—¡¿En serio te besó?—gritó Lilie luego de que le contara todo lo ocurrido con Petter aquella madrugada.
—¿Te gustó? ¿Qué tal besa?—preguntó Tere en un tono de picardía.
—¡Vale!—exclamé deteniendo sus preguntas— Tranquilas chicas, solo fue un beso.
Ambas alzaron una ceja.—¡Celina!
—¡Ash! ¡Vale! ¡Fue el mejor beso!—dije con alegría.
—¿De que me perdí?—escuchamos decir a Mary quién como siempre llegaba tarde.
—Celina se besó con su vecino.—resumió Lillie mientras Tere me miraba sabiendo que sucedía algo más.
—Celi ¿qué pasa?
—Tengo miedo. No quiero que se enamore de mí, no quiero enamorarme de él.—mis amigas me miraron sorprendidas.
—Celina tienes que olvidar lo que pasó con Carlos.—Tere intentó seguir hablando pero la interrumpí.
—Ya no puedo seguir confiando tan fácilmente en un hombre, ya no. Además, por alguna extraña razón nuestros padres siempre nos han prohibido interactuar uno con el otro.—seguía teniendo inquietud sobre el porqué del comportamiento de nuestras familias.
—¿Qué pasó luego del beso?—preguntó Mary caminando hacia su taquilla.
No respondí.
—¿Qué pasó Celina?
—Salí corriendo y lo dejé en la terraza.—ellas comenzaron a abuchearme por mi tonto acto.
—Entonces después del beso no has vuelto a hablar con él.—Tere señaló lo obvio a lo que yo asentí.
Cuando acabaron las clases me despedí de las chicas y me encaminé a la parada del bus cuando escuché que alguien me llamaba.
Era Carlos.
Apresuré el paso, no quería verlo.
—Celina, debemos hablar.—decía mientras se ponía en frente de mí.
—Yo no tengo nada que hablar contigo. Quítate de mi camino, estorbas, así como estorbaste en mí.—le espeté comenzando a caminar.
—Estoy arrepentido Yo de verdad te quiero.—hizo el intento de tomar mi mano pero la aparté lo más rápido que pude.
Quería creerle, pero sabía que estaba mintiendo...una vez más.
—¡Déjame en paz!—grité.
Subí al autobús de inmediato. Caminaba hacia mi casa mientras pateaba una pequeña roca, entonces noté que Petter estaba discutiendo con un chico.
—¡Eres una mal amigo!
—Solo fue una vez, y ella fue la que me buscó.
—¡No me interesa nada que venga de ustedes!—fueron las últimas palabras de Petter antes de cerrarle la puerta en la cara ,dejándolo afuera.
—¿Estás bien?—le pregunté tímidamente al chico de ojos grises que ahora estaba sentado al frente de mi casa.
—Le fallé a mí mejor amigo.—susurró en un hilo de voz.
—Oh ¿Tú eres...o bueno, eras el mejor amigo de Petter?
—Si, lo era, ya no le interesa mi amistad.
—¿Cómo quieres que le interese tu amistad si te metiste con su novia?—le dije enojada, el chico me miró confundido.—Lo siento, me estoy metiendo en algo que no debo.—me sonrojé ligeramente apartando la vista, sin embargo el sonrió.
—Te ves muy linda cuando te enojas.—sus palabras solo amataron más mi sonrojo.
—¿Me dejas pasar? Debo de entrar a mi casa.—dije tratando de pasar por alto su cumplido.
—Claro, si me dices tu nombre.—el tono coqueto era evidente en su voz.
—Celina.
—Jorge.—dijo mientras estrechaba mi mano.
—Debo entrar a casa.—volví a repetir.
—Espero verte pronto.—se despidió comenzando a alejarse.
Vaya, Jorge me agrada.—pensé pero entonces recordé lo mal amigo que es y entonces también recordé a Petter y nuestro beso, me apenaba volver a verlo.
Entré a mí habitación revisando mi celular. Tenía una mensaje en Facebook de una persona que no tenía agregada...Oh, era Petter.
"Celina ¿podrías salir? Tenemos que hablar"
Indecisa le confirmé y salí de mi casa.
—Hola.—saludó con una sonrisa.
Automáticamente mis cinco sentidos dejaron de funcionar.¡Ash! Con un simple gesto me ponía así.
—Hola... lamento haberme ido corriendo de la terraza y dejarte solo, es que me puse nerviosa y...—explicaba a toda velocidad cuando vi aparecer a mi madre.
—¿Celina que haces aquí con él?—el enfado era evidente en su voz. Para empeorar la situación, la señora Rosio, madre de Petter, sale de su casa ordenándole seriamente que entre.
Ambos nos vimos confundidos mientras nuestras madres nos reprochaban por vernos juntos. No entendía nada y antes de poder decir nada, mi madre me entró a la casa y Petter iba hacia la suya.
—¿Mamá que está sucediendo?—necesitaba una explicación.
—Simplemente no le hables más a ese chico.—fue la respuesta de mi madre dejándome con la misma—o peor—incertidumbre.
Como era de costumbre me dirigía a la terraza, pero mi madre interrumpió mis planes.
—No subirás más a la terraza, no vas a entablar ni una conversación más con ese chico.—no me quedó otro opción más que asentir derrotada.
Me regresé a mi habitación tumbándome en la cama. Vi que tenía varios mensajes en mi celular así que decidí llamarlo.
Le expliqué el porqué no podía subir más a la terraza y conversamos tratando de averiguar el odio mutuo de nuestras familias o él porqué no querían que habláramos.
¿Qué ocultarán?—pensé.
Nos despedimos sin poder tocar el tema del beso. Por lo menos yo dormiría pensando en las raras actitudes de nuestra familia.