Entre el Silencio.

Capitulo 1.

Kamila.

Había vuelto, estaba de nuevo, mi ataque de ansiedad. Me ha costado trabajo aprender a controlarlos, y aunque en ocasiones lo hago con mucho éxito en otras me he desmoronado y de no ser por algún ser viviente en el momento adecuado, realmente no sé qué hubiera pasado.

Mis manos tiemblan, mi respiración está entrecortada, y me corazón va como loco. Antes hubiese pensado que estoy al punto de morir. Pero como ya he dicho, esto es algo que pasa muy a menudo, y se con certeza que pronto pasara.

Y aqui estoy sentada en el frío piso del cubículo del baño de mi colegio, enfrente del retrete, con las rodilla pegadas a mi busto, tratando de respirar y diciéndome mentalmente que puedo, puedo mantener la calma, que pasara, que no moriré. Exhala e inhala, exhala e inhala, repito para mí adentros. ¡Vamos tú puedes! Me doy animo nuevamente para mis adentros, ni en una situación así soy capaz de hablar y escuchar mi voz. Cobarde, eso es lo que eres. Recrimina mi conciencia, ¿y para que entrar en una discusión conmigo misma?, si se que lo soy.

Pero, vamos, este no es momentos de echarte cosas en cara. Solo trata de respirar y mantener la calma, ya pronto pasara.

Uno, dos, uno, dos. Inhalar; exhalar. Poco a poco mi angustia va desapareciendo, el miedo ya no da señal de vida; mi respiración logra estabilizarse, y ya no siento que mi corazón saldrá de mi caja torácica.

Este ataque ha sido más llevadero que otros, claramente.

Es mi primer día de clases-aunque las clases empezaron hace tres días-, y si que ya me lo he pasado mal, y es que de solo ver tanta gente hablando, hablándome a mi, me angustia, me incómoda.

Hace ya más de un año que nos mudamos aquí a Toronto, para empezar nuestras vidas desde cero; y estando aquí desde ese tiempo no he hablado con nadie, que no sean los profesores, y mis padres; al principio todos creían que era sorda-muda porque solo con lenguaje de señas me comunicaba, y así me gustaba, me era más llevadero. Pero mis padres por desgracia alguna decidieron un día aparecerse en mi salón de clases, y arruinar toda la farsa, y si, ellos no sabían lo que había hecho. Así que desde entonces, he sido la burla de muchos, me han puesto sobrenombres, me han hecho muchas cosas detestables, (algo que mis padres también desconocen) sin saber siquiera el porqué de mi silencio.

Luego de haberme controlado y sentir que ya estoy lista para enfrentar todo aquello que está detrás de aquella puerta de metal. Me limito ha abrirla e ir al lavado, lavo mis manos porque Dios sabrá cuántas bacterias habrá ahí, y me echo agua en el rostro.

Nada mal, eh. Claire seguro que estará contenta de este gran logro. Doy ese halago mientras veo mi reflejo en el espejo.

No soy para nada guapa, pero tampoco fui desafortunada en mis genes. Nada fuera de lo común, tengo ojos negros, si negros, no cafés; cabello lacio de color café, y una piel con pigmentación tostada, nada fuera de lo común. Vaya.

Ya habiendo secado mi rostro, y ajustando un poco la camisa que se había arrugado, tomo mi bolso y libros, para marcharme.

Pero, no logro culminar de salir del baño, cuando un cuerpo delgado pero muy alto colisiona conmigo, y pierdo toda la estabilidad haciendo que las cosas de mi bolso se esparzan por todo el suelo, al igual que mis libros. Menuda persona.

Instintivamente empiezo a recojer mis cosas sin ver siquiera a la persona que ocasionó esto.

Se con certeza que mi yo del pasado hubiera hecho un escándalo por esto; pero este yo, este que está en el presente, solo sabe bajar la cabeza y guardar silencio.

-Lo siento, lo siento, enserio lo siento-se disculpa el sujeto al momento que empieza a recojer todos los libros que están en el suelo, por su culpa hay que recalcar.

Se que es un chico, por su voz, obviamente, pero también por su zapatos, y a decir verdad si que tiene estilo, pero sobretodo gusto.Por el acento que tiene al hablar me dice que no es nativo de aquí pero tampoco americano, así que, seguro que es inglés. Vaya, vaya.Aún sigo sin verlo ni dirigirle la palabra, pero siento su mirada sobre mi. Y eso me hace sentir muy incomoda, así que me apresuró y me pongo de pie, para ahora sí, marcharme.

-Toma, y nuevamente, lo lamento- estira su brazo para brindarme todo lo que recogió de mi pertenecía, y es ahí, cuando alzó la mirada para observarlo.

Su piel es pálida, su cabello negro contraste muy bien con ella. Pero lo que más me llama al atención, son su ojos, azules como el cielo, o como el color de la piedra Tahití, son muy llamativos y agraciados. De hecho, el es muy despampanante, puede que no sea el tipo de chico musculoso, rubio, con piel perfectamente bronceada. Pero si que tiene su encanto.

Tomo rápidamente los lápices, y me dirijo hacia la salida, sin decir absolutamente nada.

Pero antes de cruzar por completo el umbral, me pregunta que ¿que hacía en los baños de hombres?No respondo, solo sigo con mi camino. No necesito distracciones, y mucho menos tener una conversación con cierto inglés de ojos azules.Así que apresuró mi paso, para salir de esa zona y dirigirme hacia mi primera clase. Matemáticas, bendita sea.

Y si, nunca ha sido mi materia favorita, se me da tan, pero tan mal, que he tenido que buscar tutorías en línea, pero igualmente nunca entiendo nada. El profesor Harry ha querido ponerme a un tutor, pero me he negado muchas veces. Lo bueno es que el entiende un poco mi situacion como para obligarme a recibirlas. Así que, sigo siendo la peor alguna en su clase; y la mejor en las demás, bueno, no la mejor, pero si me va muy bien. Solo espero que siga siendo así de generoso, y no tenga que obligarme a pasar la tarde con ningún homo sapiens de su preciado salón.

Termino de acomodarme en la silla del salón, cuando escuchó decir lo siguiente al profesor:

—Buenos días, alumnos. El día de hoy se nos une alguien nuevo. Pasa adelante por favor.—




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