Hoy era el séptimo aniversario de la cafetería y lo estábamos festejando, dentro del local, algunos habían invitado a sus parejas y otros que no tenían compañía solo se la pasaban viendo a las acarameladas parejitas, como yo, admito que me gusta observar a mi mejor amigo y su castañito novio. En verdad son muy dulces juntos, es realmente tierno ver como Tobías se avergüenza cada vez que Jace lo besa o le susurra cosas al oído, me siento muy feliz de que mi amigo haya encontrado a su otra mitad después de haber sufrido tanto ¿Quién iba a pensar que quien lo molestaba por ser homosexual terminaría a su lado? Yo quisiera una bonita historia como la tuvieron ellos, pero no, aquí estoy sentada en una esquina con una bolsa de frituras en mi regazo, escuchando la música pop, disfrutando del bonito ambiente.
Siento como a mi lado de hunde el sofá y de reojo observo como Nick sonríe en dirección a Jace y Tobías.
--Esos nunca se van a cansar de comer pan enfrente de los pobres ¿cierto? – musita señalándolos con la cabeza.
--Supongo que no – encojo los hombros desinteresada -- ¿No tienes quien te cocine en casa?
--No me he detenido a buscar a alguien con quien estar, ser dueño de una cafetería y cuidar a mi madre enferma al mismo tiempo no es nada fácil – sonríe de lado y me remuevo incomoda.
--Si, debe ser difícil… ¿Qué…Que tiene tu madre? – musito vacilante.
-- Tiene cáncer…además siempre ha sufrido de depresión y sumándole su enfermedad, siempre tengo que estar al pendiente de ella – no hablamos por un rato sintiéndose incomodo de repente.
Recibe una llamada y se disculpa retirándose del lugar y agradezco por ello. Damaris llega en su lugar con una sonrisa tonta en su rostro y es cuando me doy cuenta de que esta borracha.
--¿Por qué eres tan amargada Aspeeeeen? – balbucea golpeándome el hombro.
--No soy amargada, no me voy a emborrachar como tú, ¿Qué impresión le daré al jefe si lo hago? – espeto apartándola de mi lado cuando tiene intensiones de recargarse en mi hombro.
--Amarrrgadaaa – alarga la palabra y suelto una pequeña risa poniendo los ojos en blanco.
--Sera mejor que ya regreses a casa… -- me quedo pensativa un momento – no creo que puedas ir por tu cuenta, dime la dirección de tu casa.
--¡No! –Hace un puchero – quiero seguir bebiendo.
--Agh, eres una terca. – hago una mueca de frustración.
Y justo cuando iba a volver a exigirle que me diera su dirección, se inclina hacia enfrente y devuelve todo el desayuno justo en mis pies.
--No me siento bien – murmura tambaleándose, ignorando lo mojado y viscosos que están mis tenis, me levanto del sofá para sostener a la rubia antes de que termine en el suelo, como es pesada por lo alta que es la termino tumbando en el sofá.
--Ni si quiera tenemos una fuerte amistad y ya me estoy haciendo cargo de ti, deberías agradecérmelo – bufo ya que no me escucha porque se ha desmayado, saco su celular del bolsillo para buscar su dirección fallando en el intento -- ¿Y ahora como le hago?... ¿Te vas a quedar ahí viendo como sufro? ¡Ayúdame!
Suelta una carcajada burlona, se levanta del sofá en donde estaba dirigiéndose a nosotras, se inclina para tomar a Damaris entre sus brazos.
--Me vas a deber un favor – espeta el pelinegro mientras camina a la salida y lo sigo.
--¿No sabes ayudar a las personas sin esperar algo a cambio?
--Si lo sé, pero se trata de ti así que… ¿Por qué me sigues? Bien podrías quedarte en la fiestita mientras me hago cargo de ella. –dice mirándome de reojo mientras abre su auto y mete a una inconsciente rubia en los asientos de atrás.
--No me fio de tus intenciones Scott, capaz y…
--Yo no soy así, pero si eso lo dices como pretexto para estar a “solas” conmigo está bien. – se encoge de hombros mientras nos subimos al auto y arranca el motor.
--¿Qué estupideces piensas?...si hubiera sabido que tendría un compañero así de fastidioso, hubiera rechazado el trabajo.
--Los hubiera no existe Aspen. —lo dice tan seriamente que me dan escalofríos.
En el resto del camino no emitimos palabra alguna, lo más extraño que me hizo pensar seriamente fue que no le di ninguna dirección, el no busco ni pregunto en donde vivía la chica, si no que manejo directamente a la casa de la chica sin titubeos, como si se supiera el camino de memoria.
Cuando llegamos a la casa, bajamos con cuidado a la chica, llamamos a la puerta y una hermosa señora con unas cuantas arrugas en el rostro nos saludo amablemente, pero su rostro se distorsiono cuando vio a su hija inconsciente en nuestros brazos.
--Ay no, esta niña lo volvió a hacer – suspiro cansada tomando en brazos a la chica – que vergüenza…discúlpala Scott, seguramente otra vez volvió a molestarte.
--No, para nada señora, solo tomo de más y cayo dormida – musita sonriente y frunzo el ceño al ver la interacción entre estos dos.