Sigo galopando, no entendía por qué Caleb me ayudaba porque eso era una encrucijada para su familia, políticamente le conviene pues ser el primo de la emperatriz automáticamente lo convierte en duque, como paso en mi familia hace bastantes generaciones, no solo tendría una ventaja social, si no él podía tener completo control de sus tierras, algo me daba intriga de todo lo rodeado a él.
Llegó a la primera base, había pasado un día entero galopando donde lo único que había comido eran manzanas y agua, esa estaba destruida en ruinas, busco entre las ruinas algo, pero solo había botellas con un contenido amarillo que me negaba a indagar, no había nada para comer, entre los arbustos veo a alguien.
—¿Ethan? — Al hablar una mujer se acerca rápido a mí, pero no lo suficiente para que pueda sacar mi daga. Y quedar ambas apuntándonos, cabello oscuro, ojos verdes esmeralda relucientes, me atrapa por instante su mirada como si no supiera que mi vida estuviera en peligro.
—Si te mueves juro que te corto el estómago hasta que puedas ver tu viseras — Dice en un susurro, estaba aterrada, alguien le habla y aprovecho para derribarla, mientras veo como Ethan corre hacia nosotras, la mujer se toma la cabeza mientras él la levanta para abrazarme, lo había extrañado, e incluso había olvidado cómo se sentía el tacto de afecto.
La mujer aun me mira extrañada, pero me explica que era su prometida, Nadia, estaba bastante molesta, y un tanto paranoica no se esperaba menos de la situación. Ambos me cubren con una manta para evitar ser vistos, pues mi cabeza valía más que la de él. Este me lleva hacia unas casas que eran parte de los mercenarios, había una mujer de edad mayor, quien le entrega y se retira sin decirnos nada.
La casa era bastante rústica, había velas que daban luz, rápidamente asoció a la niña a que era la hija de ambos, era por eso que él había huido, era padre de familia, y era lo importante.
—No maté a mi padre — Me dice mientras Nadia toma a su hija para alejarla de nosotros, pues hablarías de temas no aptos para bebés —. Mi padre me enviaba cartas para que nos reunamos, él me buscaba para heredarme unas tierras. Me quería devuelta en la aristocracia y obviamente me negué.
Iba por las cartas, pero Nadia se las entrega mientras se sienta detrás de nosotros a escucharnos.
—Me llegó una carta donde mi padre me pedía verme de urgencia, pues tenía algo importante que decirme, llegue a tiempo, pero estaba hablando contigo. Un guardia me miró y tuve que esconderme, pero me, pero cuando volví él estaba degollado… — Sus ojos se nublan, su esposa se acerca a tomarle la mano, mientras yo también lloro —. ¿Tú qué sabes de esto?
Comienzo a platicarle todo incluyendo lo del cuarto de Victoria, y las pláticas que tuve con su majestad el emperador. Ruidos se escuchan al exterior, eran guardias reales, los sabía distinguir por cómo estos galopaban al mismo paso venían por mí.
—Nadia — Le dice Ethan mientras saca su espada para protegerse, ambos salen mientras camino detrás de ellos, el mercenario líder estaba en medio de ambos. Morris estaba serio mientras el secretario de Sebastián baja, lo reconozco pues ya no era el de su padre.
—Me presento, soy Brayan Profitt, secretario de su majestad, el nuevo sol Sebastián. Se les ordena a los mercenarios, poner a nuestra merced a la señorita Sofía de Clue. De lo contrario se enfrentarán a las consecuencias.
—Nosotros no seguimos las órdenes del nuevo emperador, el clan de los mercenarios es independiente a la monarquía — Dice este con confianza mientras soy refugiada por ellos.
—Lo sabemos, pero en el momento en el que estamos hablando el consejo está tomando la decisión de quitarle los beneficios adquiridos por la guerra, ustedes serán simplemente criminales y serán peores para ustedes.
Los mercenarios retroceden un poco, había luchado tanto para esto que lo arruinaría, salgo de allí, mientras avanzo, Morris empuña su espada para atacar, pero no quería que esto se volviera algo más peligroso para ellos, si bien estaban enfrentados al peligro todo el tiempo no quería que los niños que había allí corrieran peligro.
—¿De qué se le acusa? — Pregunta Morris mientras detiene mi paso.
—Asesinato premeditado al antiguo emperador, agresión a la actual emperatriz consorte, conspiración… — Este sigue leyendo mis cargos mientras Morris sonríe.
—Eres una joyita, niña.
—Entreguen a la señorita y no habrá castigo para ustedes — Me acerco a ellos, mientras me apuntan con espadas y arcos. Estaba asustada, pero más asustada, era el hecho de dañar a los hijos inocentes.
Un caballo se acerca, era Hiro con Alexander a prisas, estábamos a medio día eso quiere decir que habían partido un poco después de ellos, se acercan gritando que se detengan y se marchen la ley había sido denegada, esto asusta a los caballeros, pues significaba que los mercenarios podían atacarlos por estar en sus tierras, Morris empuña sus armas con los demás, harían guardia a las afueras porque una vez que salga sería enjuiciada y atrapada, caigo de rodillas, mientras Alexander corre a abrazarme.
—Eres una estúpida — Me dice mientras me pone el cabello detrás de las orejas —. Tenemos que buscar donde esconderlos, no tardarán en saber que todo fue una mentira.
Hiro me abraza.
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Editado: 13.06.2023