Lewin no había asistido al taller el día anterior por la fiebre y el dolor causados al pasar el almacenamiento del sistema a su alma, así que esta vez se levantó muy temprano por la mañana para salir incluso antes de que Luzz se asomara por completo. Viendo que Elís seguía dormido, no hizo ningún ruido al prepararse.
La indumentaria que vestía para trabajar era simple: calzas de color blanco, botas de cuero y cotardía café junto con un chaperón largo blanco, además de una máscara de porcelana blanca con destellos plateados. El último elemento era un distintivo de su identidad como los ojos de las diosas, su hermano y otro de los Ko-a con el mismo don ocupaban una diadema dorada, mientras que el último de los cuerpos sacramentales usaba una máscara negra en la mitad inferior. Se observó en el espejo, apreciando el encanto místico de su vestimenta.
Luego caminó hacia su taller con un ánimo expectante. Por alguna razón, hoy amaneció de buen humor; tenía un buen presentimiento sobre este día.
Hablando con honestidad, si descarta las condiciones de vida de las personas en este mundo, en realidad Lewin no odiaba tanto este lugar. En su vida original, él fue una persona de apariencia promedio, y aunque tanto Wang SiuYun como Hansen tenían un rostro atractivo, no poseían la belleza hechizante de Emiú. Suponía que tenía algo que ver con su ascendencia, puesto que Bellara y Tebias se consideraban en la historia de Hauttlunn las dos personas más atractivas en los últimos siglos.
No era sólo la apariencia, aun si Lewin admitía ser bastante superficial en ocasiones, otra cosa que le gustaba era la invulnerabilidad y residuos de magia. Lo primero se refería al supuesto de que vivir junto a tu otro corazón te haría inmune a la mayoría de las enfermedades y, en términos simples, tendrías buena suerte todo el tiempo. En cuanto a lo segundo, era más complicado de explicar.
A veces eran aves que se desvanecen en el aire, otras personas que afirmaban escuchar los pensamientos de su otra mitad o incluso un equilibrio perfecto de cualidades: un corazón sería muy fuerte y el otro muy débil, un corazón sería inteligente y el otro un poco tonto, uno bello y otro feo, y así sucesivamente. Según los libros de historia, estos eventos casuales disminuían con el tiempo, quizá en algún momento en el futuro, nadie recordaría que en este mundo existió alguna vez algo tan fantástico como lo que ocurría hace dos siglos.
Aunque se negaba a admitirlo, a Lewin en el fondo le emocionaba la idea de la magia. Usualmente no pensaba mucho en ello, pero en el último mes no sólo recordó sus experiencias en las misiones, también estaba su monótona y decadente vida original. No es que hubiera mucho que recordar de sí mismo como Lewin, sino que la situación de Emiú le recordaban lo que experimentó en ese entonces.
Descubrió que le gustaban los hombres porque se enamoró de uno de sus compañeros en la universidad, incluso salieron por un tiempo hasta que por casualidad lo descubrió paseando y besándose con una chica, cuando lo interrogó al respecto, el otro no sólo no se excusó, sino que aseguró que nunca lo quiso y terminaron la relación. Lewin no lo lamentaba, sin embargo, para Emiú fue muy distinto el enfrentarse a la traición; cuando este se enteró de que no significaba nada para Sham, le dolió el corazón como si se hubiera roto en pedazos y si agregamos el hecho de que en ese momento el príncipe se lo estaba comiendo, el efecto debió ser más devastador.
Por supuesto, aún si Lewin no sufrió tanto como Emiú, todavía fue afectado en ese momento, dejó de buscar el amor y, de hecho, se debió a esa ruptura que se aventuró en leer novelas web acerca de viajes entre distintos mundos, disfrutaba en particular aquellas donde había una pareja de amantes que se reencontraban en cada vida. Por eso inconscientemente su alma anhelaba la magia, porque si existía ello, ¿no implicaba que los romances incondicionales como el de las novelas también podía hacerse realidad?
Al pensar en el amor, le vino a la mente su objetivo. Entonces se dió cuenta que ese término era muy oficial y distante, ¿debería empezar a llamarlo amante? Ante tal denominación, una sonrisa apareció en sus labios. Suena bastante bien. Junto a esa pequeña decisión, sus emociones subieron hasta una altura a la que no habían llegado en mucho tiempo. Tal vez pronto lo vuelva a ver, pensó con extraña certeza.
☆★☆
Habían pasado dos días y dos noches desde que Gae vió por primera vez al chico de la máscara, en ese tiempo no había pasado nada durante las horas de Luzz, pero en horas de Lunn la cosa cambió.
Había un dicho común en Lumdule que mucha gente tomaba como un acto de burla al reino vecino, pero eso era porque su origen no estaba claro para estas personas. La frase decía "no te ates con las cadenas de Ness" y se usaba para advertir a la gente de que su idea era estúpida o lo que estaba por hacer era un error. Sin embargo, los ejecutores de Luzz y otros cuerpos sacramentales conocían la historia que aludía al dicho.
Hace más de doscientos años en este mundo existía algo llamado magia, además de otros elementos que Gae no podía ni siquiera imaginar cómo se usarían en la actualidad. En ese entonces, las diosas caminaban con libertad en la tierra, el cambio ocurrió, según lo que cuenta la leyenda en el imperio, cuando una arrogante reina en Hauttlunn llamada Ness se enamoró de una diosa, Lunn. Hechizada por su amor, mandó a forjar unas cadenas de oro para apresarla en su castillo.