Entre la marea de sus mundos.

Dolor in tempestate

En el desconocido. 

Elena.

Cuando estás mirando  una película y llega la mejor parte, tú como espectador, estás ansioso. Tan inmerso en ella que es imposible que tu cuerpo no se llene de adrenalina.

Listo para escapar del asesino que te persigue, como si fueras el protagonista que está a punto de morir de una forma estúpida.

Así es como me siento en estos momentos.

Gaston y Adler se ven tranquilos pero atentos, nada parecido a como me encuentro yo.

-Hace ya muchos años, estaba en la playa cerca de mi casa, había unas olas increíbles. Perfectas para montarlas con mi tabla de surf. Mis amigos y yo habíamos decidido ir, a pesar de que el sol comenzaba a caer para ocultarse en el horizonte -Su mirada se pierde en una de las ventanas, parece estar recordando y su voz posee un deje de tristeza, como si anhelara repetir esos momentos- Fui el primero en intentarlo, las olas eran gigantes. Estaba tan emocionado…

La poca paciencia que me queda se está evaporando, aun asi me quedo en silencio, repentinamente tímida de romper la armonía del lugar.

-Recuerdo estar en la cima, me sentía el rey del mundo, estaba sobre una ola gigante pero de repente, como si no hubiera sido más que un simple sueño, todo eso se desvaneció- Expresó el hombre, con un tono de voz lo suficientemente elevado para que podamos oírlo - La ola me empujó, caí de la tabla y el mar me tragó, por más que lo intente, no podía salir a la superficie. Sentía como mis pulmones poco a poco se llenaban de agua y creí que hasta ahi llegaria, que mi vida se perdería entre la marea.

Me es inevitable desviar la mirada, recordando esa misma sensación cuando caí del bote.

Creyendo que mi cuerpo se perdería en el inmenso océano y que, lo más probable por más dramático que sonase,  terminará siendo la cena de algun animal.

-Luego es todo confuso, solo se que desperté en una playa y que personas extrañas con escamas me miraban como si fuera un raro, estoy seguro que conocen esa sensación - Dijo en tono chistoso, intentando haceros reir. Pero a este punto de mi vida, creo que ya no sé hacerlo.  

-Y…¿Cómo explica lo que adorna su cuello?- Gaston habla con un brillo en los ojos, se que todo esto le parece demasiado emocionante- ¿Las usa para camuflarse entre los demás o que?

-Paciencia muchacho, pasiencia -Contraataco el hombre- Las personas de aquí fueron todas muy amables, me dieron un lugar donde dormir y comida hasta que descubrieramos como regresar a mi hogar. Cosa que, como pueden ver, nunca conseguimos lograr.

Parece recuperar su mirada y nos observa, más específicamente a mi. Toda su atención está en mi en estos instantes y la incomodidad me abraza al ser escrutada por esos ojos.

Con el paso de las semanas, cosas extrañas comenzaron a pasarle a mi cuerpo. Poco a poco escamas comenzaron a salir, como si fuera cabello, solo que no podía quitarmelas y si lo intentaba dolía como el infierno. Y tiempo después el agua respondía a mi, era algo demasiado extraño y nadie lograba explicar el porqué.

-La tierra te considero parte de ella -Adler interviene en la conversación- El elemento que manejamos depende de nosotros y de ella, es así como entiende con qué elemento estás más conectado y te otorga la posibilidad de poder  manejarlo, así es como nosotros obtenemos las escamas y la capacidad de mover el agua; con los demás elementos ocurre lo mismo.

-¿Y si no tienes afinidad con ningún elemento?-Dejó escapar esa pregunta que me rondaba en la cabeza desde que Adler comenzó a hablar.

Me mira, al parecer emocionado de que le dirija la palabra por elección propia.

-Bueno, generalmente comenzamos a desarrollar síntomas sobre nuestro elemento a los cinco años, pero hay casos en que los niños no demuestran ninguna capacidad y… ellos no tienen mucha expectativa de vida, suelen morir antes de llegar a cumplir seis años.

Eso me deja impactada, es algo que no me habría imaginado jamás.

-Ustedes seguramente desarrollen algún elemento- Miguel nos observa como si quisiera darnos calma, una tranquilidad que es lo que menos tengo en estos momentos.

-¿Y si no?- Gaston suena asustado, como si la idea de morir le sonará aterradora; más que la idea de vivir con extraños, no volver a ver a nuestra familia y amigos y para colmo, ser unos bichos raros que mueven el agua y hacen crecer las flores.

Sin contar el hecho de que también podríamos destilar fuego de las manos o controlar el viento con el pensamiento.

-No lo sabemos, por obvias razones. Pero no se preocupen, si eso pasa la gobernante encontrará una forma de salvarlos, estoy seguro.

Y si, suena seguro, como si confiara tanto en ella como para dejar todo en sus manos.

Pero yo no, y a cada momento que transcurre, una loca idea se va metiendo en mi cabeza que difícilmente me abandonara.

Gastón.

Elena se ve aterrada y no la culpo, esto es difícil hasta para mi.

Pero todo me parece tan maravilloso, que el miedo no es más que una suave voz en mi cabeza.

Cuando nos levantamos para irnos,una sonrisa se me escapa sin que yo pueda evitarlo. Adler mira a mi hermana como yo miro a la comida chatarra, con devoción, anhelo, amor. Pero está tan ensimismada en su temor que no se da cuenta de esto. 

Veo a Miguel decirle algo a Elena en privado, pero no le presto mucha atención, seguramente debe estar tratando de calmarla, ya que su cara de pánico es evidente para todos nosotros.

Elena.

Cuando la charla “motivadora” termina me levanto para irme junto a Gastón y Adler, cuando Miguel me detiene del brazo y me dice algo en voz baja, como si no quisiera que los demás se diesen cuenta, como si estuviéramos compartiendo un secreto.

-Ten cuidado niña, mantén los ojos bien abiertos; las cosas aquí no son lo que parecen pero a veces es mejor no saberlo…




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