Entre el cielo y la Tierra

VIOLENCIA

—No trates de cambiarla, solo respétala como es. ¿Te gusta leer Isabel? 

—Si. 

—¿Qué te gusta leer? 

—Compro las revistas de la farándula. 

—ja, ja, ja, ja NO Isabel eso es basura, yo me refiero a libros de verdad del género que más te guste como:  Superación, ficción, amor, literatura, drama, espiritual, romance. Ese tipo de lectura. 

—No, la verdad no. Sólo he leído un libro de Og Mandino. —Apenada sin saber de qué libro platicar con él bajo la mirada y me siento ruborizada. 

—No te sientas apenada, puedes empezar cuando quieras a leer, pregúntale a tu hermana, aun cuando a ella le gusta leer la biblia siempre la tiene en la oficina.

—Sí lo haré, en la próxima plática le contaré que libro me compré.

—Me parece excelente, si te gustan las revistas compra de las que puedas aprender, de ciencia, cultura, pintura, de lo que más te guste. Ya me tengo que ir, hasta mañana Isabel.

Que maravilloso es aprender de la persona que no solo te gusta, de tu amor platónico, ojalá toda la gente dedicara un poco de su tiempo y compartiera un poco o mucho de su sabiduría como lo hace él conmigo en una simple plática.

Me voy a casa y encuentro a mi mita (mamá) la casa tiene muchos detalles y tenemos que esperar no sé cuánto tiempo más. Se pone a llorar, la abrazo y le digo que no se preocupe, que será para tener algo mejor, que pronto estaremos  en nuestra casa, que la entiendo todo lo que siente.

Pocos tenemos esa ligera noción de lo que se puede sentir al vivir en una casa que no es tuya, dónde te cuidan lo que  comes, cuánta agua gastas cuando te bañas, a qué horas duermes y cuantas horas, desgraciadamente falta mucho respeto por la forma de vivir de cada ser humano, nosotras nos volvimos el ojo del huracán con mi cuñado y hermana, hasta en ocasiones mi sobrina Juliana nos decía "Ya váyanse a su casa" pero es una niña, nunca lo sentimos como un sentimiento verdadero. 

—Hija vámonos así al terreno, allá dormimos en la camioneta, ya veremos a dónde vamos a bañarnos. Ya no podemos seguir aquí.

—Lo se mita, pero no podemos arriesgarnos a que nos suceda algo estando solas, mejor le pido permiso a mi jefe y nos quedamos en la oficina. Déjeme pensar qué hacemos. Nos quedamos dormidas sin saber qué hacer, sin una solución. 

Me despertaba más temprano para bañarme y dejar limpio el baño para que no hubiera problemas, a veces les molestaba que se empañen los espejos (Debía dejarlos limpios y secos) me iba a trabajar sin desayunar en muchas ocasiones, (Para que no se quejara porque se terminaba rápido la comida) a la vez ya no quería sentirme usada y tener que tomar con mi cuñado para entretenerlo o relajarlo para que no discutiera con mi hermana. No es mi responsabilidad. 

Al llegar a la oficina le llamo a mi jefe. 

—Buen día, ya llegué. 

—Buen día Isabel ¿Alguna novedad?    

—No, todo está bien, pero... ¿Va a venir hoy? 

—¿Necesitas algo? ¿Por qué me preguntas eso?

 Mis nervios, mis temores no me dejaban hablar fluido. Para pedirle un favor. 

—No, solo preguntaba por curiosidad. 

—Tal vez si o tal vez no, si voy  llegaré de sorpresa.

—Amo las sorpresas, bueno que tenga un lindo día. 

—Tú también Isabel.

No pude decirle nada pero quizás sea lo mejor, aun cuando me duele ver a mi madre tan incómoda, ella pasa más tiempo en esa casa que yo.

Todo el día me la pase aburrida, mi cabeza ya me dolía pensado que hacer, pero la vida siempre nos da hermosas sorpresas.

Le marco a mi jefe: 

—Buenas tardes, ya voy a cerrar. 

—¿Cómo nos fue Isabel?  

—No vino nadie hoy, ni usted.

—Mañana será un mejor día, hasta mañana. —No dijo nada más.

*****

Llego con mi madre y le digo que no fue mi jefe a la oficina que andaba ocupado, que en la primera oportunidad hablaría con él.

Sube un trabajador de mi cuñado y me dice: —Isabel dice mi jefe que si baja por favor. 

—Si, en un momento voy, gracias.

Yo me anticipo pensando, tal vez quiere que vayamos a tomar a la playa, o que me quede con él en el negocio a platicar.  

—Mande cuñado. 

—Vente con nosotros a platicar, tómate una cerveza.

 Veo a sus amigos y dos de sus compadres, mi hermana y yo.

—Sí claro, me quedo un rato porque mañana trabajo. 

—Está bien, te voy anticipar una sorpresa, "va a venir tu novio".

—¡Qué bien! 

En ese momento veo llegar a Enrique, se estaciona en la parte de enfrente del negocio. ¡Dios mío!  voy a tener que abrazarlo o besarlo, me siento tan nerviosa con mucho miedo que descubra la verdad.

—Buenas noches. —Entra saludando a todos.

—¡Hola, pásate! 

Le dije señalándole por dónde pasar detrás del mostrador. Al tiempo que mi cuñado nos dice... 

—¿No vas a besar a tu novia? 

—Ya lo hizo cuñado, solo que no nos viste.

Ya estaba algo alcoholizado, tiene la voz tremendamente fuerte.

Se sale del mostrador, me toma del brazo muy, muy fuerte, me jala volteándome de frente a sus amigos. 

—¿Cómo ven a  mi cuñada, siendo cómplice de su hermana con su amante? 

 Sentí un terror invadirme toda por dentro, pensé me golpearía como lo hacía con mi hermana, a Enrique, que se armaría allí una trifulca marca demonio. Mis ojos buscan a mi hermana la que ya estaba a un lado de mi cuñado.

—¿De que estas hablando? Ya estás borracho, deja a Isabel, ¡Suéltala!

El no hacía caso, me tenía tan fuerte detenida y yo ni el intento hice por soltarme, me sentía aterrada por lo que pudiera hacerle a mi hermana a Enrique, por mi madre y las niñas. 

—No sé de qué hablas cuñado, Enrique es mi novio y lo puedo besar frente a ti las veces que quieras, no sé porque te pones así, porque dices eso tan feo de mi hermana.




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