A la velocidad de un deslizamiento de pantalla, pasaron dos semanas.
Noviembre llegaba a su fin; con él, la última calidez del año. Los peatones se abrigaban con fuerza mientras se apuraban a llegar a sus casas, entre ellos, quien más frío sentía era Chen LinBao, pero no era por el clima, lo que le congelaba el alma era el arrepentimiento.
―¿Lo mismo de siempre? ―preguntó la señora de rostro amable que atendía la florería.
―Por favor, señora Zhang.
La sonrisa de la mujer se hizo más grande cuando se apresuró a preparar un ramo de rosas rojas con rosas chinas alrededor. Desde hace dos semanas, este cliente acudía sin falta a su tienda; sin duda su pareja debe estar feliz de tener a un novio como él, pensaba.
Lo que no sabía es que no era un detalle para fomentar el amor. Chen LinBao se estaba disculpando, aunque si le preguntaran por qué, entonces no podría responder con seguridad.
Todo empezó hace dos semanas.
Después de que reconociera a Li Fang como la persona que lo chocó, le dijo que lo llevaría a la estación de policía para que resolviera cualquier problema que tuviera, después de todo, era profesor y no podía evadir la responsabilidad como superior de ayudar a un estudiante, incluso si no era un asunto académico.
El problema es que Li Fang se negó con vehemencia, balbuceando y llorando incoherentemente mientras se abrazaba de su abrigo y lo llenaba de mocos. La gente volteaba a verlos, pensando que era un hombre escoria que trataba mal a su pareja. Li Fang creyó que para no manchar su reputación, Chen LinBao aceptaría de inmediato cualquier cosa que le pidiera para que dejara de llorar. No esperaba que, en cambio, le ordenara que lo soltara o llamaría a la policía para denunciarlo por acoso sexual. Así que dejó de lado su acto de víctima.
―Si algo me pasa esta noche, ¡todos lo culparán! Le dije a mi familia y amigos que estaría con usted ―declaró.
Ante esto, Chen LinBao todavía frunció el ceño, sin importarle lo que pudiera inventar esta persona.
Entonces Li Fang cambió de táctica.
―Las pruebas ya están en su lugar, si lo digo nadie se atreverá a dudar de mi palabra ―. La familia de Li Fang era rica e influyente, así que esto debería ser cierto―. Cuando corra el rumor de que usted me obligó a algo que no quería, ¿qué pensará la dirección de la universidad? O Wang SiuYun...
La cara de Chen LinBao todavía era de sospecha, aunque hubo un ligero cambio al escuchar lo último.
―¿Qué es lo que quieres? ―cuestionó.
―Solo un lugar donde esconderme esta noche ―declaró retomando una mirada lastimera e inofensiva, aunque ninguno de los dos involucrados en la conversación la creía.
Hasta ahí todo puede haber ido bien, mas el hubiera no existe, ya que ahí estaba la raíz de la culpa de Chen LinBao.
Después de llegar a su departamento, no supo nada más. Ni siquiera recordaba haberse quitado el abrigo. La extrañeza de eso es evidente, solo que, ¿cómo le iba a explicar que tenía una amnesia repentina al Wang SiuYun que fue a tocar la puerta en la mañana? Encima, quien abrió fue un Li Fang vestido únicamente con una de sus camisas que le llegaba a mitad de sus muslos; luego, Chen LinBao salió de su habitación al escuchar el timbre, ¡y solo vestía los pantalones del pijama! Eso no era todo, la ropa tirada de forma desordenada en la sala y extrañas marcas en las piernas de Li Fang indicaban algo que incluso un tonto podía adivinar por su cuenta.
Chen LinBao quería gritar que era inocente, que no sabía qué pasó, pero Wang SiuYun sólo dijo: "regrésame el libro de mi bisabuela cuando tengas tiempo", se dio la vuelta y se fue.
Desde ese mismo día, empezó a comprar un ramo de rosas, una caja de dulces (de diferente tipo cada vez) y rogaba por aunque sea un minuto de conversación.
―Lo siento ―pidió Chen LinBao por enésima vez en este día.
Para ser honestos, Lewin no estaba enojado de verdad, al menos no al nivel en que lo ignoraba por dos semanas y faltaría incluso a sus clases. Lo que sentía era indignación y lo que buscaba era que el otro sufriera un poco.
No es como si creyera el acto de "nos acostamos anoche" (aunque al principio sí se confundió por todo el escenario que preparó Li Fang), pero había pistas claras por las que no cayó en la trampa, como el hecho de que la ropa estaba tirada demasiado al azar, no importa qué tan desesperados estuvieran, ¿la camisa de uno estaría en la entrada mientras que el pantalón cerca de la puerta del balcón? Si se tratara de impaciencia, en realidad estarían más juntas (y no tan intactas), sin embargo, lo que lo convenció de la inocencia de Chen LinBao en este hecho fueron de hecho las marcas desordenadas en las piernas de Li Fang, porque él mismo había amanecido con chupetones en el el abdomen y, a diferencia de lo que tenía Li Fang, no se veían tan escandalosos, la forma e intensidad en el que se ven son demasiado diferentes.
La razón por la que aplazó la angustia del profesor por dos semanas es que el otro estaba demasiado despistado. Le dijo de forma clara que regresara el cuaderno de Elizabeth ¡y aún no lo había hecho!
Por eso decidió que ese día le permitiría hablar.
—Hablemos —declaró Lewin con cara seria.