Ya han pasado meses, no tengo idea de cuantos, y creo que estoy más muerto que antes.
Todos se olvidaron de mí, ya no les intereso, la gente es así; los mueve el morbo y la destrucción de los demás. Se acercan a ti cuando te sienten destruido y en ocasiones no es precisamente para ayudarte, sino, solo para poder, por primera vez en sus vidas, sentirse bien con ellos mismos, para complacerse con saber que existe alguien en el mundo que tiene una peor vida y con eso sentir que vivir vale la pena.
Y yo, en cambio, sigo en busca de esa razón. Necesito saber que mi existencia en en este mundo esta valiendo la pena, estoy considerando cambiar de trabajo, pero ¿qué haré? no tengo experiencia en nada más, y no puedo permitirme el lujo de quedar desempleado, y cambiar de ciudad, pues, es prácticamente imposible. En un momento considere tirarme a la ruina, intentar olvidarme de mí en un mar de alcohol y posibles drogas, pero eso no es lo mío, es decir, al despertar, toda tu conciencia vuelve más pesada e insoportable que antes, sin mencionar los dolores físicos, ¿por qué alguien querría atormentarse con eso?
Así continue, pensando que hacer conmigo, que hacer para poder seguir subsistiendo, pidiendo una señal que me dijera, que me diera un por qué... y en ese momento aparecio ella, entró por aquel portal de cristal que solo realzó su presencia, pasando a mi lado y dándome una sonrisa de pureza que destrozó mi alma al instante.