Entre la arena y el piso de cemento se encontraba tirado de rodillas en el suelo y encorvado ese moreno chico rubio con una sucia venda alrededor de sus ojos, Julián lo miró con un poco de desagrado aunque el otro no podía percatarse. –Muéstrame donde tienes tus heridas, así puedo sanarte –dijo con un tono demandante.
Por un segundo el joven tembló y rápidamente reaccionó, lo primero que hizo fue arremangarse los harapos que cubrían sus brazos y dejó expuesta su piel. A lo largo del antebrazo y brazo había diferentes tipos de heridas: moretones de distintos colores, raspones y cortaduras de diferentes causas.
En su universo de origen el Cuarto Portador se encargaba de proteger a los humanos, por obligación, o vivían o morían pero nunca antes había visto a una persona en esa condición. Este joven daba la impresión de estar entre la vida y la muerte, antes de actuar el androide alienígena pellirrojo no pudo evitar preguntar – ¿Este tipo de heridas se esparcen por todo tu cuerpo?
Su pregunta pareció avergonzarlo porque este bajó la cabeza y la corrió para un costado. –Si –respondió tímidamente.
Julián quería saber esto porque mientras más y peores sean las heridas más nanobots de su sangre tendría que gastar en curarlas. E incitado por la curiosidad esa respuesta solo desembocó en otra pregunta. –¿Cómo te las hiciste?
–Abusos –fue una contestación seca–. Los abusos sexuales desembocaban en que quisieran desahogarse físicamente conmigo también. Pero algunos moretones son por golpearme con muebles por error –agregó al final como si eso le restara importancia a lo anterior.
–Ya veo. –Sin más preámbulo fue que el Cuarto Portador actuó. Levantó sus uñas y acercó sus manos a los brazos del joven, el líquido rojo que brillaba de color dorado empezó a brotar de entre sus uñas y caer en los brazos del joven.
Este último reaccionó preocupado aunque en vez de correrse todo su cuerpo tembló, como si lo agarrara una ola de frio. –Es sangre –fue más una afirmación que una pregunta aunque podía sentirse en el tono una ligera duda.
El Portador Oracle no se anduvo con rodeos .–Claro, me acabas de ayudar a colocarme la cabeza así que no te preocupes –agregó. Similar a un ente con vida propia, que en parte lo era, la sangre se desplazó como una serpiente a lo largo de los brazos y cuando encontraba una cortadura se metía para taparla por completo. A lo largo de unos minutos la sangre desaparecía como si se evaporara y dejaba por detrás una piel nueva.
Una vez que terminó con los brazos y sin previo aviso Julián empezó a rodear el cuerpo del joven tirado en el suelo, caminó hacia su espalda y con una mano agarró los trapos que conformaban su ropa para arrancárselos. Lo que no se esperaba es que al hacer eso no solo dejaría su espalda y pecho desnudos, sino que también lo dejaba completamente desnudo, no tenía ropa interior ni algún pantalón corto, esa ropa que iba desde sus hombros hasta las rodillas era lo único que tenía.
Aquel joven ya parecía estar acostumbrado a estar desnudo por lo que no se sobresaltó ni nada, lo único que hizo fue entrecruzar los brazos en su pecho y con las manos frotarse los antebrazos como un niño desamparado. En su espalda encorvada se marcaban sus vertebras, cosa que le molestaba a Julián por lo que con sus manos intentó ponerlo recto, esta acción hizo que un escalofrió recorriera al joven.
Pero más le llamó la atención que se quedó en silenció y completamente duro. –¿Qué ya perdiste la vida? –Intentando hacerlo reaccionar de alguna forma.
El tono del chico eran casi susurros. –¿Solo puedo pedirte que no me golpees mientras lo hagas?
El rostro de Julián se desfiguró al escuchar eso <¡¿Pero qué mierda?!> retrocedió unos pasos <Este sí que está bien traumado> pero rápidamente intentó forzarse a empatizar con él, eso era algo que le recomendaban seguido los psicólogos de OCCI <Debe haber pasado por mucho> ni cuando había encontrado a su gato estaba en una condición tan mala, esta persona estaba mucho peor.
Desde los hombros pasando por la espalda hasta llegar al trasero, había demasiados moretones de distintos tamaños y colores, heridas y cortes. Este chico tenía la firma de haber sido la bolsa de boxeo y juguete sexual de bastantes personas desquiciadas, era tal que Julián hasta lo veía como una obra de arte, “Naturaleza humana” la hubiera titulado. Pensar en eso le hizo esbozar una sonrisa, casi se ríe aunque tuvo que concentrarse en esta situación.
–No voy a violarte –contestó el Cuarto Portador intentando actuar con desagrado, la peor parte es que ese chico ya parecía estar habituado a eso. Luego de fusionarse con una Llave Centient había ido perdiendo su humanidad, ahora es un androide hecho de tecnología alienígena, ya no sentía atracción sexual y no tenía libido, a pesar de todavía tener un pene ya ni siquiera se masturbaba–. Solo lo hice para curar tu espalda –explicó.
Acto seguido apuntó las puntas de sus dedos y la sangre comenzó a caer, primero por los hombros y deslizándose entre las colinas que eran los morenotes y grietas que eras las heridas de cortes hasta cubrirlo por completo. Un poco de su sangre también cayó en línea recta por su espalda hasta meterse entre sus glúteos, eso debería curar los desgarros que seguramente tenía en la zona del ano.
La brillante sangre dorada dejó de caer de entre las uñas. –Ahora sigue el pecho –aclaró Julián, no obstante, antes de caminar para el frente del chico, su sentido del oído mejorado detectó algo y su cabeza rápidamente se volteó hasta el gran agujero en el techo que había arriba de ellos, por donde entraba la luz de la luna y las estrellas de la noche.
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Editado: 26.01.2024