Entre luces y sombras: Los olvidados.

Capítulo 9. Marta – El pasado (2005)

  • Hola, cariño, ¿qué tal tu viaje? – Le preguntó Marta a su marido luego de que este abriera la puerta de la entrada, está daba directamente hacia uno de los sofás dispuestos para atender las visitas en donde ella se encontraba sentada con los pies cruzados, leyendo o simplemente ojeando algo del periódico local.
  • Excelente, no puedo haber salido mejor, me siento como renovado, además del trabajo nos dimos un tiempo de descanso y conocimos la playa ceca al hotel, ¿tú cómo vas?, ¿qué tal la niña?
  • Todo perfecto, ella está sumamente bien, le dije que se quedaran en casa de mis padres durante esta semana, ellos pidieron que la dejará ir y que se encargarían de las obligaciones relacionadas con ir al colegio y bueno me imagino que sus tareas.
  • Oh, eso esta muy bien, pero ¿por qué no me lo habían dicho? Pensaba ir con ella ahora al cine, o comer, la extraño demasiado y creo que no estaría mal que pasáramos tiempo juntos.
  • No te preocupes, luego tendrás todo el tiempo del mundo para poder hacer eso, ella seguro estará muy contenta de que hayas vuelto. Pero, me gustaría que me explicaras una cosa. – Marta hizo un gesto firme con su mano como invitando a Joseph a sentarse a su lado, el sofá que tenían era sumamente amplio, por lo que Joseph pudo sentarse de tal manera que en medio de ambos se quedó un papel amarillento que la mujer había dispuesto seguramente desde hace mucho tiempo. Antes de que él dijera algo, ella muy amablemente le ofreció una taza de café y guardo silencio.
  • ¿Qué es esto? – Pregunto él mientras agarraba la especie de carta que encontró al lado de su mujer y en voz alta comenzó a leer:

 

Señor Joseph Martínez,
 

Nos ponemos en contacto para informarle que el pago de sus obligaciones con nosotros no ha sido registrado de manera adecuada, y exigimos que se comunique con nosotros lo antes posible para realizar el desembolso del dinero solicitado. Además, le recordamos que nuestras políticas prohíben la deserción de la organización, y en caso de que se llegara a incumplir dicho reglamento, nos veremos obligados a tomar medidas en su contra o contra algún miembro de su familia.

 

  • Dime, entonces, ¿a donde carajos se supone que perteneces y por qué no tenemos idea de en que clase de problemas estas metido? – Esa expresión de felicidad con la Marta había saludado a su marido, inmediatamente este paso la puerta de entrada no era si quiera comparables con la expresión de enfado y preocupación que emanaba de ella luego de hacerle semejante pregunta.
  • Es una larga historia corazón, en serio no tienes que preocuparte, eso ya lo solucioné y durante este tiempo que estuve fuera me encargue de hacer ese pago del que hablan ahí, mejor por qué no aprovechamos que estamos solos y vamos a comer, me recomendaron un nuevo restaurante que podría encantarte – No existía preocupación en su rostro, tampoco algo de culpa por haber escondido algún secreto, o por seguirlo manteniendo. Existe ese momento en que las mujeres consideran que hablar con los hombres es imposible, y radica de en esa forma despreocupada de ellos para entablar conversaciones, para obviar la importancia de las cosas que ellas dicen, o para ignorar cualquier clase de problema asumiendo que jamás ha existido. Ese pensamiento, esa frustración relacionada con la irreverencia masculina era la que Marta experimentaba en aquel momento.
  • Pero por Dios ¿cómo puedes responder eso? Quiero que me expliques de que asociación u organización, o como putas se llame estas metido, y ¿por qué nos están amenazando, por qué no puedes simplemente salir de ahí?
  • Cariño, no importa es algo en lo que estoy metido mucho antes de conocerte, y no es tan sencillo de explicar, cuando ingrese nunca pensé que llegarías a mi vida y tampoco las niñas, ahora simplemente pertenezco porque no hay forma de salir, pero créeme que lo he intentado.
  • No me vengas con ese cuento culo de que no es “tan sencillo” de explicar, si quieres que las cosas se queden aquí y que yo no termine con las niñas a kilómetros de distancia es mejor que comiences a explicarme, que me digas paso a paso lo que has hecho y todo lo relacionado con esa organización, porque necesito saber a que atenerme, quien o quienes piensan en hacernos daño. Seguro que hubiéramos perdido a Lucía es todo culpa tuya, ayúdanos a entender todo esto y dinos la verdad.

 

Aún hay gente que busca las palabras correctas para sacarle información a las demás personas, estamos acostumbrados incluso a recurrir a la manipulación, al llanto, al dolor, a la rabia, a las amenazas, y cuando todo eso no ha funcionado la frustración es peor que esa que se experimenta cuando las personas se esfuerzan constantemente en cumplir sus logros y los resultados simplemente por los azares de la vida no se dan. Marta quizá estaba segura de que lo que había dicho funcionaría, y me imagino que el lector pensó igual, el lector seguro esperaba que este pequeño párrafo fuera el comienzo de una larga y divertida historia sobre como Joseph hacía parte de ese nudo enredado de engaños, pero ya habrá tiempo para eso.

 

  • Lo siento mucho cariño, por más que insistas este no es el momento de saberlo, quiza después, o quiza nunca, pero no debes preocuparte por eso. Lo mejor que puedes hacer es confiar en mí, yo sé que es difícil, pero debes intentarlo porque si no lo haces las cosas irán a peor, imagino que ya supones lo peligrosa que es esa gente, pueden matarnos a todos y desaparecernos.
  • Estas insinuando que, si sabes que paso con Lucía, y quieres que me calme que simplemente confíe en ti. No puedes pedirnos eso ¿sabes la colera con la que tú hija se tomaría esta noticia tan horrible?
  • Lo sé, y no, no estoy insinuando eso, solo digo que conozco a esa gente y si tú te llegas a enterar de algo, primero acabaran conmigo por contarte y luego simplemente te desaparecerían para evitar cabos sueltos. Deberías aprender de una vez por todas que no todo hay que saberlo, y que ser ignorante en muchos aspectos es la mejor forma de vivir, recuerda “el conocimiento solo trae más dolor”. – Marta estaba sumamente cabreada, no entendía como su marido era capaz de majear tanto nivel de cinismo, y menos aún de donde sacaba esas frases tan filosóficas y absurdas con las que estaba saliendo. En conclusión, estaba a punto de quedarse viuda producto de su ira y sus habilidades con el cuchillo.
  • Mira te voy a dejar pensar, pero sí de aquí a la noche aún no has decidido contarme las cosas, puedes comenzar a pensar en cómo vas a vivir sola porque yo me largo, y ni creas que podrás volver a ver a Kim, porque obviamente se irá conmigo. – Con esas palabras Marta finiquito la conversación y se paró de su asiento, camino unos pasos y voltio a ver a su marido, el mismo que se fue desvaneciendo hasta quedar completamente dormido.




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