Después del incidente radioactivo, después de que mi cuerpo hubiera absorbido la radiación nuclear de la bomba que asestó el golpe final contra mi familia, me quedé sin hogar, sin compañía.
Ahí, fue donde el principio del fin comenzó, más de tres cuartos de la ciudad habían quedado reducidos a escombros, nadie buscaba ayuda, sería algo estúpido buscarla. Esa fue la primera regla que aprendí en las calles desoladas, nadie ayuda a nadie. Entonces, se habrán preguntado ¿Cómo una chica de 15 años sobrevivió a un mundo hecho pedazos? Es una buena pregunta, es una excelente pregunta. Y solo hay una respuesta, aunque no tan excelente, si no te vuelves fuerte, ellos se vuelven fuertes, y al final estarás alimentando al verdugo que cortara tu cuello. Y es que yo tenía una gran ventaja, el día en que creí que mi destino había quedado fijado mi cuerpo jugó un poco con las leyes naturales. Algo en mi ADN me salvo de quedar completamente tiesa el día que la radiación recorrió cada trozo de mi piel. Ahora me gusta pensar que mi sangre es radioactiva, y en realidad no estoy tan equivocada.
Todo era normal al principio, pero pronto, todo se tornó un tanto raro, a decir verdad un tanto color cyan, por raro que parezca, pero casi 6 meses de vivir entre las sombras mi cabello se tornó cenizo en las raíces y hasta las puntas de tonos cyan, mis ojos que antes tenían una utilidad media se volvieron más precisos, mejores – sin olvidar su nuevo color violeta-azulado-, mis reflejos se volvieron exactos, sin un margen de error. Esa era mi ventaja, aunque no era como poder volar o ver los pensamientos, de hecho nadie puede hacer eso, pero algo era algo.
En tiempos difíciles de nada servían mis reflejos para poder robar comida y ello le ocurrió a la mayoría de las personas tanto a los que eran como yo, como a los ordinarios. Hasta el día de hoy no me molesta en lo absoluto comer carne humana, de hecho con hambre es bastante buena.
Después de haber comido todos los animales que estaban cerca decidimos pasar a algo mucho más difícil de cazar, personas. Al principio era difícil matar a una persona ordinaria sin arrepentimiento, pero, regla numero 2 sino comes, te comerán.
Nos dividimos en dos grupos, las "sombras" y los "ordinarios". Ningún miembro del clan sombra comía a otro miembro. En cambio en el clan de los ordinarios se devoraban entre sí, por ello se decidió apresar a todos los ordinarios, en celdas y preparándolos solo para ser comidos por nosotros. Éramos los dueños del lugar, hasta que llegaron los killersoldierblood o mejor – y más fácil- dicho los sangre oscura.
Después de la aparición, en la mutación de nuestra sangre, sombra, los killersoldierblood, en sus inicios soldados de un lugar oculto llamado por alguno Delanai, experimentaron con sus propias tropas a fin de crear una réplica de nuestras habilidades, pero resulta que someterse a radiación a niveles, como nosotros lo hicimos es sumamente peligroso, y ellos en cambio tuvieron que pagar millones de monedas a científicos a fin de que lograran el cometido.
Nunca salían de su escondite, como ratas en sus inmundos agujeros de suciedad, pero después comenzaron a salir en tropas con sus impecables uniformes negros-camuflados, ¿y por qué negros y no verdes? La respuesta es simple. Su sangre. Mientras nosotros teníamos sangre color vino, como para recordarnos nuestros tristes pasados, ellos, gracias a la nueva mutación creada tenían sangre negra.
Lo único que nos diferencia de ellos es el tono de nuestros cabellos, cada Sombra tiene un tono de cabello distinto, probablemente por nuestro ADN, pero en realidad yo creo que es por nuestra personalidad. Desde el día en que los soldaditos de cuartel Delanai lograron una mutación parecida a la de nosotros, desde ese día nos declararon la guerra.
Y ahora rememorando la falta de recursos, los desastres naturales y los ordinarios rebeldes, ahora también nos enfrentábamos a los killersoldierblood.