En el desconocido.
Elena.
Este día me levanté con un propósito, con un fin. Volver a casa.
La mayor parte de la mañana la ocupe zambulléndome en el océano soportando la respiración todo lo que mis pulmones aguantan.
Si bien era un método algo arriesgado, a mi me parecía estupendo si nos guiamos por la lógica. La marea nos trajo cuando estuvimos demasiado tiempo bajo el agua, lo lógico sería que si repetimos el proceso nos devuelva.
¿No?
Lo intente, una y otra vez soportando la mirada enigmática de quienes pasaban por la playa, fue fácil saber que me juzgaban, creyendo que había perdido la cabeza. Pero por mas que lo intente y soporte la respiración hasta que sentí mis pulmones colapsar, nada paso.
Reuniendo toda mi dignidad y enojo salgo del océano comenzando a caminar sin un rumbo fijo, atravesando el grupo de personas que se detuvieron a mirarme y acomodando mi ropa empapada.
Cuando paso junto a una familia escuchó a un hombre decirle a sus hijos : << Recuerden comportarse bien si no quieren terminar como ella niños, loca>>
-¡No estoy loca viejo decrépito! - Grité con todas mis fuerzas, dirigiendole una mirada de odio al hombre. Tarde me doy cuenta que aquello debía evitarlo, ahora todas las miradas - si es que alguien faltaba mirarme - están en mi.
Sigo mi camino furiosa, maldiciendo en mi interior no ser como Gaston y aceptar todo esto de una vez y dejar de torturar mi mente, pero es inevitable.
Después de caminar por un buen rato encuentro un lugar diferente, todo en él te transmite otro tipo de energía por lo que interesada me adentro en él, ignorando las miradas de preocupación que las personas que se encontraban cerca me dirigen.
La naturaleza abunda por el lugar, pareciendo brillar en cada latido del extraño y encantador bosque. Una especie de ardilla descansa en una raíz sobresaliente de un árbol, y yo encantada por su apariencia me agacho para acariciarla.
Su pelaje variaba de color segun la direccion en la que la mrabas, celeste y blanco.
-Hola pequeñita… ¿Te perdiste?
Ingenua soy y siempre lo seré, lo que creí era un tierno animalito resultó ser una carnada para sus amigos, que me observaban atentos desde las copas de los árboles. Esperando por atacar.
Al deslizar mi mano por su suave pelaje, diviso tres más aparecer entre los árboles pero todo se arruina cuando estas sacan unas afiladas garras y unos colmillos amenazadores para luego atacarme. Trato de quitarme a mis pequeños atacantes de encima, pero es inutil y el dolor me inmoviliza.
-¡Quítense de encima! -Grito, desesperada -¡ Malditos y tiernos animales!
Logró arrancar a uno de ellos que se había agarrado fuertemente a mi cabello, logrando así que también se lleve algunos mechones, pero al hacer esto el ánima que anteriormente acariciaba aprovecha mis despiste al dejar mi brazo derecho al descubierto, para hincar sus largas y filosas garras en el, sacandome un fuerte alarido de dolor.
Asustados por mi grito, estos salieron corriendo y yo, como puedo me levanto para marcharme de allí; pero la pérdida de sangre es notable y la vista se me comienza a tornar borrosa a causa de esto.
Mareada, emprendo un camino, rogando que sea el correcto. Pero las cosas nunca me salieron como yo quería y esta no sería la excepción.
Apoyándome en los troncos de los árboles para impulsarme y cayendo unas veces al suelo, logró llegar a un lago. Dándome cuenta que el camino que tomé es el incorrecto.
La herida, creo ya que no estoy segura, se encuentra en un lugar crítico - cerca de las venas - y por la sangre que estoy perdiendo, mi teoría se va confirmando minuto a minuto. Me dejo caer rendida, lista para aceptar mi destino, cerrando los ojos esperando regresar a casa o la muerte inevitable.
Sin poder evitarlo, una carcajada maniática se me escapa al pensar que no morí al ser tragada por el océano en medio de una tormenta pero que lo haré por culpa de unos pequeños y adorables animales.
Me hubiera quedado de esa manera, de no haber sido por un ruido al agua y un extraño gruñido que me provocó abrir los ojos exaltada. Del lago una especie de nutria gigante salió, la cual tenía la cola y parte del cuerpo cubiertos por escamas azules, combinado con su pelaje celeste.
Debido al miedo, incluso creo que me hice en los pantalones. Comienza a acercarse a mí de manera amenazante hasta que de repente se detiene y deja caer su cabeza al suelo, soltando pequeños aullidos lastimeros y mirándome con ojos cristalinos. Como Si él entendiera y compartiera mi dolor.
Demasiado agotada y mareada, me dedico a mirarlo, hasta que se acerca demasiado y termina sobre mi, quedando con sus dos patas delanteras a ambos lados de mi cabeza;
¿Me había vuelto a equivocar al pensar en la inocencia de este animal como lo hice con las causantes de mis heridas?
Su gran mandíbula se abrió, dejando caer su asquerosa baba sobre mí, y preso del pánico, mi cerebro me mandó a la inconsciencia.
Cuando volví a abrir mis ojos, el animal ya no se encontraba pero sí oía sus lamentos.
-¡Vete, animal aterrador! - Oí una voz- ¡Suéltame!
Luego de eso, dos figuras entraron en mi campo de mi visión; siendo una una de ellas la bestia y otra la figura una persona, que luego de un esfuerzo por fijar mi vista, logré distinguir a Adler - el cual era arrastrado hacia mi por aquel animal- con un semblante de puro pánico.
Más calmada al saber que él estaba aquí, esta vez sí, dejó que la inconsciencia me rodeara, dejando aquellas dos criaturas atras.