Estábamos a mitad del bosque, comiendo atún con arroz en periódico mientras estábamos callados, habíamos escuchado como estaban quemado toda las casas de los mercenarios una vez que esté recuperada como noble daría una cantidad de dinero a ellos para pagar esta enorme deuda, pero en este momento no sabía si quería regresar a la nobleza, me comenzaba a dar asco y entendía a Ethan.
—Entonces la emperatriz Victoria está de nuestro lado — Dice Hiro mientras recoje todo.
—No, ella está de lado que le garantiza sobrevivir — Contestó mientras me limpio las manos.
—Que cobarde.
—Que hipócrita pensar que no haríamos lo mismo en su lugar. Ella fue criada para ser un intercambio político, ahora imagínate ser la emperatriz, es demasiado poder, a cualquiera nos maravilla — Les digo un tanto molesta, se escuchan ruidos y se miran luces de las linternas de guardias que nos buscaban, los miro mientras corremos, otra vez teníamos que huir pero ahora era de los aliados, corro lo más rápido posible, mientras bajo una colina, por enfrente viene varios guardias, nos tenían rodeados nos coordinamos lo suficiente mal, que Hiro y Alexander sale corriendo al lado contrario que yo, era noche y apenas miraba donde pisaba, solo sabía que debía huir de ellos, el arco en mi espalda, espada en mano, daga en mis muslos, sin darme cuenta había corrido a la carretera.
Sebastián había venido personalmente para matarme.
—Creí en ti. En que no habías matado a mi padre. 2 de tus criadas confesaron pidiendo piedad, lo planeaste por mucho tiempo — Éste empuñaba su espada, estaba solo a ese lado de la carretera, había olvidado a donde me tenía que dirigir, el norte y el sur ya no sabía identificarlo —. Incluso metiste a Hiro y a Alexander, perdieron sus títulos por esta estupidez. Estás acostumbrada a arruinar todo lo que tocas que no te das cuenta.
Sus palabras me herían, era duro, pero tenía que vivir, tenía que vengar al emperador, tenía que hacer lo suficiente para no dejarme vencer.
Empuño mi espada, mientras veo como el amor que sentíamos el uno por el otro comenzaba a morirse, no fue culpa de ninguno, pero quien diría que el amor de tu vida seria quien te condenaría, no me atrevía a hablar al temor del que las lágrimas salieran y todos escucharan.
—Dios me perdone por tomar justicia a mano propia — Dice mientras se acerca a mí.
—Estoy aquí — Le digo mientras estoy decidida a sobrevivir, golpeamos nuestras espadas por el enfrentamiento, era mayor en edad, en peso en estatura, en fuerza, pero tenía que darlo todo por el emperador, o moriría en combate, pero su muerte no sería en vano, haría todo lo que fuera —. Las criadas que me acusaron, fueron traídas por la misma abuela de Victoria, no es así.
Al decir esto se desconcentra haciendo que pueda avanzar más. Había acertado, no pensaba que tuviera el coraje de hablar. Con toda la intención me rasguña con su espada el brazo, la sangre mancha la camiseta, pero no suficiente para detenerme, avanzó aún más para poner resistencia, pateó su pierna, mientras miro a como Alexander e Hiro me encontraron. Estaban llenos de lodo, de tierra, la luna nos iluminaba, antes nos juntábamos y ahora nos separaban.
—Hablabas de protegerme, pero ahora me quieres matar. ¿Quién es ahora el imprudente? — Estaba de rodilla mientras pateo su espada sin dejarlo de mirar, no tenía miedo, no estaba asustada, sus ojos se llenan de lágrimas —. Yo no maté a tu padre, la abuela de Victoria está conspirando en tu contra, para posicionarse como única familia real.
—¿Por qué debo creerte? — Dice mientras escupe sangre, no sabía en qué momento lo había herido, tenía mi espada en su cuello, mientras Alexander e Hiro me ayudan a someterlo.
—Porque dijiste que soy el amor de tu vida. Estaba en el armario cuando lo escuche, tengo pruebas, pero debes de creer en mí — Le digo, pero los guardias estaban cercas. Tenía que correr —. Cree en mí.
—Tú no creíste en mí — Me reprocha.
—No me diste motivos para hacerlo — Una vez atado, lo golpeó para que caiga desmayado a un lado de la carretera no quería que los lobos lo atacaron, pongo uno de los papeles en braico en sus bolsillos, no sabía que decía pero esperaba que él pudiera averiguarlo. Miro a los guardias quienes solo se quedan paralizados, era momento de correr, pero por alguna extraña razón estos no me persiguen. Corremos unos cuantos metros hasta que un chofer nos da raite, con sus ovejas, me acomodo de tal modo que me quedo entre los brazos de Alexander cansada, no había dormido, estaba tan cómoda que era cuestión de tiempo que me quedará dormida.
Me despierta el sonido de voces era que habíamos llegado a una ciudad, era la ciudad de Charlotte, la reconozco rápidamente por la arquitectura, sabia dónde estaba, me cubro con una capa, pues podía ser vista y reconocida por cualquier noble, entramos por un callejón mientras tratamos de situarnos, oculto mi cabello por que destacaba mucho.
—¿Sabes por donde vive? — Me pregunta al comentar que mi antigua criada vive aquí.
—Por el campo, mi chofer me llevaba, pero sé que es todo derecho — Ellos siguen mis instrucciones, mientras más el sol sube más miradas captamos más el miedo de ser reconocidos. Llegamos a medio día, mis pies dolían, ella estaba lavando ropa, mientras miraba a sus hijos, todos estaban teniendo hijos, familia, y yo me quedaba sola, ella nota mi presencia y corre a abrazarme.
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Editado: 13.06.2023