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Isabella
Todo era oscuro, no sabía dónde estaba. Solo recordaba la imagen de Antonio siendo golpeado y al final la oscuridad.
La habían sedado.
Los malditos la habían dormido para que sea balnco fácil.
Más bien recordaba a una sola mujer, Nora.
Su cabeza dolía demasiado por la forma en que había sido arrastrada por toda la mansión, la maldita de Nora le había sujetado del cabello y con tanta fuerza que siente un vacío en el costado de su cabeza.
No decía ninguna porque sentía que no estaba sola en el lugar, sentía la presencia de alguien más, e igual que ella no decía ninguna palabra.
No iba a luchar hasta que la droga saliera de su sistema e iba a guardar fuerzas para su batalla final.
Empezó a calcular el tiempo y exactamente pasó una hora hasta que las luces se encendieron y la horrible cara de Nora se iluminó al frente de ella.
-Asustada Bella - Preguntó Nora.
-Que se supone que diga, NI un poco. - Respondió Isabella. - Por favor sea más original su señoría. - Termino de decir.
Al instante su cara se revirtió por el golpe que le lanzó Nora. Sintió su cara mojada y supo que le había cortado.
-¿Te dolió perra?. - Volvió a preguntar Nora.
-No sabes nada del dolor, solo eres una amateur que piensa que un par de armas y ser el juguete de las sombras te vuelve mejor que yo. - Al instante otra cachetada.
Isabella solo sonrió, lo que hizo enojar más a Nora.
La mujer tiene problemas. - Pensó Isabella y lo constató al verle la mirada perdida.
Error.
La mujer está drogada. - Completo.
Nora se paseo por la minúscula habitación e intentó calmarse, pero solo regresó a los golpes hacia Isabella. Lo cual la hizo enfurecer más, porque Bella no se defendió.
-No te piensas defender. - Le gritaba Nora al darle patadas en su estómago. - Quieres morir sin conocer a tu hijo. - Esa frase enfureció a Isabella y cuando quiso pararse unos pasos la detuvieron.
Al parecer Nora no los había sentido. Una prueba más de que la joven no estaba preparada para este mundo.
Siguió dando golpes en el cuerpo de Isabella, hasta que sintió una risa gruesa en la habitación, la cual le hizo erizar la piel.
Nora se detuvo de inmediato y regresó a ver. No hacía contacto visual y se fija la razón.
La intimidaba, y puede que hasta más, por los moretones que Nora tenía en sus brazos.
El hombre se acercó hacia Isabella y esta le hizo contacto visual.
Era un muerto viviente, la mismísima leyenda con la que había crecido en su infancia.
-Isabela Castro. - Emitió aquel hombre y se acercó hasta que sus narices rozaron. - Un gusto conocerte al fin. - Emitió alejándose y dando una señal para que saquen a Nora de la habitación.
Aquella joven salió sin emitir algún sonido, y se quedaron solos.
-Recalcó, que gusto conocer a una joven tan bella como tú. - Volvió a repetir aquel hombre.
-Una pena que no sea mutuo. - Respondió cuidadosamente.
-Tal palo, tal astilla. - Respondió aquel hombre.
No lo veía más adulto que su padre, más bien era más joven y su apariencia oscura le daba curiosidad.
-Conoces a mi padre. - Emitió Isabella.
-Se puede decir que tenemos negocios en común. - Sonrió y lo reconoció al instante.
-¿Tu hermano sabe que estás del bando enemigo? - Pregunto Isabella al recordar que no sabía nada de Hector.
-Nos mantenemos en la línea nena, no existen los bandos para nosotros. Solo son clientes y buenos negocios. - Respondió aquel hombre sentándose en el suelo del lugar.
-¿Y tus negocios incluyen el abuso ante una joven inestable?. - Preguntó Isabella.
-No recuerdo haberla obligado a meterse bajo mis sábanas. - Respondió aquel hombre sacando una bolsa de su saco, regresando a ver a Isabella que estaba mirándolo con una ceja alzada. - Isabella no me va lo perverso, al instante que supe de su inestabilidad, obsesión y el trato que tiene con las sombras me aleje. Como te dije, solo negocios.- Emitió abriendo los brazos y levantándose del piso.
-Si como sea. -Respondió Isabella.
-Bueno a lo que vine. - Le dijo sacando las cosas dentro de la bolsa.
Eran unos micrófonos y una pequeña arma. Las cuales le entregó a Isabella y miró hacia la camará.
-Te reuniras con tu amado y le exigirá la verdad. Después de eso decides que hacer con él .- Le dijo entregando las cosas a Isabella, la cual se mostraba sin entender nada.
-¿Qué verdad? - Preguntó Isabella.
-¿Crees que el encuentro en la discoteca fue casualidad?- Le preguntó y salió de la habitación.
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Editado: 25.09.2021