Ahí estaba de nuevo, y yo seguía sin saber que hacer, simplemente sentado en mi escritorio, paso de largo esta vez y sin más, simplemente salio y desaparecio entre el gentio que empezaba a creerse afuera.
-¿La viste?
-¿Qué?
-Si que la viste ¿cierto?, no dejabas de hacerlo-dijo Gerardo al mismo tiempo que chocaba su codo contra el mio.
-¿Sabes quién es?
-Ni idea, entro a la oficina del jefe y no tardo más de cinco minutos en salir, quien sabe, ¿por qué? ¿te interesa?-solto una carcajada.-Sabes lo que te paso con la última, ¡Dios!, si que hay que estar mal para eso.
-Eso no es de tu incumbencia.
-Si, si, si, salta al ataque como siempre, por eso te va como te va.-dijo mientras se alejaba.
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Así que su identidad era un misterio, ¿por qué eso me incomodaba?, es decir, su belleza era algo deslumbrante, pero sólo a primera vista, conforme seguías observándola notabas algunos contables defectos, no debería de ser importante, no debería de estar rondando en mi cabeza a estas horas de la noche, no debería de estar pensando en que debí hablarle, no debería nada en absoluto.