Para Keyla no era costumbre hacer bromas pesadas en el día de los inocentes, sin embargo, su amiga Jessica la había convencido de disfrutar este día. Tienen 17 años, al fin y al cabo era a normal que un adolescente hiciera bromas pesadas, es lo que se suele ver siempre.
Después de un día pesado Keyla quedó invitada a una pijamada en casa de Jessica, con Emili, Rosa y Linda. Sus padres no se encontraban en casa pero el hermano de Jessica, llamado Carlos, sería quien se haría cargo de la casa, ya que él es el mayor, de 23 para ser más explícitos.
La noche transcurría genial, quedaron en empezar viendo "Bajo la misma estrella" pero al final las chicas sólo se quedaron bailando una música de los 80's que habían puesto mientras Carlos preparaba unas deliciosas hamburguesas.
Mientras Carlos freía los huevos, se dio cuenta que el gas se había ido, lo cual fue una mala noticia para todos, porque (obviamente) no sólo sería hamburguesa lo que se comerían.
—No importa, vayamos a comprar el gas, mamá dejó suficiente dinero— . Dijo Jessica, dándole unas palmadas al hombro de su hermano, con el que en realidad se llevaba mal pero le gustaba aparentar.
—Es muy tarde Jessi.—Carlos apuntando el reloj que señalaba las diez de la noche. Tal vez para él no era nada tarde, pero sabía el peligro de la noche y lo atractivas que pueden ser unas adolescentes para cualquier depravado que andará rondando.
Después de una intensa discusión, Jessica logró convencer a su hermano diciéndole que usara el viejo Jeep de su madre, él lo pensó un momento pero luego asintió, asegurando que conocía un lugar cerca.
Después de unos diez minutos llegaron a su destino y Carlos acomodó el auto al lado izquierdo de donde se echaba el gas, las chicas y él se desmontaron del auto y sacaron el gas, Keyla, que se encontraba en el copiloto (por ser unos meses mayor que las demás) se quedó dentro del Jeep, asegurando que como tardaban poco tiempo, no era necesario que salieran. Cuando miró a su lado derecho, donde se encontraban las chicas y Carlos, él hacía fila detrás de un pequeño grupo de personas, los cuales también iban a recargar el gas.
Los primeros minutos transcurrieron normales, Keyla miraba cómo las chicas criticaban el trasero del hermano de Jessica, y estaba casi segura de que de alguna u otra forma a Linda le gustaba Carlos.
Keyla estaba recostada en su asiento, observando todo, y notó que Carlos había dejado la llave puesta en... ¿Cómo se llamaba?
Keyla notó algo extraño, el seguridad estaba justo frente a ella pero estaba casi segura de que había visto a un hombre con arma cerca de las chicas, al mirar hacia allí, efectivamente, había un hombre con una escopeta, miró a varios extremos del auto y se dio cuenta que no sólo eran dos hombres con armas, sino que, habían más. El seguridad la miraba fijamente, de forma intimidante, y por un momento ella deseó no haber ido allí nunca. Un sonido de estruendo hizo que se espantara, y al mirar hacia dónde provenía, pudo notar que la causa de esto fue que unos hombres cerraron en gran portón de hierro en el cual estaba la entrada. Escuchó murmullos, pero desde adentro del auto con los vidrios sellados, no pudo entender nada.
Miró nuevamente al seguridad el cual esta vez, estaba apuntandola con su arma, el corazón de Keyla latió tan fuerte y con tanta intensidad, que sintió que se desmayaría, no sabía qué pensar o hacer, era la primera vez que pasaba por algo así y se sentía irreal. Sólo escuchó cómo él sacudió la escopeta para disparar y todo se volvió blanco.
Cuando Carlos, Emilia, Jessica, Rosa y Linda salieron del auto, todo marchaba bien, aunque una sensación de mal presentimiento recorrió la nuca de Carlos. Jessica observó a los hombres, y notó que no habían más mujeres a parte de ellas. Pero luego se dijo a sí misma que la razón era porque era tarde.
—¿Vieron a esos hombres con armas? —expresó Linda preocupada, acercándose a Jessica. Emilia al escuchar esto, miró y adelantó unos pasos hasta chocar los pies con Carlos.
—Deberíamos irnos —dijo ésta asustada, y se arrepintió de haber llevado puesto unos pantalones tan expuestos.
—Niñas, tranquilas, son la gente de seguridad.
—Nunca he visto a más de dos hombres de seguridad en un lugar, además de que ellos no llevan uniforme, sólo uno.
De repente se escuchó el fuerte golpe del portón chocar contra la pared. Y las chicas dieron un pequeño brinco del susto, notaron cómo el seguridad apuntaba hacia el auto con su arma.
—¡Keyla! —Gritó Jessica corriendo hacia allí y justo en ese momento, disparó. Carlos no había diluido el suceso y cuando se dio cuenta de lo que había pasado, corrió hacia allí pero un hombre con arma lo detuvo. Los ojos de este hombre estaban tan rojos que casi sangraban, actuaba como si estuviera poseído y le ordenó a Carlos y a Jessica que se pusieran de rodillas.
Sus oídos sangraban por el impacto, Keyla a penas pudo reaccionar lanzándose hacia el lado del piloto cuando el seguridad disparó. Abrió la puerta al instante intentando tomar aie. Tambaleaba tratando de asimilar lo que había sucedido. Entonces se tiró bajo el auto al recordar lo que había pasado. No podía escuchar nada, sólo un pitido horroroso que no cesaba. Miró hacia donde sus amigos y el cuerpo de Carlos estaba contra el suelo a causa de un impacto en su cabeza. Keyla tapó su boca y derramó lágrimas de amargura. Jessica estaba junto a Rosa y Linda, las cuales estaban en ropa interior. Algo salió de los labios de uno de aquellos hombres, e inmediatamente comenzó a abrir las mangueras de gas.