En el desconocido.
Gaston.
Intento bloquear el ataque de manera inutil cruzando los brazos uno sobre el otro frente a mi rostro, como si aquello sirviera de algo para evitar el cometido de mi atacante. Esto ya casi nada me importaba, tantas veces había intentado bloquear el ataque y fracasado que ya estaba mojado de pies a cabeza.
-¡Vamos! ¿Qué ocurre contigo? - Espetó furiosa Lilac, aunque la diversión en sus ojos no me pasó desapercibida, ella se estaba burlando - Es agua, no va a lastimarte.
-Lo sieeento, es que estoy cansado - En estos momentos estoy seguro que parezco un niño encaprichado, lo cual es bastante vergonzoso ya que estoy frente a la chica que me gusta.
-Si, bueno. No importa - Solté un bufido sonoro al saber que continuariamos con el entrenamiento, mi cuerpo está agotando y solo quiero una cama para dormir - Intenta, esta vez, luchar y defenderte.
Hacia unos dias el entrenamiento habia comenzado, a base de prueba y error logre controlar un poco la habilidad.
Ella me explicó que podía bloquear su ataque por medio de mi habilidad, solo que aun he logrado conseguirlo.
Lo hacía ver tan fácil, pero en realidad no lo era; lograr visualizar en tu mente lo que queres que el agua haga y luego hacerlo realidad en verdad era complicado. Algo que requería demasiada concentración.
Poniéndonos otra vez en posición de ataque, me prepare para recibir la ola que ella me lanzaba. Pensé en un muro frente a mi, solo que a diferencia de uno normal, este sería del agua proveniente de la fuente a nuestro lado. Así podría evitar su ataque.
Aunque ya lo había intentado muchas veces y había sido un fracaso total.
Sorprendentemente, esta vez funcionó, solo que no fue lo suficientemente resistente para bloquearlo del todo.
Fue un avance.
-El próximo entrenamiento no seré tan amable, así que espero que te esfuerces.
¿Acaso estaba siendo amable? Maldición, no me gustaría estar en su camino cuando se encuentre enojada.
En estos días incluso llegué a temer por mi vida.
Estoy ya por marcharme para regresar a casa de Adler, cuando Lilac me detiene del brazo, giro y la observó confuso.
-Esta noche vendrá a cenar el gobernante del Reino Caeli, tu y Elena obviamente están invitados, esto es importante para ambos - Estoy a punto de negarme ya que no creo qe sea nuestro lugar cuando ella me interrumpe, quizás al ver mi expresión de duda- Se decidirán muchas cosas.
-Bien...Le diré a Elena.
-¡Genial! No se preocupen por la vestimenta, se las haré llegar a casa de Adler.
Con un asentimiento de cabeza y una sonrisa ladeada le hice comprender que estaba de acuerdo y luego me gire para retomar mi camino.
Las calles estaban transcurridas, todos se veían alegres. Generalmente así se veían todos por aquí. Tan diferente a lo que es la tierra; un lugar lleno de maldad y desgracias.
Saludo a algunas personas que encuentro por el camino con una sonrisa en el rostro. No tengo motivos para no ser amable con ellos.
Al llegar, entro por la puerta principal y me encuentro a mi hermana y Adler recostados en el sofá, ella descansa su cabeza en el pecho de él mientras que este la rodea con sus brazos.
Sonrientes, hasta que me ven llegar.
-Hola.
-Hola, ¿cómo te fue?- Adler preguntó con sincero interés, mientras que Elena solo se digno a mirarme de reojo.
-Bien, voy mejorando. Algunas veces creo que ella intenta matarme.
Pase una mano por mi cabello despeinandolo y observe a aquella persona que en tan poco tiempo se había convertido en una desconocida para mi.
-Lilac nos invitó a cenar hoy, quiere presentarnos al gobernante ventis, sabes porque. Dijo que enviará la ropa.
Ella me observó, asintió con la cabeza y volvió a hacer de cuenta que yo no estaba allí.
-Estaré en mi cuarto por si me necesitan…- Comencé a caminar al pasillo- Aunque dudo que lo hagan....- Dijo en un susurro al mirar hacia atrás y verlos tan cómodos y felices juntos, sabiendo que eso pronto llegaría a su fin.
Hace tres días exactamente, estábamos comiendo en la mesa principal todos, incluyendo a Zenda y Kirk, cuando el cabello de Elena comenzó a teñirse de blanco frente a nuestros ojos.
La naturaleza había hablado y su destino no era Adler.
Adler.
Gaston se marchó y nos dejó a solas. Elena volvió a apoyar su cabeza en mi pecho y comencé a acariciar su columna. Suspiro dramáticamente, sabiendo que la distancia pronto nos separaría.
-Entonces… ¿Te emociona?
-¿Qué cosa?
-Conocer a tu gobernante, cenar con dos gobernantes en su hogar…. Es el sueño de muchos.
-No - Dijo frunciendo el ceño - La verdad es que no, no es algo que me interese. Pero parece que a Gas le hace ilusión así que… Creo que él simplemente quiere que me vaya y ya.