Capítulo 15:
Boda de Tanils
05 de junio 1728
Selt Riquelme
El día es maravilloso, soleado y despejado. Me alejo de la ventana y me doy un último vistazo en el espejo. El vestido es hermoso. El púrpura contrasta con mi pálida piel y mi cabello blanco. Lo único que parece fuera de lugar son mis ojos. Escucho a mi madre desde el pasillo:
—Selt, es hora de irnos.
Abandono la habitación y bajo las escaleras. Nariel me observa detalladamente; se ve preciosa en su vestido negro. Para muchos, el negro es símbolo de luto, por lo que no es apto para usarse en una boda, pero, en ella, parece que tuviera otro significado.
Mi madre abre la puerta, esbelta en el vestido marfil; en los bordes de la falda y en el corsé, se extienden espirales de un rojo intenso.
Tanils camina nerviosa. El vestido rojo pálido envuelve su cuerpo como una segunda piel y un velo rojo, casi trasparente, le cubre el rostro.
Soy la última en salir.
Un carruaje tirado por caballos negros nos espera. Nariel ayuda a Tanils a subir y luego se sienta a su lado. Yo me ubico al lado de mi madre. Nos ponemos en marcha.
La ceremonia será en una estancia del concejo, que se encuentra en el centro de la ciudad. Allí se llevan a cabo las celebraciones más importantes, y la boda de mi hermana está en esa lista.
Tanils y Carmelo se encuentra en el centro de un círculo de símbolos. Él sostiene una pequeña daga de bronce sobre la palma de la mano de mi hermana. Un hilo de sangre cae de su palma y los símbolos del círculo se iluminan. Ella toma la daga y hace lo mismo en la mano de él. Cada símbolo brilla con intensidad, como si cobrara vida. Unen las manos, y el brillo de los signos se mueve como una serpiente sus pies, como una corriente mágica que sube por sus cuerpos hasta llegar a las manos, y desaparecen como si nunca hubiera ocurrido nada.
El representante del concejo, un señor alto con la piel arrugada y pálida, el cabello completamente blanco y los ojos hundidos en el rostro, entra en el círculo. Sostiene un libro pesado y enorme ante la pareja.
Tanils pasa su mano sobre una hoja en blanco del volumen, la cual se ilumina. Con Carmelo sucede lo mismo. Nadie escribe en el libro. Cuando la mano, ya con la herida cerrada y la sangre de la pareja dentro, pasa por encima de la hoja, la magia plasma una huella en ella.
La sangre es el elemento más poderoso que puede existir, por lo que dos almas por sangre deben unirse.
El libro se cierra y la ceremonia ha culminado.
Las puertas del recinto se abren, pues la celebración se hará en el exterior, al aire libre. Espero que todos salgan. Me quedo más tiempo, afuera suena algo de música. Me levanto; es mejor no hacer esperar a mi madre.
En el centro se encuentra una plataforma de madera, rodeada por mesas cubiertas de blanco. Mia, en brazos de su prometido, se mueve al ritmo de la suave melodía. Lo de su compromiso ya es un hecho. Después de su cumpleaños, se iniciarán los preparativos para la boda. Aun me parece irreal que mi mejor amiga vaya a contraer matrimonio. Últimamente, todo está pasando tan rápido que me siento perdida, como si no perteneciera a esta época. Casi no pudimos hablar durante la ceremonia. Fabián no se alejó de ella ni un segundo, y se dedicó a desviar mi conversación en todo momento, siempre atrayendo el interés de Mia. No sé por qué, pero hay algo en él que no termina de convencerme. Quizás es solo producto de mi imaginación y estoy viendo cosas donde no las hay; la boda será pronto y la euforia del evento los tiene a los dos como flotando en las nubes, mas hay como una vocecita dentro de mi cabeza que insiste que hay algo oculto detrás de esos ojos café.
Muevo un poco la cabeza. Es tonto pensar en eso. Ahora estoy viendo el mal en todos los desconocidos que han llegado a esta ciudad, me siento un poco paranoica. Mia está tan feliz, sus ojos se iluminan cada vez que mira a su prometido.
Mi madre invitó a casi media ciudad. Nadie parece fijarse en mi retraso. Hay una mesa solitaria alejada de todas las demás. Es perfecta. Arreglo mi vestido antes de sentarme, desde aquí puedo ver a todos. En la pista no solo se encuentra Mia y Fabián, también están Sergio y una chica de rizos rubios, se encuentra en sus brazos. Llegaron juntos a la ceremonia. Ella no para de sonreír; la forma que se miran dicta que existe mucha confianza entre ellos. Seguramente es su prometida; no la conozco y no puedo dejar de mirarla con recelo. Es bonita y él parece disfrutar de su compañía. ¿Qué oportunidad puedo tener? Esto me pasa por hacerme ilusiones. Él no es de aquí, solo está de visita. Volverá a su vida muy pronto, una vida que desconozco.
Alejo la vista. Es mejor así, mi existencia es muy complicada como para dejar que alguien más entre en ella.
Todos disfrutan, pero me siento incómoda. No pertenezco a esta celebración. Soy como un fantasma, invisible para todos. Es preferible estar sola en mi habitación que en un lugar rodeado de gente. Me levanto y camino entre los invitados hasta el otro extremo. Mi madre y hermanas están allí, conversando con entusiasmo con otras damas. Una de ellas es la suegra de Tanils, una mujer gruesa, envuelta en un horrible vestido café. Tiene los ojos muy pequeños para el ancho del rostro y el cabello oscuro, perfecto en un moño alto que deja al descubierto su corto cuello. Se me queda mirando mientras me acerco a ellas.
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Editado: 16.06.2021