—No, no, no, así no —gruño, reteniendo el impulso pegarles en la cabeza con el libro que tengo en mano—. Es un triángulo rectángulo, muchachos, es un maldito triángulo rectángulo —reitero—. ¿Acaso necesitan que les abra los ojos?
—Bell, entiendo que es un jodido triángulo rectángulo, ¿si? —refunfuña Lucas—. Lo que no entiendo es que se supone que tenga que hacer ahora.
—Entonces hay que hallar la hipotenusa para poder sacar las razones trigonométricas, después de ello, se restan los dos resultados que nos dieron con la suma de razones y de esa manera obtenemos el resultado —sugiere Duncan.
—¡Dios, sí! —exclamo eliminando un suspiro—, ¡Por fin alguien que ha salido de su burbuja!. ¡Muchachos!, el resultado está justo en la punta de sus narices.
—No tenía idea de que había algo en la punta de mi nariz, Duncan, hermano, puedes quitármelo —dice Lucas. Duncan ríe divertido, yo por el contrario, le brindo un zape en la cabeza por hacerse el payaso. Escucho con satisfacción como gruñe—. Mierda, Bell, jamás en tu vida pienses en ser profesora.
—Él tiene razón —afirma Duncan, despegando su mirada del cuaderno que tiene en la mesa para posarla en mi—, primero matarías a cada unos de los estudiantes.
—No lo haría si no fueran unos payasos molestos —apunto, arqueando una ceja.
—Sí, Bell... ese mundo solo existe en tu imaginación —Lucas se burla.
Niego con la cabeza caminando hacia el sofá de la casa del muchacho de espaldas. He pasado tanto tiempo aquí que me sé dónde están todas las cosas de memoria incluso aunque estuviera ciega. Hay veces en las que me quedo a dormir en su casa, la señora Richie es como una segunda madre para mi, o no sé si decir la primera teniendo en cuenta que hablo más con ella que con mi propia madre.
Sé que el padre de Lucas trabaja lejos, el dinero que él les manda no alcanza para estar en un lugar mejor. Aún así, aseguro que tienen mejor economía de la que yo he tenido en años. Sé también que a Lucas no le importa un carajo su padre, o tal vez eso es lo que intenta creer, lo odia. Lo odia por solo mandar dinero mas no atreverse a ver a los dos hijos que tiene. Lo odia por dejarlo a los cinco años con un juguete de peluche que aunque dice haberlo botado lo he visto dentro de su armario. Lo odia por dejar solos a su madre, hermana y él; a la vez, tiene la esperanza de que algún día aparezca frente a sus ojos con disculpas en cada parte su cuerpo, en cada parte de su alma.
Nada se pierde con soñar, absolutamente nada.
Conozco a Lucas desde pequeña, estuve ahí cuando su padre se fue, estuve ahí cuando se sintió perdido, estoy ahí para cuando vuelva a estarlo, cuando esté a punto de cometer una estupidez o simplemente, cuando me necesite. Para Lucas, para su hermana y para su madre, ellos me han dado lo suficiente como para deberles mi vida. No dudaría ni un segundo en entregársela envuelta en un sobre de regalo si fuera necesario.
Caigo de espaldas en el sofá expulsando un suspiro, cierro los ojos tratando de imaginar que sería de mi sin Lucas. No sería nada. Absolutamente nada. O tal vez sería todo. Todo lo que nunca querría ser. Si tan solo éste sitio tuviera por lo menos un lugar en donde no sentirse en peligro... ni siquiera se puede dormir con tranquilidad temiendo que alguien entre a robar, a asesinarte o que suceda un tiroteo por la cuadra.
—Simplemente hagan lo que les de la gana, ¿Ese era el ultimo ejercicio? —escucho algo parecido a un "Ajá" desde lo lejos, por lo que me permito seguir recostada en el sofá cómodamente.
Mentiría si dijera que el día de hoy no estuvo agitado, tuve trabajo a montones. Perdí la cuenta de cuántos autos tuve que arreglar hoy, es el mejor desempeño de trabajo que he tenido en meses. Como siempre tuve problemas con alguno que otro cliente que decía que era una mujer, que yo dañaría más el auto antes que arreglarlo... no me preocupe por eso, simplemente asentí a mente tan machista sin ningún problema. Yo tengo mis clientes, personas que saben que trabajo incluso mejor que los demás, los que creen lo contrario pueden pudrirse.
Por suerte, los últimos clientes de la noche no tenían daños graves, por lo que un compañero de trabajo me dejo irme asegurando que no tenía ningún problema en que me vaya más temprano que de costumbre. Así es como llegue más temprano a la casa de Lucas con la compañía de Maxon a mi lado, de cierta manera agradezco aquello porque al igual que ellos yo también tenía tareas, así que las terminé de hacer antes de tener que preocuparme de esos dos.
Duncan llego justo a la hora acordada, todo lo contrario a Lucas y a mi. Nuestros relojes están descuadrados de hora, claro que teniendo en cuenta el reloj que posee Duncan, podría tener la hora de todos los países al alcance de la mano.