Entre Dioses y espejismos

Capítulo 07 | Chispas

"En el crisol de las revelaciones, las verdades y las mentiras bailan al unísono."
 


El amanecer se deslizó suavemente sobre el horizonte, bañando la habitación de Aria con una luz dorada. Ella despertó lentamente, notando la calidez de la manta que la cubría. Por un momento, se sintió desorientada, hasta que vio a Owen dormido a su lado, apoyado contra la pared del balcón.

Recordando la noche anterior, una mezcla de gratitud y algo más cálido floreció en su pecho. Con cuidado, se levantó, tratando de no despertarlo. Sin embargo, Owen abrió los ojos al sentir el movimiento.

—Buenos días,— murmuró él, estirándose un poco. —¿Dormiste bien?

Aria asintió, sonriendo. —Sí, gracias por la manta, y por quedarte.

Owen sonrió de vuelta, levantándose y estirando los músculos adormecidos. —No hay de qué, creo que ambos necesitábamos esa conversación.

Mientras volvían a entrar a la habitación, una voz resonó desde el pasillo. Era uno de los guardianes del torneo, llamando a los elegidos para que se prepararan para el último día de entrenamiento.

—Es hora,— dijo Owen, su tono más serio.—Debemos aprovechar al máximo este día.

Aria asintió, sintiendo la gravedad del momento. Después de un breve desayuno, los elegidos fueron conducidos a un gran salón donde recibirían las instrucciones finales, el ambiente estaba cargado de tensión y anticipación.

El maestro de ceremonias, el dios Buda, una figura imponente y de rostro sereno pero severo, subió al podio. —Hoy es su último día de preparación antes del torneo, tendrán la oportunidad de entrenar sus habilidades y estrategias; recuerden, solo uno de ustedes puede ser el ganador, usen este tiempo sabiamente.

Los elegidos se dispersaron, cada uno concentrado en su propia preparación. Aria se dirigió a una sección más tranquila del salón, buscando un momento de calma para ordenar sus pensamientos y ensayar sus habilidades, había tantas preguntas sin respuesta, y el peso de lo que estaba por venir se sentía abrumador.

Mientras practicaba, recordó las palabras de Milo, advirtiéndole sobre Difraal; al sentir una presencia a su lado, se giró y vio a Difraal, su expresión era seria pero amable.

—Aria,— dijo suavemente. —Quería pedirte disculpas por cualquier malentendido, sé que Milo te advirtió sobre mí; no soy perfecto, pero no soy tu enemigo.

Aria lo miró, sorprendida por su franqueza. —No es fácil saber en quién confiar aquí, admitió.

Difraal asintió. —Lo entiendo, pero quiero que sepas que no tengo intención de hacerte daño, me gustaría que pudiéramos empezar de nuevo.

—De acuerdo,— respondió Aria, sonriendo levemente. —Vamos a intentarlo.

Difraal la miró con una mezcla de curiosidad y admiración. —Siempre me he preguntado cómo te sientes acerca de todo esto. ¿Qué te motiva, Aria?

Aria se tomó un momento para responder. —Supongo que quiero demostrarme a mí misma que soy más fuerte de lo que pienso, y también... quiero proteger a las personas que me importan."

Difraal asintió lentamente. —Eso es admirable; pero debe ser difícil, especialmente con todo lo que está en juego.

—Lo es,— admitió Aria. —A veces me pregunto si realmente estoy preparada para esto.—

Difraal sonrió, una sonrisa que contenía una promesa de apoyo. —Creo que eres más fuerte de lo que crees, Aria, si necesitas alguien con quien hablar, estoy aquí.

Aria sintió un calor reconfortante al escuchar sus palabras. —Gracias, Difraal, eso significa mucho para mí.

La conversación se desvió hacia temas más ligeros, y Difraal la hizo reír con anécdotas sobre su infancia y sus experiencias antes del torneo. A medida que hablaban, Aria se dio cuenta de que tal vez había juzgado mal a Difraal, había más en él de lo que había pensado inicialmente.

Durante la tarde, se encontró con Ruby y Raven, sus compañeras de equipo. Juntas, discutieron sus tácticas y cómo podrían apoyarse mutuamente en el torneo, la presencia de sus amigas le brindaba un sentido de pertenencia y fortaleza.

A medida que el día avanzaba, Aria se sintió más segura de sus habilidades. Estaba determinada a dar lo mejor de sí misma en el torneo, no solo por ella, sino por todos aquellos que creían en ella.

Al caer la noche, los elegidos fueron llevados al gran salón una vez más, el ambiente cargado de expectación. El dios Buda volvió a tomar la palabra, su expresión más severa que nunca. —Ha llegado el momento de revelar la verdadera naturaleza del torneo,— dijo, su voz resonando en el gran salón. —Este no es un simple juego de habilidades, este es un combate a muerte; solo uno de ustedes sobrevivirá.

Un murmullo de horror y shock recorrió la sala. Los elegidos, que hasta ahora habían pensado que competirían por puntos, quedaron paralizados ante la cruda realidad. Aria sintió que el suelo se abría bajo sus pies, su respiración se volvió errática y comenzó a hiperventilar, las paredes parecían cerrarse a su alrededor mientras el pánico la invadía.

Ruby y Raven se acercaron rápidamente, tratando de calmarla. —Respira, Aria,— le dijo Ruby con voz firme pero suave. —Estamos aquí contigo.

Mientras tanto, Elara se abrió paso entre la multitud, sus ojos llenos de odio y determinación, se detuvo frente a Aria, su presencia oscura y amenazante. —Espero que estés lista para morir, Aria,— siseó, antes de agarrar su cabello con fuerza y tirarlo hacia abajo. —Porque no mostraré piedad, te mataré yo misma si tengo la oportunidad.

Aria gimió de dolor, tratando de liberarse del agarre de Elara, antes de que Aria pudiera responder, Difraal apareció junto a ellas, su expresión severa. —Basta, Elara,—dijo con voz fría. —Deja en paz a Aria, no necesitas intimidarla.

Elara lo miró con desdén. —No te metas en esto, Difraal, esto es entre ella y yo.

Difraal no se movió, su postura firme y protectora. —No permitiré que amenaces a nadie aquí, nos enfrentaremos en el campo de batalla, no aquí.



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En el texto hay: dioses y humanos, utopia y distopia, mitologia y poderes

Editado: 27.06.2024

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