Entre ceja y ceja

Capítulo 11

La mañana del lunes, Farah se presentó en la oficina de Rhett, y esbozó una amplia sonrisa en sus carnosos labios rojos cuando se encontraron sus miradas. Lo saludó a través del vidrio, agitando la mano como si fuera una niña en el colegio.

Rhett sonrió también y asintió con un leve movimiento de la cabeza. Por lo bajo, se alegró de que apareciera, porque Farah significaba risas y, tal vez, alguna aventura inesperada. Le gustaba ver lo feliz que parecía siempre, su ánimo y entusiasmo por las cosas, como si las descubriera por primera vez, aunque no fuera así. En ese momento, se dio cuenta de que, con interés y curiosidad, esperaba verla.

Cuando la secretaria del abogado le permitió entrar, Farah no pudo contener su alegría, se acercó a él y lo saludó con un beso en la mejilla; sorprendiéndolo.

—Sí que estás feliz —comentó él.

—¡Tenías razón, Rhett!, ¡Tenías razón! Ustedes, los hombres, sí que saben sus cosas —dijo, y le dio un suave empujón con su puño en el hombro.

Él se mantuvo ceñudo sin entender.

—Ven, siéntate conmigo en el sofá —Farah lo tomó por la mano y lo alentó a levantarse a punta de halones—. Levántate, ¡Estoy que no me lo puedo creer!

Rhett obedeció. Sonreía al verla así y se dejó caer en el sofá. Farah lo hizo también.

—Siempre tengo la razón. Ya tienes que irte acostumbrando, Farah.

Ella mostró una mueca de fastidio, riendo a la vez.

—Siempre tan engreído. A veces me caes mal. Quizá debí decir: ¡Esta vez tuviste la razón! En fin… Te hice caso. Contraté a una fotógrafa, tuve una sesión de fotos, lo cual fue de lo más emocionante, e hice mi Instagram como modelo. —Cubrió su rostro con vergüenza, actuando como una pequeña—. Sé que no soy ninguna modelo. Lo digo antes de que me salgas con alguna odiosidad —Rhett rio—. Pero… ¡Funcionó!

Él frunció el entrecejo, imaginando a lo que se refería, pero de igual forma preguntó:

—¿Qué funcionó?

—Admito que contraté publicidad de la aplicación, pero ¡ahora tengo miles de seguidores! ¡Mira…!

Buscó en su celular y desplegó en la pantalla la red social.

—Siete mil seguidores en un solo día… —dijo con impresión—. No está mal, Farah. ¿Puedo ver las fotos?

—Claro, y dame tu opinión de hombre. Sé sincero. No me importa que me salgas con tus cosas.

—¿Mis cosas…? —ladeó una sonrisa—. A ver…

Rhett tomó el dispositivo de Farah, solo había tres fotos que pasó varias veces, deteniéndose en cada una, impresionado.

—Wow… —balbuceó y, luego, guardó silencio.

Giró el rostro para ver a Farah de nuevo; ella sonreía, expectante, y volvió al celular.

—Te ves… —se encontró de nuevo con la mirada de su compañera. Muy cerca el uno del otro—. Luces, realmente hermosa, Farah.

—¿En serio?

—No entiendo. ¿Cómo es posible que lo dudes? Ganaste todos estos seguidores en tan solo un día. Tienes que creerlo. Eres… Eres preciosa.

Rhett no encontró más palabras qué decir, eso no le solía pasar. Después, simplemente, la contempló. Admiró su belleza por unos segundos, en silencio. Le pareció que el rostro tierno y de mejillas un tanto rollizas de Farah era arte pura del mismo creador.

Ella se mostró ceñuda, preguntándose, ¿qué broma le haría él ahora? Tenía claro que no se fijaría de ese modo en ella.

—¿Por qué me miras así? No te burles de mí, Rhett —y le propinó un buen codazo entre risas disimuladas.

Volvió a desajustarlo. Él estaba listo para hacer su técnica del beso, y ella interrumpió el momento. Sin embargo, era un luchador, y no se rendiría con facilidad.

—No me estoy burlando, Farah… ¿Cómo crees? —Mantuvo una mirada intensa sobre su compañera. Su pecho subía y bajaba.

Rhett no tardó en aplicar sus conocimientos. Todo lo que hacía tenía que ver, en parte, con su plan, pero también estaba influido por emociones que lo hacían vibrar cuando tenía a Farah tan cerca.

—¿Te digo cuál es mi favorita? —indagó él.

—¡Claro! ¡Me encantaría!

Rhett no lograba que ella entrara en la atmósfera que necesitaba y quería crear.

—La última… Esa es la que más me gusta —la contempló—. Eres tú… Simplemente, tú.

Pudo admitir que Farah era en verdad hermosa, y que su belleza no residía solo en sus facciones dulces y equilibradas, sino en lo que transmitían esos alegres ojos.

—Tienes uno de los cabellos más hermosos que jamás haya visto. —Tocó uno de sus mechones.

Farah sintió una tensión que la embargó.

—Es muy suave. —Rhett regresó al celular y dijo sin verla—: Ni hablar de tus ojos, grandes y expresivos. Y esa boca… —la observó de nuevo, y se enfocó en sus labios—. Tienes unos labios preciosos. Provoca besarlos… —Y después de decir eso, se enfocó en sus ojos.




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