Entre Caballeros (precuela)

Capítulo 21

Las Piezas Mayores estaban disgustadas con Alexandria. Había llegado cubierta de erupciones y pestilencia a cadáver.

La Peón tuvo que guardar reposo por varios días. Fiebre y escozor la acosaron por todo el cuerpo. Se miraba los brazos constantemente y se palpaba la piel de sus labios y mejillas preguntándose si algún día volvería a sentirlas restauradas.

Ariadna le llevaba hojas frescas y savia de monja blanca todos los días, pero a pesar de que Alexandria se untaba la savia, no quiso cambiar las hojas. Sola en su habitación, recordaba cómo el Caballero las había seleccionado para ella, la forma en que la había mirado, impotente y con ansias de aliviar su dolor.

Ella no quería admitirlo, pero sentía deseos de volver a verlo; aunque se trataba de un supuesto enemigo, ella no lo consideraba así y en varias ocasiones se sorprendió a sí misma imaginándose cómo serían las cosas si él no tuviera las marcas en la muñeca que lo denotaran como Guerrero del Imperio Negro. Con la pieza del caballo negro de ajedrez entre sus dedos, se preguntaba qué sucedería en su próximo encuentro.

-Lo siento, Raúl, - musitó con culpa. Extrañaba a su amigo constantemente, deseaba que estuviera con vida y la acompañara en los viajes que haría de ese momento en adelante.

Sin embargo, aunque pensaba en su amigo y tutor, su intriga hacia el Caballero no se reducía. Culpaba a la Reina por la muerte de sus amigos y sabía que el Caballero era leal al Imperio Negro, pero no podía sentir el rencor y deseo de venganza hacial él y que sí sentía hacia la lideresa.

Aún al experimentar esos sentimientos mixtos, aprovechó las horas libre que tenía durante su recuperación para analizar los siguientes pasos que tomaría para recuperar la corona robada.

Su mente se distraía pensando en el Caballero, recordando cuando la sujetó de la mano para preguntarle su nombre o cuando evitó que cayera mientras volaban con los cangrejos. Físicamente, era un hombre imponente, su cicatriz lo hacía un poco atemorizante, aunque lo cierto era que ella casi no la veía, y al parecer tampoco el Caballero se veía afectado por ella. Su bigote y barba ya habían comenzado a crecer y cubrir la parte del rostro que había sido herida, su ceja se estaba poblando y su largo cabello a veces lograba taparle la mitad de la cicatriz.

De repente, la imagen de sus siete compañeros, sobretodo el rostro de Raúl invadían su mente y la hacían sentir avergonzada y extremadamente culpable.

Una de esas ocasiones en que su mente se había puesto a divagar, escuchó por casualidad a Ariadna hablando con Grinberg sobre la posibilidad de encontrar una nueva Torre Blanca que probablemente estaría en el escaque de los Torombos sin que nada fuera definitivo.

-Ha sido muy difícil. - escuchó a la Torre suspirar. - No creo que encontrar nuevos Guerreros haya tardado tanto antes.

-Las piezas Mayores deben ser las mejores. No podemos sufrir otra derrota.

El corazón de Alexandria dio un brinco ante la expectativa de nuevos miembros del ejército y el escuchar la conversación, le dio la idea de visitar ese mundo, pero era un poco pacífico y ella quería entrenar, volverse más fuerte, algo que sólo podría conseguir en un mundo muerto así que se alistó y se dirigió al escaque Noscivo, uno de los muchos que los Guerreros escogían para entrenar a sus Peones y a sí mismos.

Era un mundo hecho de trampas en el cual había que tener cuidado de dónde pisar, dónde nadar y dónde respirar. Alexandria sabía que al aprender cómo funcionaba el mundo, los Guerreros lo abandonaban, pues el entrenamiento se tornaba una rutina que impedía la mejora. Como ella era una novata supuso que le vendría bien cualquier tipo de práctica.

Al llegar, comenzó con lo primero que se encontró lo cual era una roca de la que emanaban ondas explosivas de forma continua. En la roca identificó unos cortes y golpes lo que le hizo deducir que la meta de los Guerreros era atravesar las ondas explosivas hasta alcanzar la piedra.

-No creo que sea tan difícil, - pensó examinando las ondas. Estas emergían de varios colores incluyendo el rosado, azul y amarillo, era casi hermoso de ver. Inhaló profundamente y corrió hacia las ondas. A pesar de lucir pequeñas, éstas tenían gran impacto así que golpearon a la Peón con fuerza, levantándola del suelo y lanzándola hacia atrás, tres metros más lejos de donde había partido.

Alexandria cayó al suelo y tosió tierra, le tomó varias bocanadas de aire para recuperar el aliento. Se puso de pie, rechinó los dientes y lo intentó otra vez, utilizando una palabra de la Ayuda para abrirse camino. - “pio’il” -. Obtuvo el mismo resultado; las ondas la repelieron y Alexandria rebotó contra ellas.

Se puso de pie de nuevo. - No podré atravesarlas de un solo, - se mordió los labios y se fijó la meta de que aunque no lograra llegar a la roca, no sería repelida a tanta distancia como acababa de serlo.

Corrió hacia las ondas y se protegió el pecho con sus brazos, lista para recibir el golpe. Sintió que el impacto fue menos, pero de todas formas fue empujada bruscamente hacia atrás. Logró mantenerse de pie y sin esperar, arrancó otra vez en la misma posición; las ondas ahora se veían desafiantes ante la Guerrera que quería penetrarlas. Alexandria impactó contra ellas y sintió el rebote; aunque seguía de pie, su vuelo fue detenido por algo suave.

Miró hacia atrás encontrándose con el pecho vestido del uniforme gris, alzó la mirada y vio que había chocado contra el pecho del Caballero, quien no se inmutó ante el golpe.

Ella se separó rápidamente. - ¿Qué haces aquí? - preguntó ocultando su nerviosismo.

-Estás dando a las ondas con todas tus fuerzas, así no lograrás romperlas, tienes que enfocar tu poder en un punto. Es como atravesar la superficie del agua, mucho más fácil penetrar un punto focal en ella que atravesar con tu cuerpo en una posición plana.




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