Capítulo 01 | Carta Celestial

El cielo se desplegaba ante Aria Tigralis, sus ojos amplios reflejaban la incredulidad mientras caía en picado hacia un terreno desconocido. El viento silbaba en sus oídos y el sol ardiente le calentaba la piel cuando de repente, un destello metálico captó su atención desde abajo. Al caer del cielo en aquella arena, una figura encapuchada la perseguía, sus movimientos ágiles y determinados revelaban una amenaza mortal.

Aria apenas tuvo tiempo para entender lo que sucedía. Su mente estaba en caos, tratando de comprender cómo había llegado a esta situación. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién era esa figura y por qué la perseguía con tanta ferocidad? Se encontraba en un shock total donde no recordaba ni sabía lo que estaba pasando.

El desconcierto y la urgencia la llevaron a correr entre los árboles, buscando un refugio temporal mientras intentaba entender su situación. Las hojas crujían bajo sus pies, el sonido atronador de sus latidos resonaba en sus oídos. ¿Cómo había llegado aquí? El recuerdo de la carta y el sobre se deslizó brevemente por su mente, pero ahora parecían tan lejanos y poco importantes en comparación con la amenaza inmediata que enfrentaba.

Un ruido sordo resonó cuando Aria tropezó tan torpemente en la arena, rodando sobre sí misma antes de detenerse. Se puso de pie con dificultad, jadeando por el esfuerzo y sintiendo el dolor en cada músculo. Miró a su alrededor, tratando de orientarse en el nuevo entorno mientras el recuerdo de cómo había llegado allí inundaba su mente; hasta que finalmente cedió a su cuerpo y su mente, finalmente cayendo.

Recordó la tranquila mañana donde la luz del sol se filtraba por la ventana de la pequeña habitación, iluminando con suavidad el rostro dormido de Aria Tigralis. Con un suspiro, la joven se despertó, estirando los brazos antes de incorporarse lentamente. Era otro día más en la tranquila ciudad de su infancia, o al menos eso pensaba. Sin embargo, el destino le deparaba algo completamente inesperado.

Aria se levantó de la cama y se vistió con rapidez, como lo hacía todas las mañanas, sin saber que este día sería diferente. Mientras se preparaba para salir de casa, un extraño sobre reposaba sobre la mesa del comedor, llamando su atención. Intrigada, Aria lo abrió y leyó las palabras que cambiarían su vida para siempre: "Has sido elegida para el Torneo del Eclipse Celestial".

Las manos de Aria temblaron mientras leía la carta una y otra vez, incapaz de creer lo que veían sus ojos. ¿Cómo podía ser posible que ella, una joven aparentemente común, fuera seleccionada para un torneo tan prestigioso? Con el corazón acelerado, Aria guardó la carta en su bolsillo y salió de casa, con la mente llena de preguntas y la determinación de descubrir la verdad detrás de este misterio.

Al llegar a la plaza del pueblo, se encontró con su mejor amigo, Lucas Belmont, quien notó la expresión preocupada en el rostro de Aria.

—¿Qué te sucede, Aria? Pareces inquieta—, preguntó Lucas con curiosidad.

Aria dudó por un momento antes de responder en voz baja:

—Recibí una carta extraña esta mañana. Dice que fui elegida para un torneo llamado el Eclipse Celestial. ¡Es tan extraño!—, dijo, moviendo las cejas de una forma peculiar.

Lucas frunció el ceño, perplejo.

—¿El Torneo del Eclipse Celestial? Nunca he oído hablar de eso. ¿De qué se trata?

Aria sacudió la cabeza, aún desconcertada.

—No tengo ni idea. Parece ser algo importante, pero no sé por qué me seleccionaron. No tengo ningún talento especial, ¿sabes?—, comentó con una sonrisa nerviosa.

Lucas le lanzó una mirada de complicidad.

—Quizás simplemente no has descubierto tu verdadero potencial todavía. ¡Quién sabe qué aventuras te esperan en ese torneo!

Aria asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Supongo que solo hay una manera de averiguarlo. Tengo que ir y descubrir qué significa todo esto.

Con un abrazo rápido, Lucas le deseó suerte.

—¡Estoy seguro de que te irá genial! Mantenme informado sobre todo lo que descubras.

Aria sonrió, agradecida por tener a alguien como Lucas a su lado. Con renovada determinación, se dirigió hacia el camino que conducía fuera de la ciudad, lista para comenzar su viaje hacia lo desconocido.

Aria no tenía ni la menor idea de lo que era el "Torneo del Eclipse Celestial"; sin embargo, confiaba en que sería algún tipo de competencia, en la cual, seguramente, perdería aunque nunca hubiera oído hablar de esto.

Con cada paso, el peso de la incertidumbre se hacía más evidente, pero también lo era la chispa de curiosidad que ardía en su interior. El camino se extendía ante ella, serpenteando a través de los campos y bosques que rodeaban la ciudad, y Aria se sumergió en sus pensamientos mientras caminaba.

Se detuvo junto a un arroyo para refrescarse y observó cómo el agua fluía suavemente entre las piedras. En ese momento, una voz resonó en su mente, suave pero clara:

—Aria, has sido elegida por una razón. Confía en ti misma y en tus habilidades. El camino que te espera será difícil, pero no estás sola.

Con renovado coraje, Aria continuó su camino, con los ojos puestos en el horizonte y el corazón lleno de determinación. No sabía lo que el futuro le deparaba, pero estaba lista para enfrentarlo, paso a paso, con valentía y esperanza.

Mientras Aria avanzaba por el sendero, una luz brillante iluminó repentinamente el cielo, envolviéndola en un resplandor cegador. En ese momento, una figura imponente descendió del cielo, rodeada por un aura de poder divino. Era Zeus, el rey de los dioses, cuyos ojos centelleaban con una mezcla de sabiduría y autoridad.

—Aria Tigralis—, resonó su voz con un tono majestuoso que parecía llenar el espacio a su alrededor. —Te he escogido para participar en el Torneo del Eclipse Celestial.

Aria se quedó sin aliento ante la presencia del poderoso dios.

—¿Yo? ¿Por qué yo?—, preguntó, sin poder ocultar su sorpresa.