Como cada día, Tamara iba a la biblioteca de su ciudad, allí no se quedaba mucho tiempo ya que había un rumor de que hacía muchos años, el espíritu de una chica que fue violada y asesinada, vivía allí.
Tamara sólo pedía un libro, se iba y cuando lo terminaba lo devolvía, no pasaba más de cinco minutos en aquel lugar.
Los demás, por el contrario, no hacían caso a aquel cuento que, sólo servía para espantar a la gente. Pero es que Tamara cada vez que iba allí, escuchaba un susurro qué no podía entender.
Esta tarde como siempre, Tamara fue a buscar un libro para leer, pasó dos minutos tratando de encontrar un título que llamara su atención, y se puso nerviosa porque el tiempo estaba corriendo. Al buscar en unos de los últimos pasillos encontró un título que le dio mucha intriga "La chica del vestido negro", iba a llevárselo, pero la curiosidad que éste le provocaba fue más grande y se sentó en la mesa a leer.
Se colocó los audífonos para que nada la pudiera desconcentrar.
Sin darse cuenta habían pasado casi dos horas leyendo este libro de suspenso.
Un chillido que penetró sus oídos hizo que Tamara se quitara sus audífonos. Miró a su alrededor y no había nadie. Se puso de pie, tomó el libro, se dirigió al mostrador pero la bibliotecaria no se encontraba.
—¿Hola?, ¿Hay alguien? —se dirigió a la salida y empujó la puerta pero estaba cerrada, empujó con fuerza y buscó con sus ojos algún botón o cerradura para abrir, pero no había nada, la puerta era automática. Al mirar a través del cristal de la puerta ya era de noche y Tamara se preguntaba cómo había pasado tan rápido el tiempo.
Pero al mirar su reloj eran a penas las 6:37 PM. En su país no solía anochecer tan pronto.
De repente volvió a escuchar aquel chillido tenebroso, lentamente dio la vuelta. Sus puertas temblaban y de su rostro caía un sudor frío.
Vio una sombra, al menos eso captó antes de sentir que se lanzó hacia ella, en reacción Tamara corrió detrás de un librero. Apretó sus ojos con fuerza, el corazón le pulsaba tan rápido que provocaba que ella se moviera levemente.
Escuchó el crujir de la madera del suelo y luego un libro caer, un temblor éste sonido le provocó, pero no fue el único. Aquel ser dejó caer más libros. Tamara levantó su mirada tratando de buscar el rostro de aquella cosa que, estaba provocando tal miedo en ella.
Pudo apenas, figurar su rostro, era una adolescente, pálida y desnuda, sus ojos estaban completamente oscuros. Aquella chica la miró rápidamente y echó un grito tan fuerte que Tamara no pudo resistirse más y lloró. Se acurrucó en posición fetal.
Unos segundos de silencio transcurrieron y al levantar la mirada nuevamente, Tamara volvió a escuchar los pasos que se dirigían a ella.
Segundos después aquella figura femenina se encontraba frente a Tamara, a sólo algunos pasos. Le dio una sonrisa con dientes negros que parecía más demoníaca que una sonrisa normal, luego, su rostro se desfiguró en una expresión que irradiaba odio y gritó nuevamente.
Tamara, arrastrándose por el suelo, salió corriendo y abrió la puerta trasera en la que vio los cuerpos de todos los de la biblioteca, e incluso a la bibliotecaria.
Cerró la puerta y corrió a la salida. Su mente estaba en blanco, no sabía qué pensar y no podía creer lo que estaba sucediendo.
—No puedes escapar Tamara. —dijo la chica con una voz tan tenebrosa que estremeció el cuerpo de Tamara— Ahora estás en mi mundo.
La chica estaba de pie mirando los movimientos de Tamara, la cual tomó un hacha de la parte trasera sin que ella se diera cuenta, y logró romper el vidrio.
—¡Nooo! —gritó la chica antes de que Tamara cruzara el agujero que hizo.
Al salir, vio a la gente caminar, se lanzó contra el suelo, cansada, asustada, y se alejó rápidamente de aquella biblioteca.
Pidió ayuda y se acercó una mujer cubierta por un abrigo negro que tapaba parte de su rostro.
Se lanzó a sus pies aliviada, pero al mirar sus ojos, eran negros.
—Es hora de tu muerte —dijo, y se quitó la capa que cubría su cabeza— Tamara —y era la chica de la biblioteca.
Nota de autor:
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