Entre Muros Grises

Capítulo 19 (Parte 2)

 

 

 

Mis ojos recorren el rostro de Duncan. La luz de su habitación ilumina sus facciones de una manera más allá de lo agradable. Sus ojos no han dejado de ver nuestras manos entrelazadas como si temiera encontrar en mis ojos algo que no quiere ver. A pesar de eso, el simple hecho de tener nuestras manos entrelazadas no hace nada más que revolverme el estómago.

—La vida en los Ángeles era demasiado tranquila, relajada, el único problema que podíamos tener nosotros era que nos hayamos raspado la rodilla o algo por el estilo. Mi padre es administrador de una de las mejores empresas caras asociadas a otros países. Sí, gana mucho dinero —asiente. Me permito recoger la información dicha con tranquilidad—. Tengo un hermano mayor llamado Nathan, era o... bueno, es un completo dolor en el culo, peor que Lucas. Tiene exactamente veintiún años, se desvió de rumbo. Fiesta, drogas, alcohol... Te sorprendería la cantidad de veces que mamá tuvo que sacar a una mujer de su habitación —rueda los ojos. Lo extraño es, que no lo dice como si estuviera enojado, está lleno de nostalgia—. Bell, mi hermano era un completo parrandero, pero siempre veía por la familia antes que él, mamá y papá lo sabían. La historia no es muy larga en realidad. Nos equivocamos, pensamos que antes de cada acción él pensaba en nosotros, y descubrimos que no era así.

El silencio se adueña de ambiente por unos segundos. Ahora soy yo quien le da un suave apretón a su mano. Sonríe levemente, mirándome a los ojos.

—Tomó el dinero de mi padre, no un poco, todo. Tomó todo lo que teníamos, nos dejo en bancarrota. No solo a nosotros, la empresa de papá necesitaba la mitad del dinero que el tenía en la cuenta para realizar unos cambios que sí o sí tenía que realizar en la empresa. Mi padre no fue despedido, pero si fue rebajado en su puesto —juega con un mechón de cabello rebelde que cae por mi frente—. No teníamos casa, no teníamos para más que un pan diario... La vida en Los Ángeles es muy cara, y, aunque no lo creas, la casa en la que ahora vivimos es de papá. Aquí es donde él creció, se fortaleció, y logro salir de este lugar para ser un gran administrador de empresas —el orgullo esta totalmente presente en su voz—. Este fue el primer lugar al que papá se le ocurrió mandarnos mientras trata de recuperar el dinero. Él sabía que no iba a ser fácil el cambio, pero lo hizo porque Los Ángeles es demasiado caro, necesitaba mantenerse a flote él para recuperar el dinero y mantenernos a flote a nosotros.

—¿Qué hizo con el dinero tu hermano?

—Eso es lo irónico, Bell. Sabemos que fue él quien extrajo el dinero de todas las cuentas del banco, pero no tenemos ni idea de a dónde fue a parar o qué hizo con el. No hay ni un solo rastro de Nathan en la ciudad, revisamos en cada lugar, le preguntamos a los más cercanos de sus amigos... Nada.

—Tu padre...

—Esta yendo a continuas reuniones, tiene varios socios que lo pueden ayudar. Más que ser un hombre de negocios es un hombre gentil, generoso, amable... —una pequeña risa ronca sale de él—. Le agradarías, tu temperamento y el de él son igual de explosivos. Además, parece que ambos encuentran la manera de salir adelante siempre.

Sacudo la cabeza queriendo ahuyentar todos los desastrosos pensamientos que vienen a mi mente gracias a la manera en que me mira.

—Sé que estoy acostumbrada a ser un tanto prejuiciosa en cuanto a lo que las personas hacen, pero tal vez Nathan haya tenido una buena razón para hacerlo, como un problema ¿no crees?

—Si Nathan tuvo una buena razón para hacerlo, entonces por qué desapareció sin decirnos porque lo hizo.

Comprendo que he metido la pata. Él tiene razón, una persona que hizo algo por una buena razón no tiene el porque desaparecer de la faz de la tierra. Incluso si lo hizo para solucionar problemas, debió de haber estado frente a ellos.

—¿Cómo es que Nathan consiguió la clave de las cuentas bancarias de tu padre?

Un suspiro profundo sale de él antes de dejarse caer de espaldas al colchón. Hago lo mismo que él, recostándome al lado suyo con suavidad. Duncan, aún en la manera en la que nos encontrando entrelaza su mano con la mía. Tengo la impresión de que ambos nos sentimos relajados cuando ese gesto sucede.

—Papá tiene una libreta de apuntes en la que tiene todas sus claves, lo que tenemos hasta ahora es que Nathan irrumpió en la oficina de papá, abrió el cajón que tenía con llave, vio las cuentas, y como es su hijo... Nadie en el banco le diría nada —dice, con cierto enojo en el tono de su voz—. Papá se vino a enterar por una llamada unas horas después; sin embargo, para ese entonces Nate ya se había convertido en polvo.

Permito que el silencio se adueñe del ambiente. No porque yo quiera, sino porque todos cuando terminamos de contar uno de nuestros problemas, ya sea pasados o presentes, necesitamos un corto tiempo para pensar. Para darnos cuenta de lo sucedido y ver las cosas con otros ojos, con mayor claridad, para ver lo que se nos olvido encontrar entre todo el lío de situación y sentimientos.



#49331 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, el primer amor, muros

Editado: 24.12.2018

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