Mi dolor, mi tristeza eran más grandes, sentía que todo lo echaba a la basura con mi carácter, que el primer hombre, el más hermoso que pude conocer, yo haría que me despreciara y eso me dolía como aún me duele el tratar de aparentar ser fuerte, mi constante pelea con la manipulación de mi hermana, haría que todo se fuera por el caño. Yo no tenía nada a mi favor, yo soy la mentirosa. ¿Qué más me faltaba que pensara mal de mí? Pues ya no haría nada para hacer que viera la verdad, para que me conociera realmente como soy, lo que valgo y mi capacidad. Seré mentirosa, mal educada, todo lo que él piense de mí, lo seré. No nadare contra corriente.
Llega Daniel y me bebo un bote con prisa, fuimos platicando de todo un poco, de sus hijos, de su esposa, me confió que aún sentía amor por ella a pesar que ella ya tenía otra pareja, me contó que lo dejó porque tiene sus problemas con el alcohol, como la mayoría de los mecánicos, que se hartó del olor aceite, a que diario llegara sucio, eso le dolía bastante a él.
Vaya que hay mujeres que teniendo una pareja buena que las ama realmente, ellas lo rechazan, no piensas en sus hijos, tampoco que vivan sin su padre.
—¿Y tú Isabel, que me cuentas del amor?
—Que es maravilloso, así como tormentoso cuando nos equivocamos al amar a quien no nos ama, solo eso puedo decirte, y que estoy enamorada por primera vez, puedo sentir sus manos, su roce, sus brazos y hacerme sentir mil y un sentimientos inexplicables.
—¡Qué bonito te expresas de él! ¿Quién es?
—No tiene caso decir su nombre da igual, la que lo ama soy yo, no tú ja, ja, ja, ja
—Ya casi vas a cerrar. ¿Ya te sientes mejor?
—Si, al menos borracha, ja, ja, ja no es verdad, me siento más tranquila.
Afortunadamente no llegó ningún cliente. Cerramos y nos fuimos a casa de Don Raymundo, nos tomamos dos botes cada uno y me fui a casa en taxi. Dormíamos en la sala, mi madre en la recámara con sus nietas, sé que no podríamos seguir mucho tiempo allí, era incómodo para todos, aun cuando solo estuviéramos en la tarde-noche.
Pero tengo grandes recuerdos porque nos divertíamos muchísimo, comíamos todos juntos, jugábamos nintendo, me encantaba ser la princesa de Mario e imaginaba que "él" era Pablo o Roberto, mis grandes hombres, mis caballeros.
Tenemos unos terrenos cercas de Rosarito, pero construir es imposible, apenas podemos pagar las mensualidades con ayuda de mi hermano Roberto y mis comisiones. Mi madre hizo una buena inversión.
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Al siguiente día en la oficina le llamé a mi jefe para avisarle que ya estaba en la oficina.
—Está bien Isabel. —Bastante serio.
María me visitaba con Enrique, un día platicando me dijo que iría vernos a casa de mi hermano, ella no iba seguido porque vive muy lejos, pero quería ver a mi madre que en ratos se iba a trabajar y otras veces se quedaba en casa, mi madre nunca ha podido estar sin hacer nada, no le gusta depender de nadie.
Pasarían por mí para irnos juntas, ella venía sola, me pidió seguir la mentira de Enrique ante mi cuñado, le dije que ya lo había hecho y si necesitaba algo me dijera. Sabía que hacía mal, por otra parte entendía que mi cuñado la maltrataba y no era feliz, que ella seguía con él por sus hijas, por tener la figura paterna que tanta falta le hizo a ella misma como a mi.
Por ese motivo y solo por eso la ayudaba, deseaba con todo mi amor fuera y se sintiera amada y feliz.
Yo aún no sabía lo que realmente era amar y sentirse amada, aun cuando ya me lo había demostrado de muchas maneras y las que venían. Tal vez no precisamente como mujer, pero sí como ser humano y eso lo valoraba aún más. Puedes amar a un hombre que sabe acariciar tu alma y no tu cuerpo, definitivamente así era mi cielo.
Mi hermana se quedó boquiabierta cuando vio cómo vivíamos apretados en casa de Federico, no lo podía creer, y valoraba el esfuerzo de mi hermano y mi cuñada al perder algo de su privacidad como pareja, como familia, por nuestra presencia.
Contrario a la casa de ella, que es grande.
—Voy hablar con mi marido, ojalá esté de acuerdo conmigo y se vayan a mi casa un tiempo, en lo que vemos que podemos hacer para rentar una casa chica, yo les aviso.
Mi cuñado es de un carácter voluble, agresivo, fijado, todo cuida minuciosamente, no creo que él acepte.
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He evitado toda comunicación con Lourdes, si acaso me llama solo le respondo respecto al trabajo, ha intentado tener una conversación como hermana, pero no se lo he permitido, no después de tremenda discusión con mi jefe, por su veneno derramado a él contra mí.
Viene ocasionalmente Daniel a preguntar si no necesito nada de la tienda, siempre muy amable. Pero decido ir yo, está a una cuadra la tienda, de allí veo si llega un cliente, no me tardaré tanto.
Estoy comprando chucherías, cuando veo que entra un carro, pago y me voy a la oficina apresurada, debe ser un cliente, lo saludo a lo lejos con las manos diciendo que ya voy, lo entiende pero ya estaba con el celular en mano.
Le pido disculpas por no estar presente y la demora... Le doy la información, al momento suena el celular y es mi jefe.
—¿Dónde estás Isabel?
—Aquí en la oficina.
—Está un cliente contigo.
—Si.
—Cuando te desocupes me hablas por favor.
—Sí— Me imaginé que el cliente le llamó a mi hermana, y ella a su vez a él.
Se va el cliente y le marco...
—Mande, solo salí a la tienda, pero si le molesta no lo vuelvo hacer.
—Está bien, solo cuando vayas está atenta si llega un cliente para que te apresures en regresar.
—Gracias, así lo haré, no salgo mucho.
—Eso era todo—Me corta abruptamente la llamada—
Lo siento tan distante, me da mucha tristeza pensar que ya nada será igual que al inicio, gracias a la envidia, los celos, la manipulación de mi hermana. En realidad a la ingenuidad de mi jefe.