Entre Muros Grises

Capítulo 14

El beso no tiene nada de timidez, es totalmente ágil, voraz, enloquecedor... Sus labios se mueven contra los míos de una manera tan vivaz que me es imposible no perderme en la fantasía. La presión del beso hace que, en menos de dos segundos, mi cuerpo choque contra la pared trasera, de tal modo que quedo aprisionada entre su cuerpo y la pared.

Mi mano, posicionada en su pecho, comienza a subir hasta llegar a su cuello, de ahí, a las hebras de su cabello. Su lengua roza mi labio inferior, enviando un choque electrizante por todo mi cuerpo al tiempo en que un jadeo sale de mi permitiendo la entrada de su lengua. Un tipo de gruñido de satisfacción sale de él cuando tiro de su cabello, mientras que su cuerpo se acerca mucho más de lo que ya esta y sus manos le dan un suave apretón a mi cintura.

Es un beso bastante húmedo, nada tímido, demasiado sagaz... Dios, me quita el aliento, y no de manera literal.

El cosquilleo por la fuerza del beso persiste en mis labios cuando nos separamos para tomar aire. No me atrevo abrir los ojos, no me atrevo a quitar mis manos de su cabello, y no me atrevo a retirarme porque me gusta. Me gusta escuchar su respiración acelerada, me gusta sentir sus labios contra los mios, y me gusta la cercanía en la que nos encontramos justo ahora: su frente junto con la mía, su cuerpo con tanta cercanía que puedo sentir con claridad el calor que proviene de el. Puedo oler con claridad aquel olor a lavanda y loción de hombre que lo caracteriza.

Me gusta.

Mierda, me gusta mucho. El único problema aquí es que, además de gustarme, me asusta, me aterra... No es normal nada de esto. No es normal que revuelva todos mis pensamientos como si fuera cosa de todos los días, como si sufrir este tipo de "colapsos" en los que te pierdes de todo sucediera con normalidad. No lo es.

No sé cuanto tiempo pasa cuando decido abrir los ojos, pero para ese entonces, los ojos miel de Duncan ya me miran con un notable sentimiento que, de alguna manera, reconozco. Sabía que estábamos cerca, por su puesto que lo sabía, solo que no me imaginaba que tanto como para sentir su aliento contra mis labios.

Eso no ayuda. No ayuda en nada porque lo único que hace es incrementar las ganas de volver a repetir aquel beso, y de alguna manera se que no soy la única que tiene una lucha en su interior. El ser humano más que luchar con otro durante su vida, lucha más consigo mismo. Lucha contra lo que no quiere llegar a ser. Pero esto, esto es diferente a cualquier otro tipo de lucha que haya vivido vivido.

Esto es demasiado diferente...

Un sonido parecido a un portazo me sobresalta, así que realmente todo lo que pasa después de ello me toma desprevenida porque Duncan me había hecho olvidar de todo. De la situación en la que nos encontrábamos antes de esto, de Lucas...

—¡¿Pero qué mierda?!! —los ojos de Lucas me observan de arriba a abajo mientras me toma de los hombros, para ese entonces Duncan esta a unos cuantos metros de nosotros—. ¡¿Tienes una jodida idea de lo que hiciste?! —besé a Duncan...—. ¡Pudiste no haber salido viva de ahí¡ —ya lo sé, besé a Duncan...—. ¡Eres una loca de mierda, me hiciste perder el puto aliento! —yo también lo perdí, besé a Duncan.

Segundos después Lucas suspira, durante unos segundos de silencio para él no parece existir nadie más que nosotros, y lo compruebo con efectividad cuando pasa un brazo por mi espalda atrayéndome hacia él. El gesto me toma por sorpresa, pero al cabo de unos segundos soy capaz de devolverlo.

No debí darles un susto de muerte, ni a Duncan, ni a Lucas; lo extraño acerca de todo, es que a pesar de la situación en la que me veo envuelta con Lucas, mi mente todavía le pertenece a él por completo.

Besé a Duncan Evans.

 

 

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Hace más de cuatro horas que llegue a casa. Hace más de cuatro horas que me puse la pijama y me acosté lista para dormir. Hace más de cuatro horas que llevo dando vueltas en la cama, y, hace más de cuatro horas que estoy viviendo una lucha interna demasiado fuerte.

No debí haber actuado así, sé que debí tener las bolas suficientes para, por lo menos, mirar a Duncan a los ojos, decir adiós o algo por el estilo, pero no. Tal parece que ni una sola palabra salió de mi, aún cuando tuvimos un tiempo a solas los dos.

Aquello me tortura. Hace que una opresión en el pecho llena de miedo y anhelo me embargue. Esto no es normal, trae complicaciones, grandes complicaciones...

El caso es que realmente no sé qué decir, o tal vez sí sé qué decir, la cuestión es que no sé cómo decirlo.

La manera en la que nos besamos no se compara con ninguna otra vez. Esto es diferente, totalmente diferente, fue una emoción tan grande que no puedo evitar preguntarme cómo, en el infierno, es que sigo viva.

Sí, es exagerado pero cuando estás acostumbrado a lo mismo de siempre todo aquello que sientas con gran prepotencia confunde.

Confunde y también me da ganas de pegarme cien veces contra la pared. No sé cuánto tiempo pasa, lo único que sé es que filtros de sol han comenzado a adentrarse a través de las ventanas y se escucha con claridad el ruido de algunos pájaros, junto con ellos, una leve llovizna que cae seguramente haciendo charcos en el asfalto.



#49331 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, el primer amor, muros

Editado: 24.12.2018

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