Entre luces y sombras: Los olvidados.

Capítulo 7. Kim – La actualidad (16/08/2022)

Durante el viaje a la estación Kim suprimió todos aquellos pensamientos sobre lo sumamente extraño de las últimas horas, así que mientras conducía con una sirena de esas improvisabas sobre el techo de su vehículo escuchaba una de esas canciones nuevas de “Morat” esa banda tan reconocida en su país y que se había apoderado de las emisoras musicales más famosas en todo el mundo.

 

Como si fuera un déjà vu del día anterior Erick se encontraba ahí en la entrada, esperándola, a diferencia de la escena que ya vivió, en este momento sabía perfectamente porque su compañero estaba ahí y se sentía sumamente emocionada, sabía que ahora si tenía, más que una, miles de razones para comenzar a investigar, para poder resolver todas esas incógnitas de su mente, todas esas relacionadas con su pasado, con su familia.

 

  • ¿Dónde lo tienen? – Kim ni siquiera se preocupó por saludar, quizá lo vio innecesario y mantener el protocolo con tanta excitación no parecía algo sencillo.
  • Por ahora en la primera sala de interrogatorio de la comisaría, debido a sus declaraciones podríamos tenerlo toda la vida ahí.
  • Está bien, vamos para allá, cuéntame exactamente lo que dijo. – Habló Kim mientras apresuraba el paso a través de la puerta y la recepción de la oficina.
  • El hombre manifestó haber enterrado el cuerpo de un hombre joven, indicó que a su casa había llegado un paquete, en él encontró varias direcciones anotadas dentro un cuaderno, y al final una lista de instrucciones para enterrar el cuerpo. Cuando le preguntamos el por qué lo había hecho, él indico que dentro del paquete también había una suma considerable de dinero y un celular, el cual sonó días después de haberlo abierto. El hombre afirma que la persona que lo llamo conocía a la perfección su vida, la dirección de su trabajo, sus horarios, el de sus hijos y su esposa, y como debemos suponer lo amenazaron para que hiciera el encargo y que trajera aquí la cartera que ves ahí como evidencia – Señalo Erick con el dedo índice hacia una bolsa de evidencias que contenía una billetera de cuero llena de pelones, algunos más notorios que otro, evidentemente todo un accesorio antiguo.  
  • ¡Perfecto!

 

Kim abrió la puerta con demasiada calma considerando la excitación y ese subidón de hormonas que la tenían al vilo del colapso. Seguida por Erick entró en una sala oscura, únicamente había una mesa de metal amarrada el suelo por unos pernos de tamaño considerable, aquellos que solo conocían las personas que los pusieron, pues nadie hasta ese momento se había percatado de su existencia, un metro más allá estaba una silla del mismo material y amarrada de la misma forma que aquella mesa al piso grisáceo similar al de las casas en obra negra. Sobre la silla se encontraba un señor de aproximadamente 40 años, en realidad se veía muy joven, era alto y robusto, para nada musculoso, más bien era el típico personaje que se ha dejado crecer la barriga para que este en sintonía con el resto del cuerpo. Estaba completamente afeitado y sobre las mejillas se notaban demasiadas manchas, producto de la tierra con la que Kim supuso había estado “jugando” momentos antes, la boca se le notaba reseca y la mirada correspondía con la descripción de un animalito en peligro, su expresión era de terror y agobio. Sus manos largas estaban llenas de suciedad, y sus uñas podrían ser las de una bruja de hace años, que llevan años sin cortárselas y que cualquier persona con un mínimo de metrosexualidad estaría asqueada de ver.  Su pantalón era un jean negro, nada novedoso, igual de sucio que el resto de su ropa, y su indumentaria era finamente acompañada por unos zapatos blancos tipo crocs que dejaban ver una vez si, una vez no las uñas de los pies, las cuales no eran si no una copia idéntica de las de sus manos.

 

Kim se sentó en una silla al frente del hombre de tez extraña, en esta aclamada escena policial a ambos lo único que los separaba era esa mesa de metal anclada como una roca a su puesto. Aunque el interrogado no pudiese tener acceso a la mesa no implicaba que la detective tampoco, razón por la cual esta se llenó rápidamente de papeles, una libreta en blanco y uno de esos envidiables estilógrafos de la marca Lamy.

 

  • Bueno días señor… - Luego de unos segundos Kim descubrió que no sabía el nombre de aquel extraño sujeto, y se interrogo de forma personal, ¿cómo es posible que no me hubieran dicho el nombre de este idiota, o cómo si quiera es posible que yo no lo hubiera preguntado antes? – Lo siento señor aún no se su nombre ¿podría repetírmelo en voz alta?
  • Lo siento señorita, no puedo hacerlo – “Ahora todo tiene sentido” pensó Kim, como si todas esas preguntas que tenía en su mente las hubiera hecho en voz alta y aquella persona enfrente suya le hubiera dado la respuesta. – Me encantaría poder hacerlo, pero las instrucciones que he recibido fueron claras en que ustedes nunca podrían saber mi nombre, debo evitar que me identifiquen de alguna forma. 
  • Como piensa entonces qué venga un abogado a hablar con usted si no piensa decir su nombre, no soy experta en temas legales, pero creo que lo primero que le va han a recomendar es identificarse.
  • No crea señorita, no estoy esperando a ningún abogado, no sé ustedes porque siempre creen que las personas en esta sala necesitan de una mente externa para purificar sus palabras. – Las expresiones del hombre cambiaban entre un dolor intenso y una rabia inagotable, tanto que la detective intuyó que era más una víctima de un plan elaborado y no el autor de un crimen horrendo.
  • Jum – Sospechó la agente en una expresión más de sufrimiento que en realidad de juicio contra el hombre – Esta bien, por protocolo debo presentarme, soy la detective Kimberly Martínez Martínez de la policía de Phoenix, soy la supervisora en jefe y fui encargada de investigar los extraños sucesos que usted ha presentado horas antes cuando llego a esta oficina. Comencemos por el principio, aunque debería insistir en que me dé su nombre me interesan más otros aspectos. Cuénteme ¿en qué lugar enterró aquel hombre al que usted se ha referido?
  • Podría llevarlos hasta allí, claro que podría hacerlo, pero aún no, tenga claro que yo estoy aquí por una obligación, y que absolutamente todo lo que hice y continuaré haciendo durante las próximas horas será en contra de mi voluntad.
  • ¿A qué se refiere usted con “en las próximas horas”? – Pregunto la detective.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.