- Alan ¿Estás ahí?... el casco se rompió, tengo un minuto.- Intento comunicarme con mi compañero a través de la radio, estoy flotando en el espacio, algo me golpeó, es cuestión de segundos para que muera.
- Voy por ti.- Responde mi compañero Alan.
Intento decir que no, pero si digo una palabra no podré aguantar más la respiración.
Veo como sale de la nave e intenta ir por mi lo más rápido posible, se acerca y con suerte agarra mi mano, hace una señal para que nos arrastren hasta la nave, pero cuando estamos a punto de llegar.
- ¡Oh, no! Llegaron los estraterrestres. - Dice el pequeño Alan.- ¡Más rápido!.- Le grita a la nave, la cual hicimos con cajas de cartón, cobijas y palos. - Claudie tenemos que correr.
- No, estamos en el espacio no podemos "Correr".
- Entonces flota, Claudie ¡Flota!.- Me dice abriendo los ojos.
Juntos nos reímos, empezamos a actuar como si flotaramos y entramos rápidamente a nuestra gran nave.
- "Houston, tenemos un problema".- Comenta Alan por la radio.- Seres intergalácticos invaden nuestra nave.
- ¡Tenemos qué defendernos!- Le digo a Alan, cojo una de nuestras armas galácticas y salgo de la nave para luchar ferozmente, junto a mi sale Alan y juntos empezamos a pelear contra los supuestos seres que amenazan contra nuestra vía láctea.
- Niños es hora de comer.- Dice mi madre interrumpiendo nuestra batalla épica por el poder del espacio.
Y así empezó todo, como un gran sueño.
Alan es mi vecino, un pequeño de ojos verdes y cabello rizado, aquellos días erán grandiosos, llenos de fantasías y sueños por cumplir, pasamos por muchas cosas para lograr ser un astronauta, fue difícil, pero lo logramos.
Y si, está es la historia de un gran sueño, " La batalla épica por conseguir la victoria", el esfuerzo de una jovencita de ojos azules, con dientes de leche.