Llega mi madre por mí a la oficina, le llamo a mi jefe para avisarle que ya voy a cerrar y efectivamente como me dijo el celular está apagado, sentí celos, pero entendía que él es dueño de su vida dónde yo era solo su empleada.
—Mamá, vino mi papá, me dijo que nos...
—No me hables de él, no lo quiero volver a ver, por mí que no se aparezca nunca más.
—No diga eso mamá, es mi padre, es su esposo.
—¿Cuál esposo? ¿Acaso nos mantiene? ¿Acaso se hace cargo de mis hijos? ¿Acaso está con nosotros en estos momentos difíciles?
—No se reproche nada, él solo es responsable de su vida y sólo él tendrá que rendir cuentas algún día de los errores cometidos.
—Yo no quiero verlo Isabel, ya no me hables de él.
—Mamá yo entiendo que le duela porque es el hombre del que se enamoró pero...
—No, yo no estoy enamorada de ese hombre, era muy joven cuando me casé con él, yo ni sabía lo que quería en mi vida, me ha hecho mucho daño, no lo voy a perdonar.
—Está bien mamá.
Ya no insistí al verla llorando. No puedo juzgar a uno ni a otro, los amo a los dos así con sus defectos y virtudes.
—Mamá, mañana tengo que ir a la oficina matriz en la tarde ¿Me lleva?
—Sí, yo te dejo allí y me voy a trabajar, paso por ti en una o dos horas.
—Está bien mami.
Fuimos a cenar tacos, luego a trabajar en el taxi unas horas, en una vuelta (Así le dicen a trabajar por la ruta de los taxis) Nos tocó el semáforo en rojo. Llegó un pick up nuevo color azul, con música de banda a todo volumen, con ésta canción "LA CLAVE PRIVADA" nos habló un pasaje que bajaría en la siguiente parada yo le recibí el pago, al voltear y encender la luz, el joven del pick up volteo a verme una vez, después se agachó buscándome de nuevo, comenzó a tocar el claxon, mi madre y los pasajeros voltearon, a lo que le dice a mi madre...
—Señora, baje a la joven de un lado de usted en la siguiente parada, viene conmigo.
ja, ja, ja, ja, ja, ja
—Es mi hija "IDIOTA"
—Discúlpeme, la voy a seguir entonces hasta dónde vaya, la quiero conocer.
—Le hablaré a una patrulla si nos molestas de nuevo.
—No me importa, así tendremos que detenernos y se bajará del carro.
No sería la primera vez que me intentaban robar. Sentí miedo, mis manos temblaban y estaba muy avergonzada.
Al arrancar la camioneta mi madre él se quedó quemando llanta en el mismo lugar, no sé cuantos segundos o minutos, pero su pick up no se movía del mismo lugar, seguía quemando llanta.
—¿Cómo hace eso mamá? ¿Por qué no se colea su carro?
—No se hija, pero pide una patrulla o si ves una dime.
—No se preocupe mamá, ahorita se enfada y se va.
Fue delante de la ermita en Tijuana, nos siguió hasta el centro, al sitio de taxis. Mi madre se bajó de la camioneta y me prohibió bajarme al percatarse que venían otros dos carros con él. No sé qué le dijo mi madre. Retrocedió su pick up hasta quedar a un lado de la camioneta de mi madre y me gritó:
—Mírame, nos volveremos a ver estoy seguro, me gustas mucho. ¿Te gusto yo a ti?
—No, claro que no. Volvió a quemar llanta en el mismo lugar sin mover su carro y se fue, con los dos autos detrás de él y su canción peculiar.
—Tenía que hacerlo entender, es obvio que es narcotraficante o policía, no lo sé, andaban armados. —Me dijo mi madre muy preocupada—
—Mamá, vámonos al hotel, tengo mucho miedo.
—No, tenemos que esperar para que no nos mande seguir.
Tengo mucho miedo estamos solas en un hotel, es muy peligroso. Cuando nos fuimos del sitio de taxis, mi madre miraba mucho por los espejos, cambió de ruta para irnos al hotel, nadie nos seguía afortunadamente.
—Madre, ¿Que le dijo para que nos dejara de molestar?
—Le dije que estabas enferma, que no estabas en tus 5 sentidos.
— ja, ja, ja, ja, ja Que bueno madre, nadie quiere una ¡loca!
Dormimos algo preocupadas, asustadas, pero gracias al cielo no pasó nada, la vida me lo volvería a poner en mi camino unos años después para conocernos.
Salimos rumbo a la oficina, mi madre me dejó y se fue a trabajar.
Me puse a limpiar, me salí a barrer el patio, me senté en los escalones de la entrada a la oficina, y el tiempo parecía estar detenido.
Llegó mi madre por mí, me dejó en la oficina matriz. Yo me sentía algo nerviosa por ver a mi cielo, y de lo que fuéramos hablar.
—En dos horas vengo por ti.
—Sí mamá, que le vaya muy bien.
Camino a la oficina sintiendo mis nervios, feliz al mismo tiempo de verlo.
—Buenas tardes señorita.
—Buenas tardes. (Sonreímos los dos viéndonos)
—¿Cómo nos fue hoy?
—No fue nadie, lo siento.
—El lunes será un mejor día. Siéntate Isabel, te tengo una sorpresa.
—¿De verdad? ¿Es buena o mala?
—¡Es excelente!
—¡Que emoción! ¡Dígamela!
—No, aun no, vamos a brindar con una cerveza. Lourdes vente con nosotros a festejar.
Yo no me sentía nada cómoda con ella, pero realmente no me importaba mientras esos ojos me siguieran viendo, esos labios pronunciaran mi nombre.
Me daba la impresión que mi hermana ya sabía cuál era mi sorpresa, no la veía muy contenta, si sonreía con nuestro jefe, pero yo sentía algo raro.
Llega un cliente y mi hermana sale a atenderlo.
—Señorita la sorpresa es que... ¡Su casa ya está en su terreno!
—¡No lo puedo creer! ¡Que emoción! ¡Muchas gracias! ¿Pero cómo la llevo si yo no la vi?
—Porque debes confiar en mí, la casa está muy bonita.
—Si confío mucho en usted, de hecho es en el único hombre que he confiado aparte de mis hermanos y mi padre.
—Gracias Isabel por verme como un hermano.
—De nada. (Ya no podía decir lo contrario. Demonios mis palabras me agreden también). Eso quiere decir que ¿Ya nos podemos ir a dormir hoy a mi casa?