Encuentros de medianoche

II

La pantalla de mi celular se ilumina mostrándome el nombre de mi madre, lo ignoro y vuelvo mi vista a la computadora sin dejar de teclear, segundos después vuelve a vibrar ahora mostrando a mi padre, bloqueo el teléfono tratando de no desconcentrarme, una vez que comienzo con mi tarea no me gusta distraerme para no perder el hilo de lo que estoy haciendo, el silencio de la casa no se vuelve a interrumpir, en la esquina de la pantalla del portátil veo como me llegan diferentes mensajes de las mismas personas que me han estado llamando pero sigo sin prestarle atención.

Horas después termino lo que tenía pendiente y busco algo más en que distraerme, pero no encuentro nada lo suficientemente bueno.

La noche llega de nuevo volviendo a la rutina en la que me quedo parado en la ventana viendo el cielo oscuro por ratos, me doy un baño en un intento inútil de relajarme, camino por toda la casa buscando algo que no hay y regreso a mi habitación rendido, cansado de esto, suelto un suspiro, me acerco a la pared en donde mis dibujos cuelgan sin un orden, los observo con detalle recordando el momento en que hice cada uno y en lo que pensaba mientras mis lápices hacían los trazos, un nudo en mi garganta se forma, la desesperación comienza a crecer de un momento a otro, mi respiración de agita y tengo que alejarme de ahí antes de arrancarlos todos de golpe, me paso las manos por el cabello jalándolo, doy vueltas en mi eje tratando de calmarme, termino con ambas manos sobre la pared contraria y me concentro en mi respiración tratando de normalizarla mientras la nariz comienza a picarme y los ojos a arderme, los cierro con fuerza.

-Te tienes que calmar. - me hablo a mí mismo.

Cada noche se vuelve más pesada y el no saber por qué me está matando, me siento mal, la soledad me afecta cada vez más, sé que tengo a mis amigos, pero el estar ignorando sus llamadas estos últimos días y no ir a la escuela no ayuda. Conocen la rutina, me desaparezco el tiempo que necesito y vuelvo como si nada hubiera pasado, ellos actúan normal y no hacen preguntan, lo hacen porque yo les pedí que fuera así.

Las personas que en verdad necesito conmigo están a miles de kilómetros de mí.

 Nada logra distraerme, perdí las ganas de dibujar hace meses, ninguna serie o película me atrapa, me siento cansado todo el tiempo, apenas logro levantarme por las mañanas, el insomnio me mata poco a poco haciendo que me irrite con facilidad.

Suelto un suspiro enderezándome por completo, pienso en llamar a alguien, pero no sé quién podría estar disponible a esta hora, es tarde, Josh querrá hacer alguna estupidez, Astrid ya debe estar dormida y no hay nadie más que quiera venir solo a hablar.

 

Al día siguiente decido que es tiempo de volver, solo cambio mi pantalón de pijama por unos jeans negros y me monto en mi auto, no tengo ánimos de caminar, cuando llego apago el motor pero no me bajo, observo a todos llegar y entrar al edificio, hay personas muy animadas que gritan y levantan sus manos apenas ven a sus amigos mientras otros llegan en pijamas aun algo dormidos, pero quien se lleva las miradas de la mayoría es Joy, llega caminando pero es fácil distinguirla entre la multitud con su vestido rosa chillón y sobre este un suéter blanco del mismo largo, se acerca a mis amigos quienes la esperan en el parque de enfrente y caminan juntos hasta la entrada.

Me restriego los ojos, tomo mi mochila del asiento del copiloto y bajo de un salto para después dar un portazo.

-Hombre, que buen look traes hoy. - las palabras de Josh me hacen bajar mi mirada a lo que traigo puesto, ¿de que habla? Estoy igual que siempre. Astrid me saluda con un movimiento de cabeza, Joy me mira de arriba abajo y parece querer decir algo, mira a los chicos, pero cuando se hacen los desentendidos ella parece desistir y solo sigue caminando.

 

Logro entender algunas de las cosas que los maestros dicen gracias a las tareas que hice los últimos días, pero en momentos me siento perdido, miro a mis lados viendo lo que los demás hacen. Alguien toca mi hombro y me giro, Astrid me pasa su libreta desde el asiento de atrás para poder leer sus apuntes dándome más información para que pueda seguir trabajando.

Cuando la hora del almuerzo llega, decidimos sentarnos en una de las mesas de la cafetería, es pequeña por lo que tenemos que apresurarnos antes de que se llene, una vez ahí nos acomodamos en una de las esquinas.

- ¿Cuándo iremos a la feria? Estará por unas semanas, pero quiero ir a los juegos, no hay parques de diversiones cerca de aquí. - Joshua habla con la boca llena.

-Podemos esperar a que pase la semana de exámenes. – Astrid solo juega con su comida.

- ¿Por qué esperar?

- Bueno haz lo que quieras.

- No te enojes, princesa. - lo siguiente es una botella de agua contra la cabeza del chico.

-No vuelvas a decirme así. - Josh apenas logra recuperarse para decir algo cuando la maestra que hace la guardia hoy aparece frente a nuestra mesa.

-Señorito Mendes.

-Ella empezó. -la maestra alza las cejas.

-Me acompaña a la oficina para que el director pueda recordarle el reglamento sobre la vestimenta. - y después de que dice eso noto la camiseta que trae, es negra con un estampado blanco de una mano mostrando el dedo y las letras “fuck you” debajo, intentó cubrirlo con una camisa de botones también negra pero no tuvo éxito al traerla siempre abierta.



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En el texto hay: humor, romance, amistad

Editado: 24.01.2022

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