Jannie yacía en el suelo, mientras esperaba a sus compañeros de cabaña que aún no regresaban de la fiesta organizada por los chicos de noveno. La soledad y el aburrimiento la consumían por completo. En su mano derecha, sujetaba su varita de suave tono verdoso, con la que estaba jugando para cambiar el color de un trozo viejo de pan. Ella no era muy amante de usar varitas, pero en ese momento la encontró algo divertida. Aunque se había cansado de este juego, no tenía nada más que hacer. Su ropa estaba limpia y planchada, ya había leído todos los libros de la pequeña biblioteca de la cabaña y ya había explorado todo el campamento. En ese momento, no sabía qué más podía hacer, aparte de mover un trozo de pan y cambiar su color. De repente, la puerta de la cabaña se abrió con un golpe, haciendo que Jannie se sobresaltara y soltara la varita la cual se perdió debajo del sofá. El trozo de pan en el que estaba trabajando voló por el aire y terminó cayendo en una pila de ropa limpia.
— ¿Qué sucedió, Aria? — preguntó Jannie preocupada y curiosa. Se levantó del suelo y se acercó a su compañera —. ¿Qué te dijo el director?
Aria sujetó el brazo de Jannie y la condujo a la habitación, deseando que nadie, en caso de entrar, escuchara su conversación. Se sentaron cara a cara en la cama. La morena tenía algo que generaba en Aria una gran confianza. Aria tomó una profunda bocanada de aire y empezó a hablar. Le explicó a Jannie lo sucedido con Hazel y lo que él le había revelado. Mientras tanto, Hazel seguía sentado en su silla en la biblioteca, perdido en sus pensamientos después de la conversación que había tenido con su estudiante hace unos minutos.
¿Su hija estaba a punto de regresar a la vida? ¿Debía sentirse feliz o enojado por esa revelación? Diane se sentó a su lado, captando su atención. Diane era más que una profesora e instructora de la academia, era la mano derecha de Hazel desde hace mucho. Provenía de una familia humilde de descendientes directos de vampiros, por lo que había heredado todas las habilidades pero seguía siendo humana. Diane era amable de verdad, pero como todas las personas, tenía su lado malvado.
—¿Estás bien? — le preguntó Diane preocupada. Hazel la miró y una sonrisa se dibujó en su rostro — Pareces preocupado, Hazel.
— Todo está bien, Diane— dijo él, relajándose en su asiento y cambiando su tono de voz para que su compañera no se preocupara —. Solo… hay algo —añadió. La curiosidad se apoderó de ella.
—¿Solo hay algo?
—Esa nueva chica, Aria, creo que nos causará muchos problemas si no la controlamos —dijo Hazel.
Diane se mostró impactada.
—¿Por qué dices eso?— preguntó.
—No podemos hablar aquí. Hay muchos estudiantes que podrían escucharnos. No quiero lidiar con rumores estúpidos.
Al día siguiente, Aria se encontraba sentada en el suelo de las piedras del lago con el libro “Artes místicas: poder de las playas, último año" en sus manos. El libro era obra de la maestra de último año en la academia de Serentifia, la enigmática escuela ubicada en una parte remota de las cordilleras de los Andes. Aria sabía que debía leer ese libro y seguir sus instrucciones para comprender lo que se les explicaría más adelante, pero le estaba costando mucho. La maestra había instruido a sus alumnos a que encontraran un lugar tranquilo, alejado de las distracciones para leer el libro y tratar de comprender lo que estaba escrito en él. Las instrucciones no eran claras, pero se suponía que leer el libro le permitiría tener una visión, una revelación. Aria había intentado repetidas veces, pero no sabía cómo continuar. Era un libro muy difícil de entender debido a la cantidad de símbolos que había.
Eros y Hiro aparecieron de la nada y se sentaron a cada lado de ella, dejándola en el centro. Eros le quitó el libro, lo que provocó una mirada furiosa por parte de ella, quien se lo arrebató de vuelta.
—Artes místicas: poder de las playas, último año—dijo Eros, retomando el libro. Aria se rindió y se recostó, cruzando las piernas y apoyando los brazos hacia atrás. Eros continuó hablando:—. Muchos consideran esta asignatura poco relevante, pero a Hiro y a mí nos encanta, ya que nos ayuda a explorar los secretos ocultos de las playas y su conexión con la magia.
—¿Es muy difícil?— preguntó ella.
—Para nada. Durante este último año en la asignatura, aprenderás a canalizar la energía elemental presente en la arena, las olas y la brisa marina para realizar conjuros y hechizos poderosos. El temario incluye rituales para invocar espíritus acuáticos, la lectura de las mareas como oráculo, la manipulación de corrientes marinas para influir en situaciones y la creación de escudos mágicos utilizando la esencia de las conchas marinas. Además, seguiremos estudiando las leyendas y mitos relacionados con las playas y su magia ancestral. Aunque la mayoría de las clases se llevarán a cabo en un pequeño lugar de prácticas cerca de la costa, donde los estudiantes pueden experimentar de primera mano la energía de las olas y el poder de la naturaleza, también podríamos hacerlas en salas mágicas dentro del castillo.
— ¿Por qué en una sala dentro del castillo? — preguntó Aria—. ¿Esos conjuros son peligrosos?
— Es más por una cuestión de comodidad. A veces llueve y no es divertido estar aprendiendo cosas nuevas y cansadas mientras está lloviendo a cántaros, mientras que la sala de prácticas está cómoda y a temperatura estable. Y no, los conjuro no son peligrosos, siempre y cuando se haga como se debe hacer. Hace unos meses teníamos un compañero, era Jeremías Arcaibo, un chico que no hizo el conjuro como tenía que ser y casi muere porque el conjuro salió terrible.
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Editado: 17.01.2024