Nos dirigimos a la Ciudad del árbol a la mañana siguiente.
Salimos temprano ese día, Franco no quería pasar ni un segundo más en La Costa del Silencio.
De puro milagro, conseguimos una carreta nos quisiera llevar. Era la de un granjero que llevaba cajas y cajas de fruta. Creo que quería vender su mercancía en la ciudad, la verdad no puse demasiada atención.
El viaje fue... tranquilo dentro de lo que cabe. El paisaje fue hermoso, más de lo que esperaba. Conforme nos adentramos más a Illusia, se pudo notar como la vegetación cambiaba, como cada vez había árboles más tupidos y más grandes, además que aquí los árboles eran verdes. Igualmente, pude notar como también aquí había más vegetación de hongos luminosos. Desgraciadamente, no se lograban apreciar demasiado por la luz del dia.
Por esa parte, llegué a disfrutar el viaje, me mantuvo distraída de mis pensamientos durante un rato.
En la cuestión de Franco... no sabía decir si las cosas fueron buenas o malas. Ninguno de los dos habló durante todo el viaje aunque sí pude notar como Franco me miraba de reojo ocasionalmente, parecía que quería decirme algo pero no le salían las palabras. Por otro lado, Franco se veía más tranquilo tras lo que me había confesado la noche anterior. Aunque seguía teniendo cierto rastro de tristeza y nerviosismo en su rostro.
A pesar de que aún tenía un millón de dudas con su historia, preferí omitirlas. No quería seguirlo atormentando con sus recuerdos. Además, no estaba segura de que Franco supiera decirme sus razones. Por más que quería continuar con mi "investigación", preferí abstenerme, lo mejor sería que descansará este día antes de regresar con mi tio.
Ni sé cuánto tiempo pasó cuando Franco decidió hablar. Aunque fue algo que me tomó totalmente desprevenida.
— ¿Sabes porque esta es la ciudad del árbol favorita? — Preguntó Franco.
— Porque... ¿Aquí hiciste tu servicio? — Dije con duda. ¿A dónde quería llegar con todo esto?
Franco soltó una pequeña risa.
— Por Cristinini — Nunca había escuchado ese nombre — La conocí en esta ciudad, cuando tenía 18 años. Y simplemente nos enamoramos —
Nunca había visto a Franco como del tipo romántico. No pude evitar sonreír un poco.
— ¿Ella era... tu esposa? — Pregunté, ahora estaba interesada en todo esto.
— No. Nunca nos casamos porque... bueno, ella era una princesa y yo un simple caballero. Aunque, pocos años después de conocernos, tuvimos una hija. Desgraciadamente, ella tuvo que mantener en secreto nuestra relación y yo no podía verlas muy seguido, pero fue la época en la que fui más feliz — Franco hablaba con cierta ilusión, se notaba que era de los pocos recuerdos felices que le quedaban.
— Mi hija, era igual a ella — Parecía que Franco iba a llorar — Lo unico era que tenia mis ojos azules, Decidimos llamarla Lillian —
Igual que mi madre, que curioso.
— ¿Y cómo era Cristinini? — Pregunté con curiosidad.
Franco sonrió ligeramente.
— Era hermosa. Tenía... el cabello dorado y unos hermosos ojos morados. Y su voz era tan... dulce y siempre me hacía sentirme mejor. Después de tantos años, aún recuerdo la última vez que la vi. Tuve que irme del Imperio durante unos meses, y al momento de despedirnos juré que la volvería a ver pero jamás pasó eso. —
Ahora Franco de verdad estaba soltando unas lágrimas, aunque eran de felicidad.
— ¿Por qué? — Pregunté en un susurro.
Franco agitó la cabeza como si quisiera quitarse un recuerdo amargo de la cabeza.
— Simplemente, las cosas no funcionaron entre nosotros — Respondió Franco con tristeza.
— Oh... lo lamento — Me disculpé apenada.
— No te preocupes — Dijo Franco con una pequeña sonrisa.
Un largo silencio se formó entre nosotros.
¿Porque Franco actuaba como si nada hubiera pasado? Era extraño. Yo también lo haría de no ser por lo que pasó la noche anterior. Eran demasiadas cosas sensibles como para que Franco actuará como si nada.
A decir verdad, no lo culpaba del todo. Probablemente fue difícil confesar todo eso, tal vez sea la segunda persona a la que se la cuenta después de treinta años. Simplemente no sabía cómo comportarme.
Podía ser como Franco y fingir que nada de eso pasó, para que las cosas fuesen como antes. O podía recordarlo y darle vueltas al asunto hasta que mi mente ya no pueda más.
O simplemente no hacer nada. Todas las opciones sonaban bien en cierto modo.
Tal vez era muy dura con él. Estaba segura que Cristinini fue alguien quien Franco quería contarme desde hace rato pero simplemente prefirió no hacerlo... por alguna razón. Aunque me gustaba pensar en Franco como el tipo romántico que le llevaba flores o le cantaba una canción a su amada aunque no fuese muy bueno en eso. Era un pensamiento lindo.
— Sabes... podríamos decirle todo esto a Cris — Dije rápidamente para cambiar de tema.
— ¿Cris? — Preguntó Franco.
Oh cierto. Jamás le había contado que conocía a los demás reyes.
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Editado: 26.09.2021