Entre Dos Mundos: El Destino De Aria

CAPÍTULO 11: CADENAS

¿De verdad había ido? Aunque ya se sentía un tanto tranquila al saber que los profesores sabían de la fiesta, no podía evitar sentir una gran oleada de nervios en su cuerpo. A su lado se encontraban Aiden e Hiro, quienes conversaban animadamente sobre el campeonato mundial de Dragon Racing que sería a mediados del año entrante. Aria mordía sus labios, al punto que parecían estarse lastimando, pero eso a ella no le importaba. Hace mucho tiempo no iba a fiestas y asistir a una desde entonces, no le generaba un sentimiento muy agradable.  

Mientras avanzaban entre los árboles, acercándose cada vez más a la fiesta, Aria se detuvo de repente, captando la atención de sus acompañantes. Ella sabía que no debía preocuparse por lo que Han hiciera, ya que habían terminado por decisión propia. Sin embargo, ver a Elara aferrada al cuello de Han despertó una ola de celos en lo más profundo de su ser. Para distraerse de esa escena que no le gustaba, Aria decidió fijar su atención en Hiro y Aiden, quienes también habían notado la escena que se desarrollaba a pocos metros de ellos. 

Aria se sentía fría debido a la brisa gélida que recorría el lugar, por lo que se abrazó a sí misma en busca de calor. Bajó la mirada hacia el suelo, tratando de alejarse de aquella situación incómoda. Sin embargo, cuando levantó la mirada nuevamente, una oleada aún mayor de celos la invadió al ver a Elara aferrarse al cuello de Han aún más. Impulsada por la mezcla de emociones que la embargaban, Aria dio unos pasos decididos hacia la pareja y se interpuso entre ellos, liberando a Han del agarre de la chica pegajosa. 

Elara se apartó sorprendida, mientras Aria clavaba su mirada en Han, mostrando una combinación de enojo y vulnerabilidad. La voz de Aria temblaba mientras dirigía la palabra a Han, sin comprender por qué sus emociones parecían tomar el control de ella. Esa confusión la asaltaba, pero aun así, no pudo evitar preguntarle con voz temblorosa:

— Han, ¿qué diablos estás haciendo? ¿Por qué permites que ella se aferre a ti de esa manera? — La mirada de Han reflejaba incredulidad y confusión al observar la tormenta emocional que se desataba en los ojos de Aria.

 — Aria, hemos terminado, ¿recuerdas? Tú fuiste quien decidió que no estábamos hechos el uno para el otro — Han respondió con un tono de frustración —. No vengas ahora a hacerme reclamos — Ario inflo los labios, sabiendo que él tenía razón. Se alejó unos pasos —. De verdad que aunque quiero, no logro entenderte. ¿Por qué cambiaste tanto? Antes eras tan linda, la mujer de la cuál me enamoré. Ahora no eres ni su sombra. Pareces una usurpadora que me quitó a mi verdadera Aria, pero no importa. No quiero que vuelvas a meterte en mis cosas. Nunca más. Si Elara esta conmigo, eso a ti no deberia importante porque ya no somos nada tu y yo. 

Aria se encontraba desbordada por la situación, sintiendo cómo las palabras de Han resonaban en su cabeza. La confusión y el dolor se mezclaban dentro de ella mientras intentaba comprender sus propios sentimientos. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero ella la limpió antes de que lograran bajar. Ni ella misma lograba entender porque se sentía de esa manera por un chico al que juraba de boca no querer.  

— Algo está mal en mi interior, nadie lo comprende. Atravieso un momento difícil que me hace sentir miserable —su voz temblorosa denotaba su sufrimiento—. Quisiera dejar de estar tan confundida. No deseo lastimarte, no me has dado razón para ello, pero tampoco sé cómo hacerte feliz. Solo quiero que todo sea una pesadilla y lo que sucedió no fuera real —con cada palabra, lágrimas se acumulaban en sus ojos, cayendo sin control sobre el rostro tenso de Aria—. Te amo, siento que mi corazón lo hace, pero no lo deseo conscientemente. No te quiero, pero tampoco quiero verte con alguien más porque siento que te amo.

— También te amo, maldita sea — se acercó a ella y la tomó por las mejillas —. ¿Quieres verme suplicar por tu amor, Everwood? ¿Eso es lo que deseas? ¿Verme de rodillas ante ti? — Aria cerró los ojos con fuerza, impidiendo que las lágrimas bajaran —. ¡Responde! 

— No quiero eso — respondió con la voz rota. Alejo las manos de Han de su rostro, y lo miró con un gesto de angustia — Solo quiero que me entiendas. No sabes por lo que he pasado para sentirme así.

— ¿Cómo quieres que te entienda si no eres capaz de decirme lo que te sucede? No soy adivino, Aria.

Hiro y Aiden tomaron a Elara del brazo, obligándola a abandonar la escena, mientras Aria y Han libraban una batalla de miradas cargada de tensión. 

— ¡Me siento muerta, Han! —grito Aria—. ¡Todo lo quiero ya no tiene sentido en mi vida! ¡Solo quiero morirme! Quiero que…quiero que…

— ¿Qué quieres? 

—Yo… nada, solo olvida lo que sucede ahora.  Perdóname, no sé porque te hice una escena de celos. No sé de dónde salieron esos sentimientos. Tienes todo el derecho de estar con la persona que tú quieras. Yo no te voy a impedir eso. Nos vemos después, Han.

Antes de que Aria intentara alejarse, Han la sujetó suavemente del brazo, sin causarle dolor perceptible. Aria, en un primer instante, observó el firme agarre, para luego dirigir su mirada al responsable de esta acción. Han la atrajo nuevamente hacia su pecho, generando en Aria una sensación peculiar. ¿Por qué latía su corazón tan rápido? Le desagradaba que su cuerpo reaccionara de esa manera frente a ese chico. En ese momento, Aria percibía una mezcla de emociones tan intensas que sentía que sus sentimientos la hacían temblar.




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