Entre 2 Destinos

4. La discusión

Mientras Valentina caminaba junto a Daniela, trató de explicarle la situación de forma discreta. No quería que nadie más se enterara, pero necesitaba desahogarse con alguien cercano.

—Daniela, no sé cómo pasó, pero acabé inventando que ese chico era mi novio —susurró Valentina con voz baja, tratando de no llamar la atención.

Daniela la miró con sorpresa y confusión.

—¿Qué chico? ¿De qué estás hablando?

Valentina explicó la situación detalladamente, desde el encuentro con Alex hasta la farsa de su supuesto noviazgo con Gabriel. Daniela parecía cada vez más preocupada a medida que Valentina hablaba.

—Valentina, ¿estás segura de que ese chico es confiable? —preguntó Daniela, preocupada—. No me gusta la forma en que te está tratando.

Valentina asintió con tristeza.

—Lo sé, pero no sé cómo salir de esto. Si lo rechazo, podría ponerme en peligro.

Daniela frunció el ceño.

—No deberías tener que soportar esto, Valentina. Deberíamos buscar ayuda.

Valentina negó con la cabeza.

—No quiero involucrar a nadie más. Lo resolveré yo misma, solo necesito encontrar una forma de controlar la situación.

Daniela la miró con preocupación, pero decidió respetar su decisión. Las dos chicas continuaron caminando en silencio, cada una sumida en sus pensamientos. Valentina sabía que tenía que actuar rápido si quería evitar que Gabriel se volviera aún más peligroso.

Cuando llegaron a casa de Daniela, Valentina se despidió y prometió que resolvería su situación sin dejarse intimidar por Gabriel.

Al otro día Valentina se despertó en su cama con el sonido de la puerta siendo tocada por alguien. Ella, viendo borroso debido a que no pudo dormir bien por la noche, se levantó como pudo, entró al baño y se lavó la cara rápidamente.

La puerta sonó nuevamente y ella contestó:

—Ya voy —con la frente fruncida. Se arregló el cabello con un lazo, se quitó el pijama y se vistió con una ropa casual. Normalmente ella se daría tiempo para arreglarse bien pero debido a la insistencia de su visitante hizo las cosas rápido y fue a abrir la puerta.

Al abrirla, la cara de Valentina pasó de alegría, porque pensaba que era Daniela, a una cara de miedo, porque en realidad era Gabriel.

Valentina intentó cerrar la puerta violentamente al verlo pero él fue más hábil y la detuvo, le agarró el brazo y sonrió.

—Oye, tranquila, solo quiero hablar —explicó él con paciencia.

—¿Cómo que solo quieres hablar? —Cuestionó Valentina—. Estás en mi habitación. ¡En mi habitación! ¿Acaso estás loco? ¿Me estás espiando? No recuerdo haberte dado mi dirección.

—Y yo no recuerdo haberte pedido que seamos novios —dijo Gabriel—, pero aún así me agarraste de brazos y me hiciste seguir el juego para que un tipo que desconozco se crea que somos novios. Así que yo estoy aquí solo para aclarar bien las cosas, ya que ni siquiera me diste tu número.

Al oír eso, Valentina se percató de que Gabriel no estaba forzando su entrada aún cuando podía, solo había detenido la puerta y el agarre que tenía en su mano era suave. Ella miró a sus ojos, y lo único que pudo notar fueron unos ojos de sinceridad, no veía la mirada lujuriosa que él había puesto el día anterior. Así que decidió hablar.

—Está bien, hablemos, pero no en mi habitación, espera a que yo me cambie.

—Entendido.

Valentina cerró la puerta y dejó a Gabriel en el pasillo. Corrió hacia su armario y se cambió rápidamente, se puso una chaqueta y un pantalón para cubrirse bien. Tenía preguntas para Gabriel y necesitaba respuestas.

Cuando salió de la habitación, Gabriel estaba sentado en el sofá de la recepción del edificio. Valentina se sentó en el sillón opuesto y lo miró fijamente.

—¿Qué quieres aclarar, Gabriel? —preguntó Valentina con voz firme.

Gabriel suspiró, como si fuera una pregunta que había respondido muchas veces.

_Solo quiero que sepas que no soy un chico malo, Valentina. No quiero lastimarte ni nada por el estilo. Solo quiero que este juego que empezamos sea más amable.

Valentina asintió con escepticismo.

—¿Y cómo piensas hacer eso?

Gabriel se encogió de hombros.

—No lo sé, tal vez podamos empezar de cero. Salir juntos, conocernos de verdad, sin mentiras ni actuaciones.

Valentina frunció el ceño.

—No sé si eso es una buena idea. No creo que pueda confiar en ti después de lo que has hecho.

Gabriel bajó la cabeza, parecía contrariado.

—Lo entiendo, Valentina. Sé que he metido la pata y he sido un idiota. Solo quiero tener la oportunidad de demostrarte que puedo ser diferente.

Valentina lo miró por un momento, pensativa. Por un lado, no quería confiar en él después de haberla tratado tan posesivamente el día anterior, pero por otro, sentía un extraño tirón en su estómago cada vez que lo veía.

Finalmente, decidió darle una oportunidad.

—Está bien, Gabriel. Pero quiero que sepas que si me hablas mal, me intimidas o me intentas hacer algo, no habrá manera de que vuelva a confiar en ti. Además...

—¿Si? —preguntó Gabriel, curioso.

Valentina dudó por un momento si contarle la verdad acerca de Alex, pero si así evitaba que él la vea con malas intenciones, debía arriesgarse.

—Me gusta el chico al que le dijimos que eras mi novio ayer.

—¿¡Qué!? —Gritó Gabriel, sorprendido—. ¿Y por qué le dijiste que yo era tu novio en primer lugar? ¿Eres tonta?

A Valentina le tembló la boca un instante al recibir esas preguntas, lo menos que quería era ser tratada como una idiota por un chico despreciable como lo era él.

—¡Cállate! Si te lo dijera no lo entenderías. Así que si tanto quieres demostrarme que eres una buena persona, haz algo bueno y guárdame el secreto, ¿si? —Ella se tapó la cara de vergüenza al decir eso, no podía creer las cosas que le estaba diciendo.

A Gabriel se le puso una mueca de risa en su cara, intentó no burlarse, pero no pudo evitarlo.




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