar una puerta hacia Encantus desde que fue expulsada. Puedo entender un poco su necesidad de mantenerse al margen. La hermandad destruyo su vida.

En cuanto a mis hermanos, Kevin es quién más evade hablar sobre Encantus. Mi hermano prefiere hacer como si ese tiempo nunca hubiera existido. No lo dice, pero odia ese lugar, y si escogemos bandos elegiría seguir a mi abuela.

Sé que Cris evita el tema, para no incomodar a su gemelo. Justo ahora parece estar en medio de una indecisión por tomar partido en la discusión.

—Están muriendo chicos inocentes, si pudiera decirnos algo de como pararlo o lo que está sucediendo con exactitud quizás…  —interviene Shema por primera vez en meses en que el tema sale a relucir.

—La abuela lo ha dicho, no es nuestro problema —replica Kevin con una voz cargada de rencor. Él no está bien. Traerlo a casa no fue necesario para que volviera a ser el mismo de antes, obviamente todos cambiamos con esa ida a un mundo desconocido y despiadado, pero él guarda mucho resentimiento.

—No lo es —concuerda Cris sin mirar a nadie— pero, si hubiera algo que pudiéramos hacer…

—Pues no cuenten conmigo. No le debo nada a este pueblo. No hicieron nada por mí, no tengo por qué hacer algo por ellos.

Shema se tensa. Sostiene el vaso vacío con ambas manos. Mi abuela omite dar cualquier opinión.

—No por eso le vamos a dar la espalda —replico.

—Tampoco podemos ayudarlos —me contradice mi abuela.

—Ellos no merecen que lo ayudemos —refuta Kevin sin ninguna intención de salir de su posición.

—Todos merecen ayuda si la necesitan —expone Cris.

Mi amigo no dice ninguna palabra, ni a favor ni en contra.

—Quienes estamos aquí hicimos algo, hasta lo más insignificante que pueda imaginar para que tú estés aquí a salvo —alzo un poco la voz. Sé que no tuve el apoyo de muchos para ir por él, pero mi amigo creyó en mí desde el primer momento. Sigue creyendo en mí, y en que no todas las hadas son despiadadas. —Eso debe ser más que suficiente para ti, Kevin.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.