En el desconocido. cap3
Gastón.
La posición en la que me encuentro es demasiado incómoda, la espalda me duele.
A lo lejos se escuchan gaviotas y un olor a mar me rodea.
Abro los ojos y debo volver a cerrarlos cuando el reflejo del sol me da directo en ellos. Cuando me acostumbro a la molestia, vuelvo a abrirlos lentamente para que el sol no dañe mis ojos.
Los recuerdos llegan a mi mente, al ver a Elena caer del bote la desesperación que sentí al no verla emerger de nuevo es una sensación que no quiero volver a experimentar en mi vida.
Cuando la vi hundirse poco a poco no dude en lanzarme a por ella, recuerdo la sensación de mi corazón latiendo aceleradamente como si me hubieran inyectado una dosis de adrenalina en el cuerpo.
Mis inútiles intentos de sacarnos a la superficie y una fuerte corriente arrastrándome lejos de ella son lo último que recuerdo, seguido de la sensación de su mano al soltarse de mi agarre y luego… nada.
La oscuridad abrazándome.
Definitivamente es la mejor aventura de todas.
Busco con la mirada a Elena mientras me incorporo. La encuentro tirada en la arena a unos metros de mi.
Y si no fuera por lo que acabamos de vivir y el hecho de que no logro ver movimiento alguno en su cuerpo, me quedaría observando el lugar que nos rodea. No es necesario ser muy inteligente o apreciativo para captar la belleza de la playa en la que nos encontramos.
Corro hacia ella,está boca abajo por lo que la empujo con mis brazos para poder verle el rostro.
-Eh, Elena- Sus labios están resecos con un tono morado y su rostro, idéntico al mío, se encuentra ausente de color- Despierta Elena, por favor. No es gracioso, levántate.
Me desespero cuando la sacudo por los hombros y no reacciona, ni una mínima señal. Nada.
-Vamos hermanita, tenemos que volver a casa juntos- Mi voz se va quebrando poco a poco, ella no queria acompañarme, decia que era algo irresponsable y maldición, debí haberle hecho caso.
Dejo de moverla cuando caigo en cuenta de lo que ocurre, ella no respira y su corazón no late, ya no está aquí.
-Elena… no, no,no - Para este entonces mis lágrimas recorren mi rostro sin parar y mi corazón se estruja poco a poco - Despierta por favor…
Está muerta, por mi culpa mi hermanita está muerta.
No va a volver a decirme que estoy loco y que soy un irresponsable para después sonreírme y seguirme a mis locuras, ni me escuchará hablar por horas sobre sirenas o vampiros aunque le parezca una idiotez.
Mi visión se torna borrosa y el oxígeno comienza a ser negado por mis pulmones, los ojos me arden de tanto llorar. Aquellos ojos idénticos a la persona inerte que sostengo en mis brazos. Ojos que no me volverán a mirar.
Entre mis pestañas empapadas veo a lo lejos un grupo de personas acercarse corriendo. No los distingo bien y tampoco me interesa hacerlo.
El dolor en mi pecho es insoportable, la culpa me carcome y es en ese momento cuando me permito ir en brazos de morfeo, para quizás aún que sea encontrarme con mi otra mitad en el mundo de los sueños.
Adler.
El se encuentra en lo alto del cielo alumbrando nuestro camino, una brisa tenue alborota mi cabello, mientras que el ruido de las olas colisionando entre sí acompañado de los cantos de los pájaros transmitían una inmensa tranquilidad.
Zenda y Kirk caminan a mi lado charlando animadamente. Los tres nos conocimos de pequeños y desde entonces, hemos sido inseparables. Una familia.
A lo lejos, divisó una pareja recostada en la arena y mi corazón se estrujó con el anhelo de tener algo así algún día.
Un grito de dolor rompe la atmósfera de paz y tranquilidad que nos rodea, el chico ahora se reclinaba arrodillado sobre ella, la cual se encontraba recostada aun; la escena ya no parecía tan romántica a causa de aquellos lamentos que él lanzaba al aire.
Zenda al oirlo, comenzó a acercarse mientras que nosotros dos la seguíamos, cuando estábamos llegando y la angustia que aquellos gritos provocaron en nuestro interior, todo quedó en silencio mientras lo veíamos desplomarse sobre la arena.
¿Se había desmayado acaso?
Apresuramos el paso y lo que vimos, nos dejó impactados.
En efecto, eran una pareja de adolescentes que por su parentesco, se entendía que eran hermanos.
Eran extraños, ¿Donde estaba su distinción?¿Porque eran tan...tan...normales?
-Chicos, miren- Dijo una voz preocupada. Kirk se arrodillo a un lado de la chica, y al acercarme comprendí el tono de su voz.
Una joven, la cual a simple vista se notaba su belleza, yacía allí. Fue en ese momento, en el que comprendí los lamentos de su acompañante.
Sus labios azules y su piel pálida, además de su cuerpo tieso reflejaban el abandono de la vida en ella.Probablemente un par de horas. Sus ropas estaban empapadas.