Entre Sueños y Destinos

Capítulo 24: Entre Sombras y Susurros

El cansancio pesaba sobre sus hombros cuando Ethan llegó a casa.

Después de todo lo que había pasado con Sophie en los últimos días, su mente era un caos. Sentía que había algo que debía entender, algo que se le escapaba.

Se dejó caer sobre la cama, mirando el techo.

Desde que Sophie había reaparecido en su vida, su mundo se había sentido más inestable. Pero había otra cosa… algo que no podía ignorar más.

Iria.

No había soñado con ella en mucho tiempo. Desde que los recuerdos de su vida con Sophie volvieron a él, sus noches se habían convertido en un simple vacío, sin rastros del mundo onírico.

Pero esta noche… sentía que algo iba a cambiar.

El sueño lo atrapó antes de que pudiera luchar contra él.

Ethan abrió los ojos.

La sensación de estar soñando lo envolvió de inmediato.

El aire se sentía más denso. El entorno no era claro. Estaba en un lugar desconocido… pero familiar al mismo tiempo.

Miró a su alrededor. No era el parque donde solía encontrarse con Iria. Tampoco era ningún otro sitio que recordara.

Los edificios eran altos, con estructuras que parecían estirarse hacia el cielo. Las luces titilaban de manera errática, como si el mismo sueño estuviera fallando.

Dio un paso.

El sonido de sus pisadas se sintió apagado, como si estuviera caminando sobre algo inexistente.

Y entonces, escuchó su voz.

—Ethan…

El sonido le atravesó el pecho como un rayo.

Giró de inmediato.

—¿Iria?

El eco de su propia voz resonó en la nada.

No había nadie.

Pero Ethan sabía que no estaba solo.

Sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Este sueño no era como los anteriores. Algo estaba mal.

—Iria, ¿dónde estás? —intentó de nuevo, su voz resonando en el aire pesado del sueño.

El silencio que siguió no era normal. Era denso. Expectante. Como si algo estuviera esperando en la penumbra.

Ethan sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Y entonces, lo vio.

Un objeto en el suelo, apenas visible en la neblina que comenzaba a espesarse a su alrededor.

Se acercó con cautela, sintiendo que con cada paso el ambiente se volvía más opresivo. Sus pisadas parecían hundirse en el suelo, como si este fuera más blando de lo normal.

Se inclinó.

Era… un lazo.

Rojo, con los bordes ligeramente deshilachados.

Su aliento se entrecortó.

Ese lazo.

Sus dedos temblaron al extenderse hacia él. Lo reconocía al instante.

Iria solía llevarlo en el cabello.

Pero aquí estaba, en el suelo de un lugar donde ella no aparecía.

Como si hubiera caído de alguien que ya no estaba.

Ethan lo recogió con cuidado, sintiendo la tela entre sus dedos. No era etéreo. No era una ilusión.

Era real.

Y en el instante en que lo tocó, el mundo a su alrededor se fracturó.

El cielo se oscureció de golpe.

El aire se volvió frío, como si algo invisible le absorbiera el calor de la piel.

El suelo bajo sus pies tembló, y un sonido vibrante resonó en la distancia, como un eco lejano de algo que estaba a punto de desmoronarse.

Y entonces, una voz.

Un susurro que heló su sangre.

—Me estoy perdiendo…

Ethan sintió que su respiración se detenía.

La voz era suave, casi apagada.

Pero era la voz de Iria.

Giró de inmediato, con el pulso martillando en sus oídos, esperando verla.

Pero no había nada.

Solo sombras.

Sombras que parecían consumir el mundo a su alrededor.

Y entonces, el sueño colapsó.

Todo se volvió negro.

Un vacío absoluto.

Y cuando despertó en su habitación, jadeando, con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho…

Ethan se quedó inmóvil.

El lazo rojo seguía en su mano.

Su mente se negaba a aceptarlo. No podía ser real.

Con la respiración entrecortada, deslizó los dedos sobre la tela. Suave. Ligera. Demasiado tangible para ser solo un recuerdo de su sueño.

El escalofrío que recorrió su espalda no fue por el frío de la madrugada.

Fue por el peso de lo que acababa de pasar.

Lentamente, se incorporó en la cama, sin apartar la vista del lazo. Su mente iba a mil por hora.

Si ese lazo estaba en sus manos, significaba que su sueño no era solo un sueño.

Era algo más.

Algo que estaba afectando la realidad.

Se pasó una mano por el rostro, tratando de calmarse, de encontrar una explicación lógica. Pero ¿qué explicación lógica había?

Su pecho subía y bajaba con respiraciones agitadas. La voz de Iria aún resonaba en su cabeza.

"Me estoy perdiendo…"

¿Qué significaba eso?

¿Iria estaba desapareciendo?

¿De verdad se estaba perdiendo en algún lugar… o en algo?

No podía ignorarlo.

No esta vez.

Miró su teléfono. La pantalla iluminó su rostro en la oscuridad de la habitación.

Todavía no amanecía.

Su mente le decía que debía dormir. Que no tenía sentido obsesionarse con un sueño.

Pero entonces, miró el lazo otra vez.

Y supo que no iba a poder cerrar los ojos el resto de la noche.

Porque si Iria estaba desapareciendo…

Tenía que encontrarla antes de que fuera demasiado tarde



#2743 en Fantasía

En el texto hay: fantasia, romance

Editado: 07.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.