Entre dicha y desgracia (un viaje llamado vida)

Capítulo XI

La vida muchas veces es un poco inverosímil, suceden cosas que parecen sacadas de un cuento y los cuentos muchas veces suelen ser de terror.

El día de hoy transcurría como cualquier otro,  desperté, llamé a mi madre para saludarla y salí a dar un paseo con mi perro. De regreso veo cómo pasa un auto a toda velocidad seguido por policías, y pienso, así es que ocurren los accidentes, volteó para continuar pero  antes de poder dar un paso escucho el sonido de un fuerte impacto en la distancia.

Todo sucede tan rápido que me cuesta trabajo reaccionar, volteó y logro ver a lo lejos el accidente. Un sudor frío llena mi cuerpo cuando escucho el grito desgarrador de un hombre.

Me acerco con paso tembloroso ante la escena que allí se desarrolla, al llegar veo la imagen que quedará grabada como fuego en mi memoria.

Dos niñas y su madre fueron arrolladas en el jardín por el auto que en su huida perdió el control e impacto contra ellas y posteriormente contra su casa. 

Los cuerpos de la mujer y las niñas se encuentran en el suelo bajo un charco de sangre que cada vez se hace mayor.

El esposo desesperado trata de llegar a ellas llevando a su hija menor en brazos pero la Policía se lo impide. Llora desesperadamente mientras los causantes de esta tragedia están inconscientes en el auto.

La ambulancia llega y se lleva a los heridos que irónicamente son los delincuentes, el impacto fue tan fuerte que la mujer y las niñas murieron con el.

La tristeza se apodera de los presentes y los gritos de ese hombre me calan hasta los huesos.

La furia se apodera de mí, la vida es cruel e injusta pienso, cosas malas le pasan a gente buena y cosas buenas le pasan a personas malas.

Muchos pensamientos llegan a mi mente, las posibilidades son infinitas, quizá de haber regresado un poco más tarde pude haber sido yo, si tal vez esa mujer no hubiese salido esa mañana el auto sólo chocaría con la casa, si ese día esos idiotas no hubiesen salido de su casa nada de ésto hubiese ocurrido. 

Pensar no cambia nada, así que simplemente me acerco a mi vecino y le doy un abrazo. Él desesperado se aferra a mi mientras su cuerpo tiembla por la fuerza de su llanto, y pasa algo que no me había dado cuenta que estaba haciendo, lloro junto a él.

Lloro como si fuese mi familia, como si fuese cercana a ellos, siento la tristeza de la pérdida como si fuese propia pero ¿Cómo no hacerlo? al presenciar algo como esto.

La situación es desgarradora, una madre muere junto a sus dos hijas dejando atrás a una bebé y un esposo, quien no sólo pierde a su compañera si no a sus dos niñas de forma trágica.

Siempre he sabido que la vida es efímera, algo parecido a un parpadeo, un momento estamos vivos y al siguiente alguien llora por ti o tú por ellos, eso si tienes suerte porque existen personas que están solas en este mundo y no hay quien lloré su partida.

Tal vez lo que hoy damos por sentado el día de mañana no lo podemos tener, piensa en ello cuando por tonterías buscas razones para no ser feliz o cuando te distancias de tu familia por discusiones sin sentido.

Piensa en este hombre que en un sólo día perdió dos hijas y una esposa. Este padre que jamás tendrá una oportunidad de besar y abrazar a esas tres personas una vez más.



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En el texto hay: historia corta, historias reales, historia humana

Editado: 27.03.2024

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