Aria caminaba con paso apresurado por una plaza antigua y olvidada, envuelta en un aura misteriosa que le provocaba escalofríos por todo el cuerpo. Las sombras, como bailarinas invisibles, se deslizaban entre los destruidos edificios de piedra, susurrando pálidos recuerdos de un pasado oscuro. Cada paso que Aria daba aumentaba la sensación de peligro, como si estuviera adentrándose en un terreno desconocido y hostil. La plaza estaba siendo iluminada únicamente por la pálida luz de la luna, creando un efecto mágico en el ambiente, pero al mismo tiempo; un ambiente aterrador.
Fue entonces cuando Aria notó que las sombras se agitaban en un rincón oscuro, ocultando algo misterioso e intrigante. Su curiosidad fue más fuerte que el miedo, así que se acercó cautelosamente, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Al llegar al lugar, su mirada se posó en una esfera brillante que parecía llamarla. Sin pensarlo dos veces, la tomó entre sus manos y, en un instante, su mente se vio transportada a los recuerdos de otra persona. Como si fuera un espectador en su propia vida, Aria experimentó imágenes y emociones que no le pertenecían.
El primer recuerdo que Aria tuvo fue de una niña pequeña corriendo por un jardín lleno de flores, sintiéndose segura y amada. La niña jugaba con una pelota blanca y dorada, con una sonrisa en su rostro. Aria podía sentir la felicidad y la inocencia que emanaban de esa pequeña criatura, así como la paz y satisfacción de sus padres. Sin embargo, las imágenes cambiaron y Aria se encontró en una casa rural, sintiéndose frustrada y agotada. Vio a la niña, un poco mayor, sentada en una silla y observando a sus padres discutir en tono acalorado. Aunque no entendía las palabras, podía sentir la tensión en el ambiente. La niña empezó a sentirse mareada y enferma, invadida por la angustia y la desesperación. También experimentó una profunda sensación de dolor y soledad. Aria no podía hacer nada más que presenciar el sufrimiento de la niña. De repente, la escena cambió y la niña, ya mayor, observaba una casa de madera flotando en el aire. Desde dentro se oían gritos de dolor y angustia. El aire era asfixiante y había un olor a quemado. Una luz naranja y amenazante se reflejaba en la ventana. Aria sintió un miedo visceral y se encogió un poco en su lugar. La escena volvió a cambiar y ahora la joven era una mujer de unos veintitantos años.
De pronto, vio fragmentos de imágenes borrosas y sentimientos intensos. Vio como aquella mujer había sido asesinada en un intento por vengar a sus hermanas brujas y criaturas mágicas masacradas, pero su sed de justicia había tomado un rumbo oscuro y despiadado. Comenzó a segar vidas indiscriminadamente, incluso aquellos que no tenían ninguna responsabilidad en la tragedia que había motivado su sed de venganza. A medida que las imágenes pasaban ante sus ojos, todo se volvía confuso y lleno de sombras inquietantes. La figura de la mujer se desvanecía constantemente, evitando revelar su rostro y sus intenciones más profundas. Aria se encontraba atrapada en una pesadilla sin fin, su mente luchando por descifrar la verdad detrás de todo este enigma.
De repente, sin previo aviso, una planta retorcida y llena de espinas en forma de una mano esquelética pareció surgir de la nada, enredándose alrededor del rostro de Aria con una ferocidad implacable. La presión de las ramas y las espinas le provocaba un dolor agudo, y el pánico se apoderó de ella mientras luchaba por liberarse. En un instante, Aria despertó sobresaltada, su respiración entrecortada y el sudor empapando su frente. Se dio cuenta de que todo lo que había experimentado había sido solo un sueño perturbador. Aria intentó tranquilizarse, pero su corazón seguía latiendo aceleradamente, y la imagen de la pesadilla sobre Irina aún estaba fresca en su mente, dejándole una sensación inquietante.
¿Quién era esa mujer y por qué había estado viéndola últimamente en cada sueño que tenía?
La mujer del sueño había sido extrañamente familiar, pero no podía recordar ningún rostro conocido que tuviera tanta semejanza con esa imagen. La pesadilla parecía conectada a su vida en algún nivel, pero no podía entender la relación. Ella puso los pies en la tierra y se puso sus pantuflas de algodón para luego ir a la ventana y mirar por ahí sin hacer ruido que pudiera respetará a su compañera de habitación que dormía en la cama al lado. Mientras observaba la noche silenciosa y los árboles que se reflejaban bajo la luz de la luna, el recuerdo de la pesadilla volvió a captar su atención. No podía sacudirlo de su mente, y la mujer se le había convertido en un enigma que no podía resolver.
La tarde llegó y Aria se encontraba caminando por el pasillo con un juego en sus manos, estaba sola. Los gemelos estaban castigados en el último piso del castillo junto a Lara, por haber hecho algo prohibido. Aiden estaba en la biblioteca estudiando para un examen que tendría pronto, y Han estaba preparándose para la fase final que se llevaría a cabo en una hora. Rojos Ardientes y Violetas Místicas eran los únicos equipos finalistas y se enfrentarían en una serie de obstáculos para determinar quién representaría a la academia en la competencia mundial de Dragón Racing en Perú.
Minutos más tarde, Aria se encontraba en su rincón de estudio, una de sus habitaciones favoritas en el castillo, llena de libros que le permitían desconectarse del mundo y sumergirse en la literatura. Estaba sentada en una silla verde, leyendo un libro sobre fantasmas y hombres lobo, cuando escuchó que alguien la llamaba. Era Jader, uno de sus compañeros de clase con quien se llevaba bien. Él le dijo que la final había comenzado y que debía ir. Aria, un poco aburrida, se levantó y salió del salón junto a él, comenzando a hablar sobre las clases mientras se dirigían hacia la competencia.
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Editado: 17.01.2024