Sobre la caliente arena bajo el sol se elevaban anchas chapas de metal unidas entre sí gracias a la soldadura y cadenas o sogas que las mantenían de pie. El muro de metal que rodeaba a la comunidad tenía unos 9 metros de alto y aunque no era muy eficiente lograba cumplir su propósito, hasta ahora.
Un portón de reja corredizo se movió a un costado y 24 personas salieron, estas se encontraban divididas en 12 grupos de 2 y cada grupo estaba sobre una moto. Mientras que uno conducía su compañero sentado atrás era el encargado de disparar. –Esto no tiene sentido –gritó uno de los hombres sentados detrás–. Los Radiantes no suelen atacar de día.
–¿Soy yo o sus ojos están más verdes de lo normal? –preguntó otro encargado de disparar.
–¡Dejen las preguntas para cuando acabemos con ellos! –les recriminó el líder.
Los hombres encargados de patrullar la zona habían detectado un grupo numeroso de Radiantes acercándose a la comunidad y antes de que pudieran llegar al muro e ingresar los miembros de la pandilla debían encargarse de ellos.
Las motos solo tuvieron que estar en movimiento por menos de 12 minutos antes de que llegaran a encontrarse con sus objetivos, efectivamente como había mencionado el grupo de patrulla se trataba de un grupo muy numeroso, había decenas de Radiantes.
En el pasado estos seres habían sido humanos solo que tuvieron la mala fortuna de estar muy cerca de la radiación mutagénica que expulsaron las bombas al estallar. A pesar de mantener su conciencia ya no eran considerados humanos, sus cuerpos expulsaban leves frecuencias electromagnéticas de radiación y la exposición continua podría llevar a la muerte; los Nuevos Humanos podían soportar un poco más la radiación, pero aunque tomara más tiempos los efectos llegarían. Sus pieles eran de color gris, sus cuerpos habían crecido más y la altura iba entre los 3 a 9 metros de alto.
Cuando la primera moto estuvo lo suficientemente cerca de uno hizo un giro inesperado al costado para no chocar contra un Radiante y la persona sentada detrás sacó su arma para dispararle al grotesco ser directo en el rostro, su mandíbula se encontraba inclinada diagonalmente de forma irregular y uno de sus ojos solo expulsaba pus.
La bala impactó su cráneo y el pegajoso líquido amarillento salió disparado en todas direcciones, sin embargo, el gordo Radiante con un brazo muy pequeño y el otro muy largo siguió moviéndose como si nada aunque le faltara un pedazo de la cabeza. Antes de que los pudiera agarrar la moto siguió de largo. –¡Imposible! –se quejaba el pistolero–. Fue un tiro perfecto en la cabeza, tendría que haber muerto.
Los conductores de dos motos se hicieron señas para ir juntos y los dos pistoleros sentados detrás asintieron con la cabeza, el objetivo de los cuatro era intentar derribar a uno enorme Radiante gris de 9 metros de alto: tenía un brazo de más saliendo de su lado derecho, un ojo en la barbilla y ocho dedos en la mano izquierda.
Ambas motos que iban a la par se dividieron como una U para rodear al Radiante en el centro, los pistoleros no usaban escopetas pesadas porque tardarían mucho en disparar, para encargarse de este decidieron usar ametralladoras. Al apretar el gatillo salían 50 balas por segundo y al menos la mitad llegaban a atravesar la piel gris del Radiante, esto podía notarse fácilmente por las gotas de pus lechoso que salían de las heridas.
Los pistoleros elevaron la mira hasta la cabeza y a pesar de que las balas deformaban el rostro de la criatura, esta seguía moviéndose sin problemas, el alto y delgado mutante estiró uno de sus brazos de seis metros de largo y golpeó una de las motos mandándolas a volar y haciendo que ambos cayeran. Los demás Radiantes de menor estatura que estaban cerca se lanzaron sobre ellos al instante para devorar sus carnes.
Ahora solo quedaban once grupos, cada conductor intentaba esquivar los ataques de los mutantes a la vez que los pistoleros por detrás intentaban dar sus mejores tiros en los puntos vitales, aunque no conseguían detenerlos. –¿Acaso este grupo ha mutado más? Las armas convencionales ya no parecen hacerles efecto.
–Miren sus ojos –señaló otro–. Ya no tienen iris, son completamente verdes. Podría ser una casta que ha mutado más.
El líder de la pandilla observó a otro conductor con ojos de pánico. –Regresa a la comunidad, diles que se preparen para lo peor. Nosotros intentaremos conseguir el mayor tiempo posible –al terminar de decir eso y sin darse cuenta otro Radiante había acabado con otro grupo, la moto explotó y los dos hombres gritaban envueltos en llamas mientras eran devorados vivos.
Un grupo de más atrás se adelantó, intentando aprovechar que los Radiantes estaban distraídos comiendo, para dispararles y a pesar de dar varios tiros en la cabeza y en el corazón estos seguían como si nada.
Sin embargo, antes de que el mensajero partiera de regreso a la comunidad se detuvo debido a un fuerte estruendo seco, sonó similar a una palmera cayendo entre la arena. Se trataba del Radiante de 9 metros, desde la cabeza hasta la cintura su cuerpo había sido cortado a la mitad quedando como una Y sin vida en el suelo.
Por detrás apareció una figura encapuchada, las telas que cubrían su cuerpo y cabeza estaban limpias (un lujo que las comunidades del páramo no podían darse por el gasto de agua que significaba). El sujeto tenía una espada roja con un brillo de color dorado en una mano, el pobre hombre se encontraba en medio de los Radiantes y todos a su alrededor se lanzaron para atacarlo. No obstante, para sorpresa de la pandilla el sujeto pudo acabarlos con suma facilidad.
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Editado: 26.01.2024