Entre libros y miradas

Capítulo 18: En la cuerda floja

Las semanas pasaban como una corriente rápida y turbulenta. Los días se volvían difusos para Camila, llenos de momentos compartidos con Jackson, pero también con la constante presencia de Andrés, quien, con cada mirada, con cada gesto, la envolvía más en su mundo de misterio y atracción. A veces sentía que se estaba ahogando en la confusión de sus propios sentimientos, deseando algo que no sabía si podría obtener.

Una tarde, después de clases, Camila decidió que debía hablar con Jackson. Habían estado distantes durante días, sus conversaciones reducidas a lo esencial. La tensión entre ellos había crecido como una niebla espesa, y Camila ya no podía ignorarlo más. Tenía que saber si lo que había entre ellos aún tenía algún futuro o si era hora de seguir adelante.

Se encontró con Jackson en la cafetería, donde siempre solían sentarse en la esquina junto a la ventana. Cuando él la vio llegar, se levantó inmediatamente, su rostro un tanto distante, pero Camila pudo ver la preocupación en sus ojos.

— ¿Podemos hablar? —le preguntó ella, dándole una pequeña sonrisa que no lograba disimular la ansiedad que sentía.

Jackson asintió y la condujo hasta una mesa vacía, apartada del bullicio de la cafetería. Aquel lugar, que solía ser su refugio, ahora se sentía extraño, como si todo lo que había sido entre ellos se estuviera desmoronando lentamente.

— ¿Cómo te ha ido? —preguntó Jackson, como si intentara romper el hielo. Pero sus palabras sonaban vacías, como si ya no estuviera seguro de lo que quería decirle.

—He estado pensando mucho... —dijo Camila, evitando mirarlo a los ojos. Sus manos temblaban ligeramente sobre la mesa. —Quiero saber qué está pasando entre nosotros. No sé si seguimos siendo nosotros, si todavía hay algo aquí, o si es hora de seguir caminos separados.

Jackson la miró fijamente, como si estuviera analizando cada palabra. Luego suspiró y se recostó en su silla, cruzando los brazos.

—Camila... —dijo con suavidad, pero su voz sonaba cansada—. La verdad es que no sé qué estamos haciendo. Me he estado preguntando lo mismo. Siento que hemos cambiado mucho, y no sé si es para bien o para mal.

Las palabras de Jackson la golpearon, pero Camila también sabía que tenía razón. Algo había cambiado en ellos. La pasión, la conexión que antes compartían, ahora parecía ser una sombra de lo que alguna vez fue.

—Yo... —Camila intentó hablar, pero su voz se quebró—. Yo te quiero, Jackson. Te quiero de una forma que nunca imaginé, pero siento que estoy perdiendo parte de mí en el proceso. Como si me estuviera ahogando en lo que esperas de mí.

Jackson frunció el ceño, la preocupación claramente visible en su rostro.

—No quiero que te sientas así, Camila. Pero creo que, tal vez, necesitamos un poco de espacio. Para encontrarnos a nosotros mismos de nuevo. Para ser personas completas por separado antes de volver a estar juntos, si es que eso sucede.

Las palabras de Jackson calaron profundo en su corazón, pero también despertaron algo dentro de ella. Sabía que, aunque el dolor de la separación le desgarraba el pecho, tal vez esa era la única forma de seguir adelante. Lo que había entre ellos ya no era suficiente. Necesitaban más, pero también debían aprender a amarse por separado primero.

—Está bien... —dijo Camila, su voz más firme ahora—. Creo que tienes razón. Necesitamos tiempo.

Jackson la miró con una mezcla de tristeza y comprensión. No dijo nada más, solo asintió, y ambos se quedaron en silencio por un momento, sabiendo que ese era el punto final de su relación, al menos por ahora.

Mientras tanto, Andrés seguía jugando su propio juego. Camila sabía que lo suyo con Jackson estaba en pausa, pero su corazón todavía sentía esa chispa de deseo hacia Andrés. Aunque trataba de concentrarse en otras cosas, como sus estudios y su desarrollo personal, Andrés parecía no perder oportunidad para recordarle lo que ella quería, lo que él podía ofrecerle.

Después de su conversación con Jackson, Andrés la encontró en los pasillos, sus ojos brillando con esa chispa de misterio que nunca parecía apagarse. Sin previo aviso, se acercó a ella, y con una sonrisa torcida, le dijo:

—Sé que has estado pensativa últimamente. ¿Quieres salir conmigo esta noche? Podría ser lo que necesitas para despejarte un poco.

Camila lo miró, el deseo y la inseguridad en su mente luchando por ocupar el mismo espacio. ¿Qué debería hacer? Sabía que estaba herida, que la conversación con Jackson la había dejado con el corazón roto, pero Andrés ofrecía una distracción tentadora. La idea de dejarse llevar, de explorar lo que había entre ellos, parecía una forma de escapar del dolor.

—Está bien... —respondió, sin pensarlo demasiado—. Acepto.

Esa noche, Andrés la llevó a un club exclusivo, uno al que nunca habría imaginado entrar. La música electrónica vibraba a través de las paredes, y las luces de colores iluminaban el ambiente, creando una atmósfera cargada de energía y sensualidad. Camila, aunque algo nerviosa, se dejó llevar por el momento. Andrés, siempre tan seguro de sí mismo, no tardó en acercarse a ella y, sin previo aviso, la besó.

El beso fue tan intenso que la hizo olvidar por completo la situación con Jackson. Era lo que había estado buscando: algo inmediato, algo que despertara sus sentidos. Los labios de Andrés se movían con un deseo palpable, y sus manos comenzaron a explorar su cuerpo de una manera que la hizo sentir viva, deseada.

Pero, en el fondo, algo dentro de ella le dijo que no estaba lista para dejar ir a Jackson. Aunque Andrés la había llevado a una nueva forma de deseo, el amor, la conexión con Jackson, era algo que no podría reemplazarse tan fácilmente.

Al día siguiente, mientras Camila caminaba por el campus, se encontró con Abril, quien la miró con una sonrisa arrogante.

—Así que, ¿saliste con Andrés anoche? —preguntó Abril, con su tono habitual de superioridad.




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