Capítulo V
---- ¿¡Ese Ian Ferreira!? --- Mia es la primera en hablar en cuanto termino de relatar todo lo que ha pasado. Su mirada sorprendida e intrigada se aúna a la fuerte presión que siento en la cabeza.
--- Sí, Mia, ese Ian Ferreira. El único Ian Ferreira que he conocido en esta jodida vida --- le respondo con una mueca tratando de sonar relajada, pero es obvio que no lo logro.
No puedo hacer nada para dejar de sentir el nerviosismo en mi pecho y las intensas ganas de llorar.
Estoy totalmente descolocada.
¿Qué carajos pasa conmigo?
Un silencio sepulcral de sorpresa, nos envuelve por unos segundos antes de que Dulce María, llena de euforia, golpee la mesa con sus manos, se impulse sobre el asiento y vuelva a caer de culo contra la silla.
---¿¡Pero que mierda, Jess!? ¡No puede ser! ¿Y de paso le golpeaste las bolas? --- ese comentario junto a su risa escandalosa, relaja un poco el tenso ambiente que se ha formado por mi aura triste y desolada. No puedo evitar hacer una mueca ante su comentario.
--- ¿es justo un golpe en las bolas por casi siete años de despecho? ---pregunta Mia, algo desconcertada.
Me encojo de hombros, para luego golpear la cabeza contra mis manos en un gesto de desesperación.
--- ¡fue una maldita tortura estar ahí! --- refunfuño --- Quise saltarle encima y abrazarlo, pero a la vez golpearlo con todas mis fuerzas y echarme a llorar. ¿Estoy tan mal?
--- Estás completamente jodida… --- murmura Dulce María, negando con la cabeza en estado de estupefacción. Observo como Mia la mira mal antes de golpearle el brazo en señal de reprimenda.
--- Es normal que tengas sentimientos encontrados, Jess --- responde entonces ella, intentando suavizar el panorama --- Estuvieron muchos años juntos y el desgraciado se desvaneció de tu vida en menos de seis meses. No es una situación común --- excusa, intentando hacerme sentir mejor --- Aunque siendo sincera contigo, no creo que marcharte así de la nada, haya sido buena idea al fin y al cabo. ¿No lo crees?
No puedo evitar fruncir el ceño ante ese comentario.
Dulce María suelta un bufido de burla al aire.
--- Esto es lo que faltaba… ¿Y qué coño crees que hubiese sido lo mejor, Mia? ¿escurrirse sobre sus pies como una maldita babosa tonta?
Mia entorna los ojos y niega con la cabeza al tiempo que le da otro sorbido a su bebida.
--- sabes que no lo digo con esa intención, María, pero no, a lo que me refiero es que al menos considero que debieron conversar.
--- por favor... ¿cómo carajos iban a conversar, Mia? ¿Se te salió un tornillo? ¡Fue una sorpresa grande para Jess! ¿Acaso no ves como está? --- Dulce María me señala como si fuese un experimento fallido – Además ¡fueron casi siete malditos años que esperó por él!, no merecía nada de ella, Mia ¿cómo puedes decir esa mierda? --- tras esas palabras, ambas se envuelven en una pequeña discusión frenética sobre lo que se supone yo debía hacer en ese momento, mientras yo, intentando mantener mis sentimientos y emociones controladas y al ras, me limito a no interferir. Así que me quedo callada observando la larga fila de espera que hay detrás del mostrador del restaurante.
Luigi’s es el local más visitado de la ciudad. Y él por supuesto, uno de los hombres más populares de la zona.
Después de mudarse aquí con la esperanza de tener algo con mi madre, los planes se modificaron por completo. El rechazo a un posible compromiso vino acompañado de la afortunada apertura de uno de los restaurantes italianos más solicitados de toda el área céntrica de la ciudad.
No obtuvo el amor eterno de Theresa que tanto anhelaba, pero sí el de quinientas mil personas fascinadas por su comida.
Yo por supuesto, entro en ese porcentaje.
--- ¿acaso eres idiota, María? ¡Las cosas sucedieron hace mucho!, no puede aferrarse a eso tanto tiempo, está mal. Además, el desgraciado ¡está vivo! ¿Cómo perder la oportunidad de saber qué mierdas pasó con él? --- logro volver al restaurante en cuanto Mia intenta dar una respuesta.
No me afecta, lo único en lo que sigo pensando es en el profundo deseo que siento de meterme en la cama y dormir al menos por lo que resta del día.
Estoy tan cansada.
--- pero eso no le quita la importancia que tuvo ni lo que sucedió. Se comportó como un idiota malnacido.
--- pero fueron amigos durante años. Más allá de lo que hubo entre ellos, necesitaban hablar.
Dulce María suelta un bufido atorrante.
--- Los hombres a veces son unos completos idiotas, Mia. Nosotras no podemos simplemente obviar ciertas cosas.
--- no se trata de obviar, María, sólo creo que tal vez Jess se sentiría mejor ahora si no hubiese salido corriendo de la habitación y se hubiese animado a hablarle. Por cierto, ¿le contaste a Adam?
En cuanto esa pregunta sale de su boca, frunzo el ceño casi de inmediato y me reincorporo.
--- No. Adam no sabe nada de él. Nunca lo supo. Tampoco veo como ayude hablarle al respecto.