Entre Dos Mundos

Capitulo VII – Secuestrada.

Capitulo VII – Secuestrada.

     Supongo… ¡No! Más bien, sé que Cristian esperaba que mi reacción como su mejor amigo que soy, fuera más “Entusiasta” en algún sentido, y en efecto quería demostrarle que me sentía feliz con él, con la noticia de su viaje con Bianca, pero no era así, la verdad es que fue la peor noticia que recibí en el día, sentí como si me golpearan con una piedra fuertemente entre el pecho y el estómago, a la vez un vacío tan grande, como si no hubiera probado bocado durante días, y una enorme tristeza en saber que poco a poco comenzaba a perder a la mujer que amo, y muy a pesar de todos los sentimientos encontrados que se me acumulaban, debía aparentar que nada pasaba, y mostrar una sonrisa como si no me afectara.

     ¡Qué gran dilema!

     ¿Qué podía hacer? – Nada – Yo solo quería salir de ese lugar y olvidar… o quizás, intentar olvidar lo que acababa de escuchar, ¡Sí! – Eso necesitaba –, pero al salir me encontré con ella siguiéndome, supongo que en parte lo esperaba, siempre espere el hecho de que en algún momento ella viniera tras de mí, y aun así solo tuve la valentía, o la cobardía de decirle – No importa – Cuando se realmente, que me importaba más que todo lo demás, porque me dolía mucho más de lo que imaginaba, pero sentía que ella ya no me quería, y que tal vez lo mejor era alejarme.

Cuando me quieras, ¡Te querré!, cuando me ames ¡Te amare!,

Y cuando ya no sientas nada, descuida… yo me alejaré.

     Así que subí al coche intentando huir de esa realidad, pero mi corazón latía cada vez más fuerte, y mis ganas de abrazarla y besarla me volvían débil ante todo lo demás, igualmente me deje llevar por mis impulsos, por mis ganas de hacer realidad un hecho, y en cuestión de segundos baje del auto y ya estaba con ella, abrazándola, sintiendo su calor, el olor de su perfume y una de sus lágrimas, – No soportaba verla llorar –, sentí que no debía reprimir por más tiempos mis emociones, y no me importo en lo absoluto que mi mejor amigo se encontraba a unos pasos de nosotros dentro de aquel café, y solo la bese, sentí sus labios, lo dulce que resultaron ser para mí, la suavidad y delicadeza con la que ella respondió a mi beso, y en ese justo y preciso momento, supe que ella, solo ella, era todo lo que necesitaba.

     Tomamos rumbo a un deseo que se escapaba de nuestras manos, pero que era mucho más fuerte que cualquier impulso, estuve con ella de la manera que no pude estar nunca con Susana, y no me arrepiento, pues estuve con la persona indicada, ¡Era ella! Solo ella. Esa mañana despertamos, juntos, ella abrazada a mí, y al mirarla sentí esa paz que tanto anhelaba sentir desde mucho tiempo atrás, ella abrió sus pequeños y hermosos ojos, y sonrió – Buenos días – Me dijo, y yo solo pude abrazarla nuevamente y besar su frente, – Debo irme Santiago, es hora – Dijo al instante, y volvimos a nuestra realidad.

     - Antes de irme, quisiera saber ¿Qué ocurrirá ahora?

     - No lo sé, pero… pídeme que deje a Susana y te juro que lo hago ahora mismo.

     - Santiago las cosas no son tan fáciles así, ustedes están comprometidos – Pero no la amo… No como a ti – Le interrumpí.

     Ella no respondió, solo bajo la mirada y se marchó, ¿Esperaba más? Sí, claro que sí, pero no puedo presionarla ahora, ella tiene razón, yo aún estoy comprometido, y no es tan fácil como hacer una llamada y decir – Terminamos – es mucho más delicado, teniendo en cuenta que no puedo destruir el sueño de Susana, no podría llegar de la noche a la mañana a decirle que ya no siento nada por ella, no es así de fácil, y aún más, cuando fui yo desde un inicio quien propicio ese sueño, porque ¡Sí! durante un tiempo ese fue también mi sueño. Al paso que avanzaba la mañana pude ir pensando y analizando ciertas dudas en mi cabeza, llegue a casa y estaba Cristian, allí sentado en el comedor con mamá y Miguel, conversando, riendo de cuestiones que solo ellos comprendían, y de pronto me miraron y el silencio abarco por completo el salón.

     - Santiago hijo, ¿Dónde pasaste la noche? – Preguntó mamá –

     - Si, ¿Dónde estuviste? anoche luego que te fuiste, Bianca también se fue y no se despidió.

     - ¿Ah sí? qué raro, buenos días mamá, estuve en el apartamento de Susana, si me disculpan los dejo, estoy algo cansado, no dormí muy bien.

     Y me encontraba allí, sentado a la orilla de mi cama recordando cada minuto junto a ella, cuando de pronto tocaron la puerta de la habitación y entro Cristian.

     - ¿Qué ocurre hermano, te encuentras bien? – Me preguntó.

     - Si, si, Cristian ¿Por qué te quieres ir de viaje con Bianca tan pronto? Es decir, llevan solo semanas de novios, ¿No es como muy pronto? – Le respondí.

     - No, yo no lo veo de ese modo ¿Por qué, te preocupa?

     - No para nada, yo solo pienso que todo es como rápido.

     - ¿Tu hablándome de rapidez? Hermano, te recuerdo que tú y Susana hicieron lo mismo, aunque ya conocemos el origen de esa historia.

     Él tiene razón, es cierto que yo no soy la persona correcta para darle consejos, a fin de cuenta yo siempre fui apresurado en todo con Susana, lo único que pospuse por mucho tiempo fue el compromiso de boda, y sin embargo cuando por fin me decido a casarnos, pasa esto, definitivamente no estoy predicando con ejemplo. No había más nada que decir, no había más ningún tema que tocar, y ya no sabía cómo actuar, para que no se me notara el engaño, y la falta tan grande que había cometido hacia mi mejor amigo, mi hermano.

     Continuaron pasando las horas, y lo notaba preocupado, caminaba de lado a lado en la habitación, mientras que yo me encontraba sentado en la computadora haciendo planos y nuevos diseños, pero seguía sin mencionar palabra, y solo miraba el teléfono, intentaba hacer unas llamadas, pero nadie le atendía – Contesta, contesta – se repetía constantemente, y en cierto punto no soporte más la curiosidad y le hice la gran pregunta, – ¿Qué pasa? – A lo que me miró muy preocupado y me respondió – Es Bianca –




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