Lewin miró aturdido la barra de progreso después de despertar: 75%.
Shesh (así es como 2-2 dijo que podía referirse a él) ya le había informado que ese era el porcentaje que tendría después del mundo de misión anterior. Después de eso solo quedaría un destino más al que ir para recuperar todos los fragmentos del alma de G'Hässan.
Aunque en ese momento no pensó en ello, después de desmayarse y recuperar tantos de sus recuerdos al lado de su amante, sabía cuál era el destino final exacto al que tendrían que ir. No obstante, saberlo no importaba ahora, porque es muy probable que ya no estuviera ahí. Si la suposición de Shesh era correcta, entonces el veinticinco por ciento restante ya había sido tomado por Yi'a Hell o EdA o el CAE o cualquier otro que lo quisiera.
La razón por la que sabía eso era por ese recuerdo que derrumbó la pared que lo separaba de sus recuerdos.
Todavía no podía procesar todo. El rompecabezas con piezas perdidas ahora estaba completo, pero triturado e incapaz de armarse, así que no podía determinar hace cuánto o qué tanto se conocían cuando sucedió eso, pero Lewin solo pudo concluir que era un idiota.
Seguía tirando sobre la mesa de piedra en una posición incómoda, le dolía el cuello, pero no se quería levantar. Abrió los ojos solo por un momento, encontrando la mirada indiferente de Shesh, quien se reclinó de manera elegante mientras bebía una taza de té. Xiaoling ya se había ido.
—No voy a hablar contigo —le dijo mientras entrecerraba sus excéntricos ojos rojos—. Piensa con cuidado en qué tanto has recordado y cuánto todavía te falta por saber, pon en orden tu mente y después, cuando tengas una respuesta clara, tendremos un punto de partida para resolver este lío.
Resistiendo las ganas de golpear a alguien en la cara, Lewin se incorporó de una manera más cómoda y cerró los ojos. Si alguien no supiera que estaba meditando, podrían creer que se quedó dormido.
Piensa. El tiempo es indefinido, pero siempre hay orden en el caos… Hace unos gonios… No… Revolución cósmica. Una… Cuatro… No. Es… Sí. Disociación del alma, fue… ¡Sí!
—¡Lo tengo! —exclamó después de abrir los ojos.
—Bien —suspiró Shesh—. Cuéntamelo todo.
☆★☆
G'Hässan, la primera vez que te vi, estaba perdido. No me refiero a los sentimientos que llegaron como una corriente tempestuosa a mí, a pesar de que no creía en el amor a primera vista y mucho menos en el afecto entre trotamundos. No. Estaba perdido porque eras el objetivo de mi misión.
Solo un idiota se enamoraría de la persona que debe destruir. Y ahí estaba yo, siendo tan felizmente estúpido mientras me enamoré de ti, fingiendo que podía controlarlo, que lo disfrutaría mientras durara y luego te dejaría ir.
Fallé de la peor manera.
Te perdí.
Cuando te condenaron al vacío gracias a mí, yo mismo tuve que apretar el gatillo.
Yo, quien juró que te tomaría como un juego pasajero. El mismo que se guardó las únicas palabras que quería gritar a todo pulmón cada noche que pasábamos juntos.
Te amo.
Y lo siento.
Cada vez que me profesabas tu amor, con palabras o acciones, lo único que quería era disculparme. Por eso lamento que mi culpa haya manchado tanto el amor que de otra forma sería maravilloso.
Sin embargo, creo que mereces saber cómo empezó esto. Al menos desde lo que he logrado recordar hasta ahora.
Hoy, después de siete mundos persiguiendo tu alma fragmentada, al fin sé por qué (además de porque te amo) hago lo que hago.
Quisiera decirte todo esto frente a frente, pero no sé si será posible. Si no sobrevivo a este viaje, espero que sepas por qué y que, por favor, no vayas a hacer nada estúpido. No persigas mi existencia ni mi recuerdo; no lo vale. Porque todo es mi culpa. Lo ha sido desde el principio.
Como sea, tal vez sea inútil señalarlo, porque lo más probable es que me odies. Deberías odiarme.
Engañé tus sentimientos por tanto tiempo y te llevé a un final injusto.
Perdón.
Lo digo en serio. Sé que debes estar negando con la cabeza mientras lees esto, porque eres demasiado amable conmigo para aceptar que soy una persona terrible.
Sin embargo…
¿Recuerdas cuando fuiste al Paraíso Olvidado? Sí, ese mundo, Suphyo, al que a los viajeros nos gusta ir de vez en cuando para sentirnos melancólicos. Pues aquí va mi primera confesión.
Esa misión a la que te enviaron era una fachada para mi propia misión de reconocimiento. Querían que estudiara tus hábitos, movimientos comunes, costumbres al hacer uso de tu poder. Se suponía que sería un cazador frío evaluando a su presa, pero terminé cayendo en un profundo pozo de autoengaño y desesperación. De los cinco meses que pasé vigilándote, no hubo un día que no me preguntara: ¿de verdad este joven es un traidor? ¿Cómo podría serlo? ¿El SCT estará equivocado? ¿Y si me acerco a preguntar?
Al final resistí el impulso de avisarte que, la razón por la que hicieron que ingresaras a ese mundo a través de un contratista es porque, en caso de una grave lesión en el alma, serías enviado de manera automática ahí, a ese cuerpo, justo donde el CAE podría atraparte.